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Eficiencia en el frente

Placas solares en las bases militares, biocombustibles y planes de eficiencia. El Departamento de Defensa de Estados Unidos se dispone a reducir su impacto ambiental

Un dato de contexto. El Departamento de Defensa consume el 80% de toda la energía que gasta el Gobierno de Estados Unidos. Eso, en el recibo anual, se traduce en una factura de unos 3.600 millones de dólares (unos 2.637 millones de euros) en electricidad para las instalaciones y 9.600 millones (unos 7.032 millones de euros) en combustible para hacer alimentar los barcos, aviones y vehículos de combate de la mayor potencia militar del planeta. Sin contar con el coste humano de proteger los convoyes de suministro (una de cada ocho muertes en el frente). Así que Washington no tiene más remedio que buscar alternativas bajo la bandera "verde". La Navy -Fuerza naval- y la Air Force -aérea- ya tienen planes en marcha para diversificar la cartera energética a lo largo de la próxima década.

La Armada estadounidense quiere conseguir que el 25% de la energía venga de fuentes renovables en 2025
La eficiencia empieza por la misma sede del Pentágono, construido en 1943, inmerso en un intenso proceso de remodelación

Como indican los expertos, "hay muchas balas de plata". Una de las opciones para reducir la impronta medioambiental es colocar placas solares en los techos de 160.000 residencias de las bases militares, una iniciativa con la que además se doblará la potencia fotovoltaica instalada en EE UU. En el plan participa la SolarCity, que acaba de recibir un préstamos de 344 millones de dólares (252 millones de euros).

La Armada estadounidense da así un paso para conseguir que el 25% de la energía venga de fuentes renovables en 2025. El objetivo de los Marines es reducir el consumo de petróleo a la mitad para ese año. La Navy ya utiliza biocombustibles en sus aviones y embarcaciones. También la Air Force experimenta con las algas y otras plantas como fuente de combustible.

El gran reto, sin embargo, está en dar con la fórmula que permita funcionar la flota de vehículos. El año pasado se consumieron 5.500 millones de galones (20.818 millones de litros) de combustible, equivalente a 3.550 galones (13.437 litros) de media por militar en servicio frente a los 945 galones (3.577 litros) de un civil. El precio del galón de combustible que se usa en las áreas remotas en Afganistán, por ejemplo, cuesta 400 dólares (293 euros).

La eficiencia energética y el uso de nuevas tecnología es, según los analistas de Jefferies, un baza fundamental en la reducción del consumo de combustible y del coste en Defensa. Eficiencia que empieza por la misma sede del Pentágono, construido en 1943, que desde hace dos años tiene en marcha un intenso proceso de remodelación que se espera esté completado este año.

Se calcula que el año pasado, el Departamento de Defensa invirtió 1.800 millones (1.318 millones de euros) en energías limpias. Número que a la vista de la dimensión de su operativo crecerá de forma exponencial, hasta los 26.800 millones (19.633 millones de euros) para 2030, según la firma Industrial Info Resources. Eso incluye desde la energía solar y eólica, pasando por biomasa, geotérmica y de las mareas.

Pero sin duda la mayor dificultad a la que se enfrenta el plan de eficiencia militar es el recorte del gasto público, un soporte inicial clave para que las empresas metidas en el joven negocio de las energías alternativas pujen por los contratos. La quiebra de Solyndra, que recibió fondos públicos a través del plan de estímulos, pone la venta de estos proyectos aún más difícil.

REUTERS

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