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Las ONG piden casi 4.000 millones extra en dos años para la lucha mundial contra el sida y la malaria

Reclaman que las aportaciones de los países al Fondo de la ONU para combatir estas enfermedades dejen de ser voluntarias

Añádase una crisis financiera mundial al sida, la tuberculosis y la malaria, y se tendrá un cóctel -aún más- explosivo. Eso es lo que han planteado esta mañana un grupo de ONG a la secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez, y al director del Fondo Mundial contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria, Michel Kazatchine. Según las organizaciones, entre ellas Cruz Roja, Intermón Oxfam, Planeta Salud, Tenemos Sida o Cesida, que se han reunido con las instituciones oficiales como paso previo al encuentro del Fondo en Cáceres los días 30 y 31 de este mes, el organismo de cooperación internacional que creó la ONU en 2002 necesita, sólo para los próximos dos años, 5.000 millones de dólares (más de 3.800 millones de euros) más que los que han ofrecido los países ricos.

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Esta brecha preocupa a ambas partes, la oficial y la civil, que la enfrentan de distinta manera. Kazatchine reduce algo el posible déficit futuro (hasta 4.000 millones de dólares, 3.000 millones de euros), pero insiste en que no lo sabe porque eso dependerá "de las solicitudes futuras". Las ONG no coinciden. "Este año se han recortado un 25% los proyectos", ha dicho Liliana Marcos, de Tenemos Sida, la organización española que representa a las ONG ante el organismo. Su presidenta, Vanessa López, se ha mostrado "sorprendida" por la tranquilidad con la que Kazatchine habla del futuro. "Hemos visto [en él y en Rodríguez] una tendencia a minimizar los mensajes" de alerta, ha declarado.

Oficialmente, el Fondo nunca tiene déficit. Pero no es porque no necesite más dinero o no tenga en qué gastarlo, sino porque sólo compromete ayudas en función de lo que recibe de los donantes (en su mayoría, países, pero también organizaciones que van desde la Generalitat de Cataluña al Real Madrid pasando por la Fundación Bill & Melinda Gates). En total, desde su creación, ha gastado 15.000 millones de dólares. Gracias a ellos, 2,5 millones de personas con VIH reciben antivirales, 4,6 millones tratamiento contra la tuberculosis y se han repartido 70 millones de mosquiteras para evitar la transmisión de la malaria. Lo malo es que el propio éxito del Fondo hace que cada vez reciba más peticiones de ayuda.

Las ONG creen que el sistema es manifiestamente mejorable. Para ello, piden que las aportaciones no sean voluntarias. "Japón da una décima parte de lo que le correspondería por el peso de su PIB mundial; Qatar, que es un país rico, no da nada", se queja Vanessa López.

España no sale mal parada en este cálculo. Con 200 millones de dólares anuales (153 millones de euros), es el cuarto donante del mundo este año. "Está en las cifras que le corresponderían por su peso en la economía mundial, pero le pedimos al Gobierno un esfuerzo extra de 100 millones en dos años como una señal de su compromiso", indica López.

A Kazatchine la idea le parece "interesante", pero difícil de implementar. Se conformaría con que, de momento, los países europeos coordinaran sus aportaciones. "Sólo 13 de los 27 países de la UE son contribuyentes", dice. Por eso, Kazatchine sigue confiando en la buena voluntad, y espera, sobre todo, la aportación de Estados Unidos, que acaba de anunciar un aumento de 500 millones de dólares este año a 900 millones, que representa un tercio del presupuesto total de la organización. "Es cuestión de liderazgo político", asegura. Pero no oculta que espera que en la próxima reunión de Cáceres (oficialmente, un chequeo casi rutinario de cómo va la situación) haya anuncios de más aportaciones, y que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, transmita en la reunión del G-20, que será la semana siguiente, la necesidad de no abandonar estos programas.

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