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Los psicólogos definen al padrastro de Alba como frío y con poca empatía

Los informes psiquiátricos sostienen que el acusado y la madre de la niña no sufren trastornos mentales

Francisco Javier P., el acusado de haber propinado a la niña Alba la brutal paliza que la dejó inválida, tiene una personalidad "fría" y con falta de empatía, pero ni él ni la madre de la cría sufren trastorno mental alguno, según revelan sus informes psiquiátricos.

Fuentes judiciales han informado de que los forenses consideran que el padrastro y la madre de Alba tienen una inteligencia normal y son conscientes del alcance de sus actos, por lo que su responsabilidad penal es completa. De acuerdo con los informes, los psiquiatras detectaron en Francisco Javier P. "falta de empatía" hacia el sufrimiento ajeno, lo que, sin embargo, no impedía que mantuviera un vínculo afectivo normal con su hija Maite, de seis años.

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La inestabilidad de Alba

En el caso de la madre, Ana María C., los informes periciales revelan que se trata de una mujer con un nivel de inteligencia bajo, pero dentro de los límites de la normalidad. Además, explican que era una mujer propensa a cambia de pareja, con las que establecía una fuerte relación de dependencia emocional, y que buscaba relaciones sentimentales a través de chats telefónicos. Estos cambios de pareja provocaron que Alba y su madre vivieran en distintas poblaciones en los últimos años, y que la menor viviera en continua "inestabilidad" con una escolarización deficiente.

De hecho, un pediatra que trató a Alba en noviembre de 2005, cuando la menor y su madre vivían con el procesado desde hacía sólo unos días, ha declarado que la niña tenía una personalidad "temerosa" y daba la impresión de que los cuidados que recibía eran "deficientes". Meses antes, la madre de Alba había llevado a la niña al hospital alegando que sospechaba que Alba era víctima de abusos sexuales por parte de su padre biológico. Los médicos descartaron "totalmente" esa posibilidad al no observar ninguna lesión en sus genitales. Por aquella época, la madre todavía no conocía a Francisco Javier P. y explicó que la menor le había contado que su padre le tocaba la vulva y que no quería irse con él.

Según el pediatra Lluís Coma, a los médicos les extrañó la actitud de Alba, a la que han definido como una niña "triste, que hablaba poco" y que daba la impresión de estar "poco estimulada". Por ello, la derivaron al psicólogo, pero sólo acudieron a la primera de las citas.

El padre biológico de Alba fue objeto de una investigación judicial después de que Ana María C. lo acusara de maltratar a la niña, pero el caso fue posteriormente archivado.

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