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Reportaje:

La vuelta a casa de James y Dink

Dos tortugas bobas son devueltas a las aguas de Gran Canaria después de una rehabilitación de seis meses en Inglaterra

James y Dink son los nombres que dos tortugas bobas se llevan después de una estancia de seis meses en el Reino Unido. Llegaron allí por una causa que los científicos aún no han podido explicar, pero que ha hecho que otros 23 ejemplares de esta especie en peligro de extinción, originaria de la cuenca del Mediterráneo, lleguen a las costas del Reino Unido. Ahora, ambas tortugas, únicas supervivientes del grupo, han vuelto a su hábitat natural en Gran Canaria, gracias a los responsables del acuario Blue Reef, que cuidaron de estos animales en su estancia al norte.

Las tortugas fueron sometidas a cinco meses de rehabilitación en el acuario de Newquay, al suroeste de Inglaterra, después de ser halladas en las costas inglesas a principios de año. Los veterinarios marinos del acuario señalaron que James y Dink presentaban hipotermia cuando fueron encontradas.

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James, que también tenía neumonía, apareció en la playa de Blackrock, en Cornualles, el pasado 26 de enero, mientras que Dink fue encontrada una semana después en la playa de Putsborough, en Devon, también en el suroeste inglés. El responsable del acuario, Matt Slater, que acompañó a las tortugas hasta Gran Canaria, ha manifestado su alegría por el retorno de estos animales a su ambiente natural.

"Cuando vinieron por primera vez me afectó realmente y me pregunté si podían sobrevivir, pero al verlas ahora en estupendas condiciones nadando en el mar fue una emoción increíble", dijo Slater a la BBC. "Dink, la más pequeña de las dos, ha duplicado el peso desde que llegó y James ha desarrollado mucho músculo", agregó satisfecho.

Las tortugas bobas anidan en las playas de Florida, en los Estados Unidos. Luego siguen la corriente del Golfo a través del Atlántico hasta Madeira (Portugal) y después hacia el sur hasta las islas Canarias y las del Cabo Verde antes de volver a las costas del sureste de EEUU. De acuerdo a algunos científicos, su extraña aparición en las frías aguas del norte puede deberse al gran número de medusas registradas allí. Las tortugas se alimentan de esos celentéreos, pero luego no pueden sobrevivir en esas bajas temperaturas.

A James y Dink, los marinos les colocaron un pequeño microchip para identificarlas en caso de que entren en contacto con humanos. Así se podrá conservar "un archivo sobre sus movimientos y su desarrollo tras su liberación", dijo Slater. "Fue un momento emocionante cuando finalmente les dije adiós a las dos, pero una increíble satisfacción por los esfuerzos de todos los que participaron en el rescate y rehabilitación", añadió.

Recuperación en Tafira

Antes de ser depositadas en las aguas del Mediterráneo, James y Dink fueron llevadas al Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Tafira, donde el director del centro, el biólogo y veterinario Pascual Calabuig dio su visto bueno al estado de las tortugas.

"El 75% de las tortugas que atendemos aquí han sido dañadas por actividades del hombre", declaró Calabuig. El Centro recibe unos 150 reptiles heridos al año. "Vemos tortugas lastimadas por anzuelos, redes, contaminación, petróleo y bolsas de plástico. Las que peor lo llevan son las dañadas por embarcaciones. Usamos fibra de vidrio para reconstruir sus caparazones, pero la tasa de supervivientes es baja", señala.

Una tortuga boba que se ha clavado un anzuelo es izada al velero científico Íbero para colocarle un emisor por satélite
Una tortuga boba que se ha clavado un anzuelo es izada al velero científico Íbero para colocarle un emisor por satéliteEFE

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