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Reportaje:

El Reino Unido declara la guerra a la sal

El Ejecutivo de Blair lanza una costosa campaña para reducir el consumo de sal en el Reino Unido

"La sal es una amenaza para la salud de la nación, pero el Gobierno no puede dictarnos lo que debemos comer". Con este titular responde el diario The Independent a la nueva campaña del Ejecutivo de Blair que pretende reducir el consumo de sal en el Reino Unido en aras de la salud nacional. Posters, anuncios de televisión... casi seis millones de euros se han invertido en esta polémica iniciativa que ve la luz hoy.

El objetivo es, según la FSA (el equivalente a la Agencia Alimentaria en el Reino Unido), rebajar el consumo de sal para así reducir el número de infartos, hipertensión y, en general, dolencias cardíacas. Alrededor de 26 millones de británicos consumen más de seis gramos al día, cantidad recomendada por las autoridades sanitarias. El abuso de sal puede provocar hipertensión, un factor que, según la FSA, contribuye en más de 170.000 muertes al año en el Reino Unido. Según estudios citados por la BBC, una dieta con un consumo de sal moderado puede rebajar la presión sanguínea en sólo cuatro semanas.

La reducción del consumo de sal, un "asesino silencioso", según palabras del presidente de la FSA recogidas por The Guardian, supondría pues, en opinión de los expertos. "significantes beneficios a la salud pública", además de un considerable ahorro para el Ministerio de Sanidad británico, que invierte casi 120 millones de euros al año sólo en medicamentos relacionados con la hipertensión.

La iniciativa del Gobierno de Blair promete levantar ampollas, y no sólo en la opinión pública que, como asegura The Independent, no quiere que le digan lo que tiene que comer. Los productores de sal del Reino Unido y las cadenas de grandes supermercados no parecen estar dispuestos a secundar esta campaña.

Alimentos preparados

En junio pasado, Melanie Johnson, ministra de Sanidad, remitió una carta a los grandes supermercados en la que se les instaba a actualizar sus planes de reducción de sal en sus productos para finales de esta semana. Sainsbury's, Waitrose, Asda y Iceland, las grandes cadenas de supermercados, han "ignorado" todos la petición de Johnson, según The Independent. Tesco, la cadena líder en el Reino Unido, incluso asegura no haber recibido dicha misiva, por lo que se niega a responder.

Lo que la prensa británica califica de "furia" generalizada entre las cadenas de supermercados contrasta, sin embargo, con los datos ofrecidos por la FSA. Y es que, según este organismo, el 75% de la sal consumida proviene de productos ya procesados. En realidad, el consumidor sólo añade entre un 10 y 15% de la sal ingerida, el mismo porcentaje lo contienen los alimentos de forma natural.

Primer día de campaña pues y primer día de polémica. Sin que se sepa aún si el Ejecutivo británico adoptará nuevas medidas de persuasión o presión para que los supermercados colaboren, Sir John Krebs, presidente de la FSA, insistía esta mañana en una emisora de radio de la BBC en que su mensaje es "simple: demasiada sal es mala para tu corazón".

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