Por qué Jacquemus tiene todo lo que necesita una marca en 2017
Simon Porte, el veinteañero al frente de la enseña, ha sabido meterse a la crítica en el bolsillo creando un universo propio, reconocible y muy digital. Esto era una firma del siglo XXI.
Lo llaman el nuevo enfant terrible de la moda francesa y encabeza la lista de diseñadores a los que, sin duda, hay que seguir la pista. Simon Porte, al frente de Jacquemus, es un veinteañero capaz de agitar la industria de la moda, ganar el premio LVMH 2015 y crear una marca valorada en más de cinco millones de euros partiendo de la nada. También de crear prendas indentificables con solo mirarlas y un universo personal, reconocible e hipnótico. Jacquemus tiene todo lo que necesita una marca en 2017. Y estas son las pruebas:
Un diseñador natural y divertido contra la rigidez de la industria
«Me llamo Simon y amo el azul, el blanco, las rayas, la fruta, Marsella y los años 80». En una sola línea escrita en mayúsculas, Simon Porte (Salon-de-Provence, 1990) se describe a sí mismo con la misma inocencia que lo haría un niño. Tiene 26 años y pocas ganas de echarse encima unos cuanto más: su naturalidad y frescura se transmiten en todo lo que hace chocando de frente con los perfiles más rígidos de la industria. Porte suele posar en la cuenta corporativa de Jacquemus y lo mismo lo hace marcándose un selfie de ascensor que currándose una estudiada instantánea de inspiración impresionista. Una imagen pública que se corresponde con su forma de diseñar: es autodidacta y solo ha cursado un año en la École Supérieure des Arts et techniques de la Mode, pero eso no le impide crear las piezas más bellas del panorama actual. Un juego entre lo fortuito y lo estudiado, entre la espontaneidad y lo artificioso, que ya le colocan como el nuevo niño bonito de la moda. Y luchará por conservar el título.
Ha reinventado los básicos de fondo de armario
En un panorama creativo en el que todo parece inventado, Porte ha sabido transformar las camisas blancas, los pantalones negros o los sombreros de rafia en piezas novedosas y sorprendentes. Incorporando elementos abstractos que beben de la estética japonesa, Jacquemus sabe renovar las piezas clásicas del sur de Francia transformándolas en objeto de deseo instantáneo. Camisas de lunares deconstruidas, raciales y folclóricas, sombreros XXL que incluso se transforman en vestido y pantalones que renuevan su patrón añadiendo un volante en el bajo. Prendas que podrían ser básicos pero que en el imaginario de Porte se vuelven especiales y rabiosamente contemporáneas.
Ha convertido sus orígenes en seña de identidad
Simon Porte nació en el sur de Francia y traslada ese verano perpetuo de campos de lavanda y días de sol a todo lo que hace. Lejos de buscar códigos parisinos más refinados, Jacquemus vuelve una y otra vez a recuperar los elementos de su infancia en el pueblo y la granja en la que se crió. Incluida su madre. Ella es su fuente de inspiración (su última colección bebe de una fotografía antigua de Valérie y el nombre de la marca se debe a su apellido de soltera). «Tenía siete años cuando corté una de las cortinas de la cocina para convertirla en una falda. A mi madre le gustó tanto que se la ponía para llevarme al colegio. Entonces me di cuenta de que era posible hacer de eso un trabajo», explicó el diseñador en una entrevista. Su madre falleció a los 42 años en 2008, el año en que comenzó su marca. Beber de su tierra, su familia y su infancia dota a Jacquemus de una personalidad única que conecta con el público. Lejos de buscar universos impostados, el diseñador ha sabido hacer del suyo propio un negocio valorado en más de cinco millones de euros.
Conoce la importancia del humor
Vivimos en un mundo que necesita reírse. Por eso las marcas que logren arrancar una sonrisa a sus potenciales clientes sin resultar ridículas, sobrevivirán. Y Jacquemus, de eso, sabe un rato. Lo mismo presenta bolsos dados la vuelta con las asas boca abajo que improvisa unos tacones con un par de frutas (y después los traduce en la pasarela en unos zapatos de tacón arquitectónico y desigual). Por no hablar de su Instagram. Allí lo mismo coloca una de sus camisas a un recién nacido que uno de sus sombreros a su abuela. Divertir, divertir y divertir. Ese es el secreto.
Ha redefinido el concepto ‘sexy’
Puede que La Bomba, presentada hace un par de días en París, sea su colección más sensual hasta la fecha. Pero en todo lo que hace puede leerse una feminidad un tanto provocativa sin resultar erótica ni mucho menos vulgar. «Mi madre era sexy y tímida», afirmó el diseñador en su último desfile. Y eso es lo que se percibe en sus diseños: escotes, transparencias y minivestidos que, más que resultar explícitos, se intuyen naturales. Podría haber maquillado a sus modelos con labios rojos y un extra de máscara de pestañas. Pero en lugar de eso decidió presentarlas con el rostro besado por el sol y el pelo despeinado. Como recién salidas de darse un baño en la Costa Azul. Esto era ser sexy en el siglo XXI.
Es una marca de la era online
Sus campañas, sus redes sociales, su forma de comunicar y de vender la ropa… todo en Jacquemus huele a era digital. Podría parecer lo lógico en una marca de moda relativamente nueva, pero no siempre ocurre. Como explicaba Noelia Collado en el artículo Koché y otras cuatro marcas que están revolucionando la moda de París, Jacquemus nació en pleno boom del comercio digital y ha sabido aprovecharlo. Vende en gigantes como Net-a-porter, Opening Ceremony o Mytheresa y su propia tienda online es una delicia para los sentidos (para el bolsillo se hace un poco más duro pero aún así sus precios están a años luz de los de otras firmas parisinas). Simon Porte también ha sabido utilizar las redes sociales para encontrar su hueco en la industria y mantenerlo. Solía freír a e-mails y mensajes de Facebook a importantes figuras de la industria hasta que Emmanuelle Alt le hizo caso y acabó ocupando dos páginas en el Vogue francés.
Tiene la cuenta de Instagram más inspiradora del momento
Lacroix, Picasso, los impresionistas… y hasta Penélope Cruz. La cuenta de Instagram de Jacquemus –que congrega a más de 330.000 seguidores, y contando– está plagada de referencias a pintores, artistas, fotógrafos y películas. Más allá de mostrar sus prendas (en su última campaña ni siquiera hay ropa ni zapatos, sus protagonistas aparecen desnudos), sabe comunicar su particular universo creando uno de los feeds más estéticos que podamos imaginar. Para ello se arma de un recurso tan repetitivo como efectivo: sube cada imagen tres veces. La última no logra tantos likes como la primera pero, sin duda, crea una simetría que demuestra que, en plena era Instagram, donde las fotos se multiplican a la velocidad de la luz, se puede triplicar contenido si es tan hermoso como el suyo.
Ha conseguido ser viral sin acabar cansando
Su camisa de lunares está hasta en la sopa. Las mejores influencers la han llevado, los editoriales de moda han recurrido a ella una y otra vez y hasta Lady Di supo predecir el éxito de una blusa blanca con lunares negros y hombreras potentes. Su prenda más viral hasta la fecha ha recorrido Internet, sin descanso, durante todo el verano e incluso ha llegado en infinitas versiones al universo low cost. Ha perdido originalidad y novedad, sí, pero con cada combinación sigue demostrando la versatilidad de sus propuestas y su capacidad para reinventar los clásicos.
Cuenta con musas y clientas de lo más variadas
Rihanna, Selena Gomez, Kendall Jenner o la francesa Jeanne Damas son algunas de sus adeptas. Claire Courtin se casó vestida de Jacquemus. Y polos tan opuestos como Miley Cyrus y la actriz y cantante Jeanne Balibar han lucido sus diseños. Su heterogénea lista de clientas y embajadoras da buena cuenta de la versatilidad de sus diseños. Jacquemus es varias mujeres al mismo tiempo y gusta a perfiles de estilos variados y edades variopintas. ¿Existe algo más complicado que eso?
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