Nace el primer aceite hecho con los olivos de las rotondas de Madrid
La primera pregunta que a todo el mundo se le viene a la cabeza al imaginarse un olivo en mitad de una rotonda madrileña es si realmente el aceite será sano. “Sí. Está analizado y es de buenísima calidad. Listo para tomarlo en una ensalada», nos explican sus responsables.
“Nuestro aceite está hecho con olivas recogidas en el corazón de Madrid: con los olivos de rotondas e incorporaciones a la M30, olivos de jardines con piscina en comunidades de vecinos, olivos que decoran delegaciones de Hacienda y con los olivos del olivar de Castillejo, un olivar olvidado en el centro de la ciudad”, cuenta César Pérez del estudio creativo Truth Behind 404.
Su trayectoria de “hackeos urbanos”, como le gusta definir a sus intervenciones artísticas, comienza 2012. Y desde entonces ha creado de todo. Desde un país, una línea de joyería llamada Madrid es una joya, inspirada en las formas de la arquitectura disuasoria (y de la que constantemente sube fotos en su Facebook, hasta ha diseñado bancos para que los puedan crear los ciudadanos. Ahora presentan su última innovación, el aceite virgen extra Los Madriles. “Ya se elaboraba aceite en Madrid porque había una gran cantidad de olivos hasta que la ciudad se los fuera comiendo. Ahora somos los únicos en hacerlo”, dice César.
La filosofía de su trabajo siempre es coger algo que tiene un uso muy concreto, en este caso los olivos como elemento decorativo en la ciudad, y desviar su utilidad. Pero la primera pregunta que a todo el mundo se le viene a la cabeza al imaginarse un olivo en mitad de una rotonda madrileña es si realmente es sano. “Sí. Está analizado y es de buenísima calidad. Listo para tomarlo en una ensalada. Otra cosa es que te guste porque la aceituna de Madrid es prácticamente cornicabra en su totalidad y en cuestiones organolépticas tiene un retrogusto picante. Pero es brutal”, dice César.
El pasado verano comenzaron a investigar localizando los árboles dentro del perímetro de la M30. Después hicieron una recogida temprana de la oliva para preservar las características alimentarias óptimas y potenciar los aromas frutados. “Esta práctica no es nada habitual en la producción industrial de aceite donde esperan a finales de diciembre para que la oliva tenga más peso a costa de perder gran parte de sus propiedades organolépticas”, explica César. 24 horas después de la recogida llevaron a cabo la molturación. “Esto lo hicimos en el Instituto de la Vid, un centro de Formación Profesional ubicado en la Casa de Campo, donde tienen la única almazara de Madrid. Por lo tanto podemos afirmar que es un producto de los que llaman kilómetro cero”, cuenta.
Otra pregunta que le asalta a uno es si es legal ponerse a recoger las olivas de la capital. “Pues no lo sé”, responde riendo. “Nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento porque en Madrid hay mogollón de olivos en parques. Y nos dijeron que para eso tenían que darnos una concesión. Así que este aceite se ha desarrollado en la máxima clandestinidad. En un futuro, nos gustaría poder comercializarlo. Y que se involucrara más gente para poder sacar todo el rendimiento posible a estos recursos”.
De esta primera cosecha solo han salido 30 botellas. Pero esperan doblar la cifra en la siguiente. “Nunca será nada industrial. Las rotondas dan para lo que dan. El interés no está en que se pueda adquirir en un supermercado sino en hacer reflexionar a la gente sobre cómo ha cambiado la ciudad. Queremos llamar la atención de estos elementos del espacio urbano como son los olivos, con los que se puede interactuar y socializar, y reivindicar la apropiación ciudadana del territorio. Además, me gustaría que este proyecto pudiera acabar siendo un beneficio para la propia ciudad”.
La etiqueta, con dos hombres vestidos de chulapos besándose, también llama la atención. “Queríamos hacer un producto inesperado y romper estereotipos. Si te fijas en las etiquetas de los aceites más populares normalmente hay una chica sexy con un olivo detrás o sujetando un tarro de aceite. Así que intentamos hacer la maniobra contraria, un producto improbable y contraintuitivo, una invitación a ver Madrid desde una perspectiva nueva: como generadora de recursos alimenticios”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.