Marca España, por Loquillo
El «yo la tengo más grande» puede crear sentimiento de inferioridad
El paseo matinal por la prensa diaria es el delirio cotidiano. Leo fascinado los pasos de la información política y social de nuestro mundo y no puedo apearme de la perplejidad. Según últimos informes difundidos ampliamente, el pene español en erección tiene una media de 13,5 centímetros.
Parece ser que un estudio realizado recientemente viene a constatar una realidad ya conocida en anteriores informes: que los franceses, alemanes e italianos la tienen más larga. Ante la magnitud de la tragedia uno piensa en qué, cómo, cuándo y dónde se han realizado estos estudios. Tengo dudas: ¿Se trata de una investigación universitaria? ¿Es más bien un estudio de una clínica de cirugía reparadora? ¿Te paran por la calle para preguntarte? ¿Te llaman por teléfono? «Mire estamos haciendo un test de penes erectos, ¿le importaría formar parte de nuestra estadística?» De verdad que no me lo puedo imaginar.
Y se me plantean, a partir de aquí, las hipótesis: ¿Cómo conseguir una erección ante la mirada científica del encuestador o encuestadora? ¿El entrevistado debe de tener facilidad para la erección? En caso de no cumplir, ¿puede pedir ayuda desinteresada para conseguir llevar a cabo el estudio? ¿Se ofrece uno como candidato?
Una vez conseguida la máxima puntuación eréctil, ¿qué hacemos con eso en la mano? ¿Se va el señor consultado a seguir con sus tareas profesionales? ¿Se le facilita un alivio rápido? Y otra cosa: para medir un pene erecto, ¿es lo mejor la cinta métrica de toda la vida? ¿Existen especialistas en este tema tan preocupante para todo hombre y para el equilibrio de fuerzas mundial?
Este estudio, ¿tiene algo que ver con subir la moral masculina nacional tipo «si esta es la media, mira lo que tengo yo»? ¿O ha sido elaborado por una potencia extranjera que lo único que busca es socavar la autoestima en un momento de crisis, justo ahora que se nos anuncia una recuperación económica?
Todos sabemos de lo que son capaces los gabachos, teutones y raviolis para quedar siempre por encima de nosotros. Creen que pueden venir a dejarnos en ridículo frente a nuestras parejas, sean del género que sean. Lo que ellos no cuentan y callan, es que países como Congo o Ghana rozan los 18 centímetros de media. ¡Anda y chúpate ésa, estadista mamón!
Me cuenta un amigo que, dolido por el tema de flagrante actualidad, no dudó en medir su miembro para quedarse tranquilo. Su novia, tampoco dudó, jocosa, en echar mano a la cinta métrica, cosa que molestó lo suyo a mi colega, que creyó que su historia de amor acabaría viéndose afectada si no se concentraba lo suficiente para superar la gran prueba.
De todos es sabido la facilidad que tenemos los españoles para exagerar hasta aburrir. Uno habla de lo que conoce. En España, a los machitos, ya saben, se nos va la fuerza por la boca y el «yo la tengo más grande» puede crear un sentimiento de inferioridad a los más sensibles y temerosos de Dios, ya sea en los vestuarios, viendo porno acrobático en la Red y escuchando las campañas electorales –que nos asolan por tierra, mar y aire–, donde también se abusa mucho, del «y yo más», «y «tú más», «y él más», según convenga.
Y para acabar otra duda: ¿deben nuestros representantes políticos presentar una queja formal en Bruselas ante el ataque que ha sufrido la marca España? ¿Cómo debemos recibir a nuestros amigos comunitarios, a cara de perro y golpe de contra estadística? ¿Con qué cara nos mirarán ahora las suecas? Puestos a marear perdices: ¿deberíamos crear un gabinete de crisis y sembrar brotes tiernos de «no es lo que comes sino cómo masticas»?
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