De la ‘gestación invisible’ del siglo XVI a Beyoncé: ¿por qué el embarazo sigue siendo un tabú en el arte?
El Museo Foundling de Londres explora la representación del cuerpo femenino durante la gestación a lo largo de la historia del arte en la exposición ‘Portraying Pregnancy’. Su comisaria, Karen Hearn, nos explica cómo se ha pasado de invisibilizarla a reivindicarla.
Mientras posaba para Hans Holbein en 1526, Cicely Heron, hija de Tomás Moro, estaba embarazada, pero eso apenas se aprecia en su retrato salvo por la tirantez de las cintas de su corpiño. En 2017, Beyoncé Knowles posó rodeada de flores y enfatizando con orgullo su barriga de gemelos para el artista Awol Erizku, que batió récords de likes en Instagram ese año. Y este cambio de percepción a lo largo de cinco siglos de la figura femenina embarazada en el mundo del arte es el tema que analiza la muestra Portraying Pregnancy: From Holbein to Social Media, que desde el 8 de julio se puede visitar en el Museo Foundling de Londres. “Ver una exposición cuyas protagonistas sean las mujeres embarazadas no resulta muy habitual en los museos. Es una de las muchas narrativas alrededor de la mujer que hasta ahora no se han explorado”, sostiene Karen Hearn, profesora honoraria del University College de Londres y conservadora de arte de los siglos XVI y XVII de la Tate Britain entre 1992 y 2012, comisaria de la muestra.
Según Hearn, pese a que hasta bien avanzado el siglo XX muchas mujeres pasaban la mayor parte de su edad adulta embarazadas “durante muchos años este asunto no ha sido considerado aceptable para una exposición de arte por la sociedad, esta es la primera vez que se le da esa entidad”. En ella buscan explicar cómo ha ido evolucionando esa representación, muchas veces inexistente. “Preparando la exposición descubrí que se podría hablar de ’embarazo invisible’ en los retratos del siglo XVI, porque no se solía representar. Después se empezó a representar sutilmente, aludiendo a elementos simbólicos. El estado de gestación solo comenzó a reaparecer en los retratos británicos al principio del siglo XX, e incluso entonces la mayoría eran obras de artistas hombres que pintaban a sus propias esposas, destinados a la exhibición privada”, explica la comisaria.
La presencia de mujeres artistas cambió en cierto modo las reglas del juego, añade Hearn: “Cuando las pintoras empezaron a retratarse a sí mismas durante el embarazo, su aproximación al mismo y sus imágenes mostraban una aproximación totalmente diferente a la masculina, más cruda y directa”. En la exposición pueden verse algunos de esos ejemplos, obras de creadoras como Ghislaine Howard o Chantal Joffe.
Pero ¿por qué durante siglos se consideró la representación de las mujeres embarazadas del mundo del arte un tabú? Parecía una imagen solo apta en las escenas religiosas de La Visitación del Nuevo Testamento, que recreaban el encuentro de la Virgen María y su prima Isabel. “Porque en muchos momentos a lo largo de la historia mostrar a una mujer embarazada se ve como una transgresión. Es algo que ha provocado hostilidad o incluso rechazo ante tal clara evidencia de la actividad sexual femenina”, aclara la comisaria.
La irrupción de la fotografía, en contra de lo que pudiera imaginarse, no supuso un aumento de la representación de las embarazadas en el mundo del arte, apunta la comisaria: “Uno podría haber pensado que iba a ser así, porque la fotografía captura exactamente lo que se ve por la lente de la cámara, pero no supuso que la visibilidad fuera mayor hasta pasado mucho tiempo. Hasta muy avanzado el siglo XX un embarazo visible solía ser retocado cuidadosamente, como se puede ver en la imagen de 1958 de Cecil Beaton en la que aparece Leslie Caron que mostramos en la exposición”.
La gran reivindicación de este tema, sugiere la experta, surgió en 1991, con la portada de Vanity Fair que mostraba a una embarazadísima Demi Moore posando desnuda para Annie Leibovitz. “A partir de ahí muchos retratos fotográficos comenzaron a celebrar el cuerpo gestante femenino. Gradualmente, bajo el control de las famosas, particularmente a través de las redes sociales, este tipo de retrato se ha convertido, de hecho, en una forma importante de autopromoción”.
Además de en la representación del embarazo, la exposición analiza su influencia en la vestimenta y también cómo se entendía este estado en ciertos momentos históricos. Por ejemplo, la investigadora comenta que en 1973 “surgió en Londres una moda extraña de corta duración”: consistía en que las mujeres utilizaban ‘almohadillas para el vientre’ que simulaban el embarazo sin que estuvieran encinta. “Mostramos un grabado de Isaac Cruikshank que satiriza sobre esta moda extraordinaria”, explica Hearn. También revelan la carta escrita por Elizabeth Joscelin en 1622 a su hijo aún no nacido; no era una práctica infrecuente, dado que muchas madres fallecían durante el parto, según explica Hearn: “La premonición de Elizabeth se hizo realidad, sabemos que murió nueve días después del nacimiento de su hija, y este manuscrito es un testimonio muy emotivo”.
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