Belén Cuesta: “Al empezar hay momentos durísimos. Tienes que trabajar de lo que sea”
La actriz iba para abogada, pero se cruzó con la interpretación. Triunfó en la comedia y ganó el Goya por un drama. Ahora vuelve a cambiar de registro y se lanza al terror. No deja de sumar estrenos, de transformarse: será Fabiola de Mora y Aragón en ‘Balenciaga’.
Belén Cuesta (Sevilla, 1984) baja del taxi y lo primero que se ve son unos mocasines negros. Relajada y risueña, su look totalmente normcore (una discreta falda midi ocre, una camisa blanca oversize) y unas cajas de cartón que porta con ligereza hacen menos evidente que está embarazada de cinco meses. El viaje de esta actriz locomotora, que comenzó cuando ponía copas con su amigo Javier Ambrossi en el bar Válgame Dios del barrio de Chueca, en Madrid, hace parada en la maternidad. Otros andenes, antes, han sido participar en series de alcance internacional como La casa de papel o recibir un Goya como actriz. “Ha sido todo muy rápido, pero muy bonito. Yo volvería a hacerlo todo exactamente igual”, asegura. Su primer contacto con la interpretación lo tuvo en un grupo de teatro escolar en Fuengirola, donde creció. Esa niña de Los Boliches iba para abogada, como su padre y su hermano; de hecho, hizo un año de Derecho, pero lo dejó para estudiar en la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) de Málaga. “A veces me planteo cómo habría sido mi vida si hubiera sido abogada”. Cuando se mudó a Madrid se formó un grupo de amigos —los Javis, Anna Castillo, Macarena García— que hace una década triunfó con una pequeña obra teatral presentada en el teatro Lara de Malasaña, La llamada: “Nos cambió la vida a todos la vez, Anna empezó a trabajar mucho, La llamada iba muy bien, los Javis no paraban… Pasamos juntos por un momento muy especial, aunque no sé si era muy consciente”.
Pero no todo era diversión. “Hay momentos durísimos. Uno llega a Madrid, intenta hacer pruebas y castings y no te cogen, te quedas cerca, y nada, sigues sin llegar, tienes que trabajar de lo que sea, sientes que tus ganas de hacer lo que te gusta no se están viendo cumplidas… Hay momentos no sé si dolorosos, pero sí difíciles, duros. Aguantas, sigues porque tienes la necesidad de actuar”, argumenta. En 2017 le llegó su primera nominación a los Goya, por la película de Paco León Kiki, el amor se hace. Esta cinta reforzó su fama como actriz de comedia, género al que parecía destinada, pero con La trinchera infinita se reivindicó como actriz dramática. Fue Goya en 2020.
Con su trayectoria, proyecto a proyecto, trata de esquivar encasillamientos. Ahora vuelve a cambiar de registro. Se ha lanzado al género del terror y lo sobrenatural, con el reciente estreno de El cuco y la presentación en el festival de Sitges del cortometraje Ahora vuelvo y la serie Romancero (Prime Video, 3 de noviembre). “Me apetece probar muchas cosas, ver cómo me defiendo, cómo sufro… Quería ver cómo se hacía desde dentro este género, que me ha parecido muy interesante y muy difícil”, indica. En estos rodajes, aunque se describe como “un poco asustona”, ha pasado “más risa que miedo”. Admite sin dudar que su gran temor es “no trabajar”. El despegar de su carrera coincidió con la eclosión del #MeToo, un movimiento iniciado en la industria audiovisual que no deja de expandirse a otros ámbitos, como ocurrió con el reciente #SeAcabó de la selección femenina de fútbol. “Afortunadamente en cualquier ámbito hoy en día se está diciendo ‘Hasta aquí’, no solo en el cine o el deporte. Algo necesario está pasando”, recalca. Dentro del mundo audiovisual destaca un cambio en lo referente al físico de las actrices. “En mi industria está habiendo más hueco para la mujer de verdad, que es algo que no pasaba cuando yo empezaba. Recuerdo de muy jovencita ir a pruebas y había algo con la belleza muy exigente. Y yo nunca me consideré la guapa ni mucho menos. La industria ahora está abierta a las mujeres reales”, subraya.
También coincide con ese movimiento una nueva mirada que pone en el centro historias escritas, dirigidas y protagonizadas por mujeres. Como la miniserie Las largas sombras, que llegará en los próximos meses en Disney +, en la que Cuesta comparte protagonismo con Elena Anaya, Marta Etura e Irene Escolar. Este relato sobre la amistad femenina es el nuevo proyecto de la directora Clara Roquet, premiada por su ópera prima, Libertad. “Ha sido uno de los rodajes más placenteros que he vivido, de una armonía no muy usual”, dice la actriz, que en un futuro no descarta ponerse al otro lado de la cámara. “A veces lo que pasa es que se estrenan muchas cosas a la vez y parece que uno no ha tenido hueco ni para comer, pero no es así”, relativiza. A principios de año fue Cristo y Rey, donde daba vida a Bárbara Rey, y tiene pendiente el estreno de la miniserie Balenciaga, en la que se mete en la piel de Fabiola de Mora y Aragón, para quien el maestro de Getaria diseñó un vestido de boda histórico: su enlace en 1960 con Balduino I de Bélgica fue la primera boda real retransmitida en directo en televisión. “Me he quedado impactada con el trabajo del equipo de vestuario, han hecho réplicas de los modelos, los ves y son esculturas”, subraya. ¿Es ya la actriz 360 que buscaba el personaje interpretado por Brays Efe en Paquita Salas? “No, para nada, me faltan muchas cosas para ser esa actriz 360”, dice entre risas. Pero con Magüi, su personaje en esa serie de 2016, sí logró algo que muy pocos consiguen: convertirse en un meme. Sus “Evidentemente”, “Uf Samur” o “¿Soy una fashion victim?” ya son cultura pop. “Que un personaje que has hecho trascienda así es muy bonito”, asegura, sin temor a la fama de la viralidad. De momento continúa sumando estrenos, como si fuera esa actriz en España que lo hace todo. Incluido el papel de madre.
*Maquillaje y peluquería: Paola García (One-off Artists) para Chanel. Producción: Cristina Serrano. Asistente de estilismo: Rubén Cortés.
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