Anne Imhof: “Como artista ‘queer’ y mujer estoy preparada para analizar las desigualdades y cambiarlas”
La artista alemana, que logró el León de Oro en la Bienal de Venecia de 2017, ha pasado de la cultura de club a los museos y a colaborar con Riccardo Tisci. Ahora expone en el Palais de Tokyo y el Castello di Rivoli.
“La creatividad es extraña a veces”, susurra al otro lado del teléfono Anne Imhof (Giessen, Alemania, 43 años). Resume así cómo ha sido el último año. Pandemia, sentimientos encontrados; primero parálisis, luego explosión creativa. Acaba de volver a Fráncfort desde París, donde ha inaugurado Natures Mortes, su carta blanca en el Palais de Tokyo, una exposición que podrá visitarse hasta el 24 de octubre y que en otoño se completará con performances. “Creo que este año, en cierto modo, casi he utilizado el trabajo como una vía de escape. Porque al inicio de la pandemia todo iba muy rápido, en el mundo ocurrían muchas cosas que nos afectaban a todos. Me quedé muda, no podía hablar sobre lo que estaba ocurriendo, todo eran preguntas”, reflexiona. Por eso buscó respuestas, no dejó de crear: en septiembre de 2020 colaboró con Riccardo Tisci, director creativo de Burberry, en su desfile de primavera-verano 2021; además de la exposición de París, acaba de presentar en el Castello di Rivoli de Turín la tercera entrega de Sex (un proyecto que inició en la Tate Modern de Londres en 2019), y ahora prepara una nueva pieza en Moscú para 2022.
¿Esta situación ha impulsado su creatividad?
Permanecí mucho tiempo en el mismo lugar, tenía un espacio para estar concentrada, sola, algo muy diferente a lo que suele ocurrir. Comencé a trabajar muy estrechamente con mi pareja, Eliza Douglas [pintora estadounidense, modelo e inspiración de Demna Gvasalia, director creativo de Balenciaga y fundador de Vetements], en música y en proyectos más autónomos… Al final ha sido un año productivo, sobre todo a partir de la segunda fase de la pandemia, cuando sentí una urgencia renovada de crear.
¿Cómo es su conexión con su pareja al trabajar?
A las dos nos gusta hacer nuestro trabajo individual, pero compartimos nuestra vida y procesos creativos conjuntos. Los límites entre mi trabajo y mi vida son muy difusos, todo es una sola cosa. Y la amistad, y especialmente mi pareja, son una gran influencia. Cuando Eliza empezó a trabajar con nosotros en 2016 influyó en lo que estaba haciendo. Trabajo siempre con un equipo, estamos compenetrados, nadie tiene un título o quiere méritos, simplemente estamos juntos todo el día, desde que nos conocimos en Fráncfort.
Allí estudió arte, y también descubrió los clubes. ¿Le influyó más esa escena que la académica?
Empecé en la escuela de arte muy tarde y, es verdad, los clubes me enseñaron mucho. Yo creaba música desde otra perspectiva, pensaba que podía hacer lo que quisiera, no me planteaba su valor.
Simplemente creaba.
Sí, y veo que muchas de las cosas que hago ahora están superconectadas con esa forma de trabajar y de pensar, trato de ser fiel a ese espíritu. La disciplina es necesaria, pero hay que ser capaz de sentir las cosas, vivirlas, tener una corazonada y seguirla.
¿Ha resultado difícil lidiar con las expectativas? Tras ganar el León de Oro en Venecia en 2017 se hizo muy popular. ¿Sintió presión?
Creo que Faust fue una explosión, y que también me explotó en la cara. De pronto, todo el mundo observaba mi obra, y a mí. Afortunadamente fue bien. No creo que esa experiencia me hiciera más atrevida, pero sí me hizo reflexionar sobre mi trabajo, dudar más.
¿Por eso no le gusta la repetición? En la nueva pieza de Sex explora otros elementos, evoluciona.
Siempre trato de avanzar, y de poder permanecer fiel a lo que siento que es importante. En Castello di Rivoli voy a mostrar por primera vez muchos de mis dibujos, por ejemplo. Ha sido bueno volver a dibujar a mano, exponer algo sin una performance, estar concentrada de una manera más autónoma.
¿Considera su trabajo político? Se define como antifascista, y ahora se puede ver esa palabra escrita en uno de los grafitis que forman parte de su carta blanca en el Palais de Tokyo.
Creo que mi trabajo es mi trabajo. Y también soy antifascista. Todo el mundo debería hacerse ese tipo de pregunta sobre su posición, es una cuestión de actitud. No se trata de algo sobre lo que habla el trabajo: soy yo como persona. Los grafitis estaban ya ahí, yo no los hice, utilicé vidrio reciclado del edificio, los habían hecho artistas callejeros.
Algunos críticos dijeron que en Faust utilizaba el lenguaje visual de la moda y la publicidad. ¿La moda puede ser considerada arte, algunos diseñadores tienen un enfoque artístico?
Sí, definitivamente, lo pienso. Pero definitivamente creo también que lo que yo hago no es moda… Pero pienso que hay diseñadores cuyos pensamientos muestran eso, que a menudo la moda es más de lo que vemos en los productos.
¿Las performances tienen una relación especial con el mundo de la moda? Usted ha colaborado con Burberry; Silvia Calderoni colaboró con Alessandro Michele en una campaña de Gucci, y Tisci también creó el vestuario de la ópera de Marina Abramovic…
Opino que las casas de moda están muy interesadas en el trabajo de los artistas, y viceversa. Muchas veces son los vínculos personales los que llevan a buenas colaboraciones, los que inspiran la moda, los que inspiran el arte. Funciona en ambos sentidos. Para mí como artista fue interesante trabajar con Riccardo en el desfile.
¿Y cómo ha sido volver a exponer? ¿Lo vivido este año cambia cómo entendemos los museos?
Sí, hay una oportunidad de hacerlo todo nuevo.
¿Usted qué cambiaría?
Tenemos que procurar que las estructuras no permanezcan igual. Me parece que es bueno hacer exposiciones por los motivos que realmente crees que son importantes, que son reales. Y creo que los museos siguen pudiendo ser lugares donde podemos hacer que ocurran cosas que serían imposibles en otros sitios. No se trata solo de un trabajo de las instituciones, sino de los artistas junto a las instituciones, me parece importante que observemos lo que podemos hacer con detalle y cómo podemos utilizar el espacio para compartirlo, a la vez que lo cuestionamos todo. Solo es posible crear cosas nuevas si te cuestionas de forma radical cómo eran las cosas. Hay que escuchar, hablar y apoyarse unos a otros como artistas.
¿Se está produciendo este cuestionamiento? Centros como el MoMA han modificado sus discursos para mostrar más diversidad.
Sí, hay que analizar todas las estructuras, las desigualdades, y ver cómo cambiarlas. Y no me refiero a un cambio superficial, sino uno profundo. Tiene que haber alianzas entre artistas; puedo hablar por mí misma, como artista queer [identidad de género y sexual diferente a la heterosexual y cisgénero] y mujer, y decir que estoy preparada para ello.
¿Ya hay otra visión? Emma Lavigne, una de las comisarias de Natures Mortes, preside el Palais de Tokyo, y ahora Laurence des Cars acaba de ser designada como la primera directora del Louvre.
Creo que es importante que haya mujeres en puestos de dirección. Es necesario que analicemos las desigualdades en el campo del arte en una mayor escala, pero también que no cometamos el error de dar por sentado todo lo que está sucediendo, mirar en la historia del arte lo que se ha pasado por alto y ver también lo que está ocurriendo en todos los campos, como el cine, el teatro, la poesía, la música. Empoderarnos, hablar, actuar.
¿Cómo han cambiado las redes sociales el concepto de performance? Faust se hizo muy popular en ellas cuando los asistentes a la Bienal de Venecia grabaron y compartieron la pieza.
Cuando hicimos Faust yo no era nada activa en las redes, y para mí fue un completo shock. Nos planteamos todo tipo de reglas, pedir a la gente que no utilizara sus teléfonos, pero decidimos que teníamos que aprender a enfrentarnos a ello. También sentí que había gente que miraba la pieza y no entendía cómo actuar ante ella, y eso es algo que ocurre hoy en día en la sociedad, algo que hacemos cuando vemos algo que nos hace sentir nostálgicos, o queremos conservar: añadimos una pantalla entre nosotros y la escena o el objeto. Tengo la sensación de que la gente creó sus propios archivos.
Dice que constantemente se pregunta cuál es su papel en el mundo del arte como artista queer, blanca y mujer. ¿Ya ha encontrado la respuesta?
Creo que el trabajo que haces es lo más importante. No puedo definirme solo por mi identidad, aunque pienso que es clave ser fiel a uno mismo mientras estás abierto al cambio necesario. Y eso no siempre es sencillo… No siempre resulta fácil ser una persona queer, pero sobre todo me enorgullece, aunque hubo momentos en los que tuve que ocultarlo. Todo eso, todo lo que sentí, ha contribuido a forjarme como persona. Quiero hacer un buen trabajo, que hable por sí mismo. Como artista es importante ver y apoyar de verdad a los otros, y la alteridad de los demás.
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