Xinyi Ye (‘Chinas’): “Mis padres me decían que no tenía que hacer lo que los españoles. Pero me preguntaba, como mi personaje, ‘¿qué hago aquí?”
La actriz debuta en la gran pantalla protagonizando la última película de Arantxa Echevarría. Un papel que supone un nuevo y esperanzador rumbo en su vida
Xinyi Ye (Madrid, 22 años) andaba perdida cuando leyó en su móvil aquel mensaje sobre la convocatoria de actores no profesionales para un próximo rodaje cinematográfico en el barrio. Había dejado los estudios, enlazaba trabajos efímeros sin encontrar la motivación para medrar en ellos y las peleas en el seno familiar eran tan frecuentes que se había marchado de casa. Dudó incluso si presentarse al casting por su miedo a hablar en público, pero se obligó a rellenar el formulario como respuesta terapéutica a la timidez que la acompañaba desde su niñez. “En aquel momento de mi vida no tenía ni idea de lo que quería hacer, no me gustaba nada. Hasta que surgió lo de la película… y me enamoré”, confirma la joven. El flechazo fue correspondido y la directora Arantxa Echevarría encontró en ella a la protagonista de su nuevo y esperado filme, Chinas.
La película, ya presente en la cartelera, cuenta la historia de dos niñas de origen chino con contextos sociales y económicos diametralmente opuestos que coinciden en la misma clase del colegio. Tras su celebrado retrato de un amor lésbico entre gitanas en Carmen y Lola, Echevarría reflexiona ahora sobre la identidad y la integración trasladando su mirada a Usera, el distrito madrileño con la mayor concentración de población originaria del gigante asiático en España. Allí también reside hoy en día esta actriz debutante que da vida a Claudia, la hermana mayor de una de las niñas. Ella se enfrenta a sus padres para lograr que la vida de la pequeña no se circunscriba, literal y figuradamente, a los límites del bazar familiar.
Xinyi Ye fue la primera sorprendida al enterarse de que había sido elegida. “El personaje estaba más españolizado y yo solo escucho música china, veo películas chinas y salgo muy poco con españoles porque me cuesta integrarme. Nunca quedaba con mis amigos después de clase o los fines de semana, así que siempre había algo que me separaba”, evoca, “pero Arantxa cambió el papel por mi sensibilidad”. Al hablar sobre su descubridora, que se ha convertido además en mentora y confidente, la joven es franca: “Me ha querido, me ha protegido y ha confiado en mí. Es la persona más importante de mi vida”.
Arantxa Echevarría me ha querido, me ha protegido y ha confiado en mí. Es la persona más importante de mi vida”
Como china de segunda generación, y aunque afirma no haberse sentido nunca discriminada por sus rasgos, Xinyi Ye conoce de primera mano el dilema que supone tratar de equilibrar dos culturas con tradiciones y normas tan distintas. “Mis padres me decían que no tenía que hacer lo que los españoles, pero yo he nacido y crecido aquí, me están educando en un colegio español con compañeros españoles y todo lo que me rodea es español. Entonces, me decía lo mismo que mi personaje, ‘¿qué hago aquí?”, reflexiona. Incluso antes de rodar la primera secuencia, la presencia de escenas íntimas en la película se convirtió en una preocupación dentro del seno familiar por lo que podría opinar la comunidad. “Yo les calmé y les dije que no se preocuparan, que no iba a pasar nada malo. Y ellos me contestaron: ‘Pues ya que te has metido, hazlo bien”. El actor que comparte con ella esa escena es el tercer chico al que la joven ha besado en su vida. “¡Y el primer español!”, exclama mientras libera una carcajada, “en los ensayos él lo pasó peor que yo”.
La experiencia ha cambiado por completo su realidad. Ahora estudia interpretación en una academia, se ha presentado a varias audiciones para repetir como actriz y espera impaciente la llamada de una agencia de representación que encauce su futuro en la industria. Pero mientras aprende a domar el talento bruto que queda patente en Chinas para perfilarse como la siguiente gran promesa de nuestro cine, se muestra de sobra agradecida por el crecimiento emocional cosechado. “He arreglado los daños que tenía en mi corazón desde pequeña por la relación con mis padres y me ha subido la autoestima. En el rodaje todos los del equipo me decían cosas positivas: ‘Qué bien lo haces’, ‘Esto te queda genial’, ‘Estás muy guapa’… Y claro, yo salía de las grabaciones radiante. Sentía que brillaba”, reconoce.
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