Naomi Osaka, la ganadora del US Open, deja de lado la neutralidad y lleva el debate sobre la diversidad a la pista
Hija de japonesa y haitiano, dedicó su victoria a sus ancestros, eligió un tocado ghanés para posar con su trofeo y lució mascarillas con nombres de víctimas para apoyar el movimiento Black Lives Matter. «Los que me decían ‘Mantén la política alejada del deporte’ en realidad me han inspirado para ganar», afirma.
En 2018 Naomi Osaka (Osaka, 1997) hizo historia al convertirse en la primera tenista japonesa en ganar un torneo de Grand Slam en la categoría individual, tras derrotar a Serena Williams en el US Open. Ahora, dos años después, la actual número 3 mundial de la WTA ha repetido hazaña: el 12 de septiembre se llevó de nuevo este abierto, al vencer a la bielorrusa Victoria Azarenka. Pero su victoria tuvo impacto más allá de la pista por su reivindicación constante de la diversidad: durante todas las jornadas lució mascarillas en apoyo del movimiento Black Lives Matter y para su posado oficial con el trofeo hizo una declaración de principios con su atuendo.
Eligió un tocado de tejido kente, una tela de origen ghanés con la que rendía homenaje a su origen haitiano. «Ya sabíais que iba a tener que sacar el tocado para esta ocasión», escribió en sus redes sociales. Este tipo de tocados suelen utilizarse en Haití en eventos relevantes o para subrayar ocasiones especialmente emotivas para quien los luce, según explicaba un artículo de la edición estadounidense de Vogue. Osaka vive en Florida, tiene, además de la japonesa, la ciudadanía estadounidense y su hermana, Mari Osaka, también es jugadora de tenis profesional. En la rueda de prensa posterior a su victoria, precisamente, la tenista agradeció a su madre todos sus esfuerzos para apoyarla en su carrera: «Recuerdo ahora todo lo que mi madre sacrificó por mí cuando yo era más joven y ella ni siquiera podía asistir a mis partidos. Tengo recuerdos de ella despertándose a las cuatro de la mañana para coger el bus y luego un tren. Sé todos los sacrificios que ha tenido que hacer. Espero poder devolvérselo todo un día».
Aunque compite bajo bandera japonesa, Osaka siempre ha puesto de relieve sus raíces mestizas: su madre es japonesa y su padre haitiano, algo que no sentó muy bien en su familia materna, que tardó en aceptar esa unión. Y después de ganar este US Open Osaka quiso dedicar la victoria a esos orígenes mixtos: «Quiero dar las gracias a mis ancestros porque cada vez que recuerdo que su sangre corre por mis venas es un recordatorio de que no puedo perder». Esta declaración tuvo muchas respuestas en las redes sociales, entre ellas críticas de seguidores que la acusaban de mezclar deporte y política, o de rendir homenaje solo a su herencia haitiana, obviando la parte japonesa. «Los que me decían ‘Mantén la política alejada del deporte’ en realidad me han inspirado para ganar. Mi intención es permanecer en sus televisores tanto como pueda», fue su respuesta ante ese tipo de comentarios. Su actitud también fue elogiada. El político nipón Fumio Kishida, candidato suceder al primer ministro japonés, la apoyó en Twitter: «La respeto, porque luchó por obtener el mejor resultado, subrayando la importancia de la diversidad en el mundo. Obliga a la admiración».
Porque la tenista tiene claro que su visibilidad implica un activismo: a lo largo del US Open –celebrado en el Billie Jean King National Tennis Center de Queens, Nueva York– lució mascarillas faciales negras con distintos nombres en letras blancas: Breonna Taylor, Elijah Mcclain, Ahmaud Arbery, Trayvon Martin, George Floyd, Philando Castile y Tamir Rice. Todos ellos personas negras víctimas de la violencia policial, todos ellos nombres que han inspirado el movimiento Black Lives Matter para luchar contra esa violencia. El primer día que pisó la pista lo hizo con la mascarilla con el nombre de Breonna Taylor (la mujer de 26 años que falleció tras recibir ocho disparos de la policía en su casa de Kentucky el pasado marzo) y para la final recordó el nombre de Tamir Rice (que murió en 2004, a los 14 años, en Cleveland, a manos de un policía de 26). Al ganar el campeonato, un periodista del canal deportivo ESPN le preguntó a la deportista qué mensaje quería enviar llevando estas mascarillas y ella respondió que «la pregunta más bien es cuál es el mensaje que cada uno ha recibido, el fin es hacer que la gente empiece a hablar de ello».
La actual número 3 mundial de la WTA se está convirtiendo en una de las jugadoras más populares y solicitadas por las firmas fuera de la pista, y –como la futbolista Megan Rapinoe o el jugador de baloncesto Colin Kaepernick– no duda en emplear esa fama para defender sus principios: junto a Nike ha lanzado un programa para incentivar el deporte entre las niñas («En todo el mundo, las niñas abandonan los deportes el doble que los niños. Y algunas, especialmente de comunidades subrepresentadas, ni siquiera tienen una oportunidad. Cuanto más aprendía sobre las barreras que enfrentan las niñas para mantenerse activas, más decidida me sentía a hacer algo al respecto», explicó entonces) y recuerda sin cesar su compromiso con el movimiento BLM.
Además, acaba de lanzar una colección de moda con Adeam (marca creada en 2012 por la diseñadora japonesa Hanako Maeda, y elegida por personajes como Michelle Obama, Oprah Winfrey o Brie Larsson) y el pasado septiembre protagonizó la portada y un editorial de moda en The Wall Street Journal Magazine. En la entrevista que acompañaba a esa sesión de fotos explicaba que el pasado verano voló a Minneapolisjunto a su novio, el rapero YBN Cordae, para sumarse a las protestas del movimiento BLM que se sucedieron tras la muerte de George Floyd sin pensarlo un minuto ni consultarlo con su mánager y que el desaparecido jugador de la NBA Kobe Bryant es su modelo a seguir. De hecho, al finalizar el US Open compartió en Instagram una imagen de ella con la camiseta del 8 de los Lakers, revelando que era una especie de ritual ponérsela después de cada partido: «Realmente creo que me daba fuerza».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.