Cailee Spaeny: “No vi la película hasta Venecia porque quería verla con Priscilla. Cuando acabó, me dijo: ‘He visto mi vida a través de ti”
Creció admirando a Sofia Coppola. Con 15 años, sus padres conducían 25 horas para llevarla a ‘castings’. A los 25, es Priscilla Presley para su directora favorita. Cailee Spaeny, ahora también estrella de Bulgari, aún intenta asimilar qué ha ocurrido mientras tanto
«No sé, ¿tú crees?”, bromea Cailee Spaeny (Springfield, 1998) cuando se le pregunta por su más que probable ascenso al estrellato tras el estreno de Priscilla, la nueva película de Sofía Coppola, una adaptación de la autobiografía de Priscilla Presley, Elvis and me, que narra la compleja y tóxica relación que mantuvo con el Rey del rock desde los 14 hasta los 28 años. Spaeny, que encarna a la protagonista, mide un 1,51 y Jacob Elordi, Elvis en la cinta,1,96, una apreciable diferencia de estatura con la que Coppola ha querido simbolizar lo pequeña y frágil que Priscilla se sentía siendo su esposa y que ha hecho que los dos actores coparan titulares al posar juntos en el Festival de Venecia. Spaeny se ha hartado de escuchar estos últimos dos meses cómo debe prepararse para recibir cientos de llamadas, hacer entrevistas y ver su rostro en los medios y en las redes sociales. “No puedo estar preparada para algo que desconozco”, dice sonriente, “estoy muy feliz de haber ganado el premio [fue galardonada con la Copa Volpi a la mejor actriz], por mí, por Sofía y por la película, pero creo que si me quedo ahí va a acabar siendo peligroso”. Es la primera vez que está en Milán, donde sucede esta sesión, también una de las primeras que protagoniza. Llega puntual, admira la decoración del estudio, el maquillaje, los percheros… “Me siento un poco Cenicienta”, le dice al equipo. Está aquí porque es la nueva embajadora de Bulgari y acaba de protagonizar la campaña de su perfume, Omnia. “Me ha fascinado trabajar con el equipo de la marca. Lo orgullosos que están del trabajo artesanal y de la historia que hay detrás. Todas las mujeres poderosas que han estado relacionadas con ellos… Me pilla además en un momento vital como este, en el que estoy pasando de ser una chica a aprender a ser una mujer, un poco como Priscilla en la película”, revela. Pocos días después de esta entrevista, la actriz cerraba el desfile de Miu Miu, porque si hay algo parecido a la venerada estética de las películas de Sofia Coppola, es el imaginario de la firma italiana. Puede que no quiera prepararse para lo que viene, pero la industria del entretenimiento ya se encarga de hacer su trabajo.
Empezó a actuar siendo una niña en el teatro local de su ciudad, ¿lo tuvo tan claro desde tan pequeña? Lo he hablado con mucha gente que se dedica a esto y a muchos nos ha pasado lo mismo. No conectaba con el tipo de vida que se supone que es normal. Nunca me gustó el colegio, lo pasé mal con los exámenes y esas cosas, con el sistema clásico de enseñanza. Así que empecé a cantar, a bailar y a actuar. Pero, claro, en una ciudad del sur de Misuri tampoco había mucho sitio para mí, no conocía a nadie que quisiera ser artista. Me pasé mi infancia rogando a mis padres que me llevaran a Los Ángeles. Hasta que lo conseguí.
¿Se mudaron con usted? En realidad, íbamos y veníamos 25 horas de coche. Tenía 15 años. Estuve cuatro años yendo a audiciones y recibiendo noes, pero sabía que en algún momento lograría dedicarme a esto. Trabajé en varios sitios, hasta en un parque de atracciones, y dos veces al año iba con mi madre y alguno de mis hermanos a Hollywood a probar suerte. Sin ellos no habría podido lograrlo. Hay que estar un poco loco para dejar que tu hija persiga sus ideales. Menos mal que lo estaban.
Y, de repente, la empiezan a llamar. En un lapso de cuatro años, trabaja usted con John Boyega, con Kate Winslet, se convierte en protagonista de una serie de culto como Devs… ¿Cómo lo procesó? He tenido una carrera peculiar como actriz. Conozco gente que ha tenido éxitos de la noche a la mañana, que ha pasado de no tener nada a tenerlo todo y les ha cambiado demasiado la vida, pero en mi caso ha sido extraño. Mi primer trabajo fue directamente como protagonista junto a Boyega en la secuela Pacific Rim y de ahí fui pasando a trabajar con directores y actores muy interesantes, pero siempre he estado un poco en segundo plano, algo que agradezco. Ha sido todo muy gradual y, aunque parezca rápido, muy pausado. Me ha dado tiempo a pensar qué quiero ser y con quién quiero trabajar, a procesar qué estaba pasándome.
¿Conocía la vida de Priscilla antes de interpretarla? Soy del sur de Estados Unidos: para nosotros, Elvis es el rey. He crecido yendo a Graceland, y por eso esta película es importante: me sabía la historia de Elvis, pero no la de Priscilla. Cuando empecé a leer el libro, aluciné. No tenía ni idea.
¿Qué es lo que más la ha conmovido de su historia? Todo. Está llena de cosas buenas y de cosas horribles… como la vida de todo el mundo, pero en su caso de una forma más exagerada. En su vida se pueden ver reflejadas muchas mujeres, ese viaje hasta lograr ser independientes, sobre todo las de su generación, que parecía que solo podían ser felices casándose y teniendo hijos, y no podían aspirar a nada más. Ella vivió eso, pero delante de toda América y siendo muy joven. Le han pasado cosas muy trágicas y sigue siendo protectora y amable con la gente a la que quiere, sigue siendo fuerte, es increíble. Al conocer a Priscilla entendí por qué Sofia quería hacer esta película, porque ella nació dentro de la realeza del cine y fue muy criticada hasta que consiguió tener una vida… La verdad es que desde que he hecho esta película soy una persona distinta.
¿En qué sentido? Me he dado cuenta de que no todo es blanco o negro, y que está muy bien que las mujeres cometamos errores, que nos equivoquemos todo el rato es lo normal. Necesitamos ver más historias en la ficción de este tipo, mujeres de verdad, complicadas. Igual que hay muchos personajes masculinos complejísimos. Porque luego parece que cuando un personaje femenino comete errores ya es la mala. Y, por supuesto, no es así.
¿Cómo fue el proceso hasta llegar a conseguir el papel de Priscilla? Pues te vas a reír, pero no hubo ningún proceso. Había hecho audiciones para Sofia un par de veces y ya conocía a los directores de casting y a varias personas de su equipo porque siempre he sido muy fan de ella. Cuando tenía 14 años, me encerré en mi habitación para ver toda su filmografía, fue la primera vez que me interesé por un director… en fin, que la he seguido mucho. Y hace un par de años conocí a Kirsten Dunst y nos caímos bien. Fue ella la que le dijo a Sofia que tenía la persona adecuada para el papel. Y un día me llamó. No sé si es que materialicé mis deseos o qué, pero así fue.
¿No hizo ninguna prueba? No, y fue espantoso, en serio. Porque me pasaba el día pensando “se va a arrepentir, no ha visto si soy capaz o no”. Ella tuvo más fe en mí que yo misma. Luego la ves trabajar y ves que tiene todo clarísimo, sabe perfectamente lo que está haciendo. Pero claro, yo tenía mucho miedo porque además me tenía que poner en la piel de una persona que iba a ver la película.
¿Qué te dijo la propia Priscilla cuando la vio? No quise verla hasta estar en Venecia, estaba muy nerviosa por saber su opinión y quería verla junto a ella. Cuando acabó, se giró y me dijo: “Qué gran actuación. He visto mi vida a través de ti”. Lloré. Fue increíble.
Y durante el rodaje, ¿qué fue lo más difícil? Rodamos en solo 30 días y no en orden cronológico. Imagínate. Por la mañana estaba embarazada y por la tarde era una niña de 14 años. Me obsesionaba con parecer auténtica en cada etapa. Me ayudó mucho el equipo de peluquería y maquillaje. De repente, me miraba al espejo y era una adolescente y luego de nuevo era una mujer de 27. Mentalmente, lo más difícil fue procesar que estaba interpretando a una persona real que está viva. Solo quería que a Priscilla le pareciera bien, que se viera a sí misma frágil y fuerte a la vez, porque al final ella durante unos años también tuvo que interpretar el personaje de la mujer del rey. Uf, todo eso fue dificilísimo.
Estará harta de que le pregunten esto, pero, ¿se siente preparada para lo que se avecina? No lo sé, la verdad, durante todos estos años he conocido a mucha gente que de repente ha tenido un éxito inesperado y no ha sabido cómo procesarlo, con muchas personas a su alrededor diciéndoles lo que tenían que hacer y lo que no. Por un lado, pienso que llevo mucho en esto, recibiendo noes, haciendo cosas muy distintas, y que ha sido una especie de entrenamiento, estoy muy orgullosa de mi evolución profesional. Por otro, intento no leer demasiado lo que se escribe sobre mí, aunque sea buenísimo, para no contaminarme el cerebro. Doy las gracias todo el rato, pero no profundizo para no estancarme.
¿Cómo se sintió en Venecia, con todos los ojos puestos en usted? Fue algo un poco extraño. Suelo sentirme cómoda metiéndome en la piel de los personajes, pero cuando tengo que salir ahí fuera siendo yo misma me resulta un poco intimidante. Te preguntas todo el rato, ¿quién soy yo?, ¿qué quiero representar? Por eso estoy intentando llevar un estilo clásico, atemporal. No sé, intento vivir el momento, podría hasta desmayarme de los nervios los momentos previos, pero luego respiro hondo, llego ahí y se me pasa. Intento disfrutarlo, porque son situaciones raras, únicas… y la vida es corta.
¿Y ha pensado qué quiere hacer ahora? Bueno, estoy intentando hacer algo muy distinto. Trabajar con Sofía era mi sueño y lo he conseguido, así que ahora toca pensar qué me apetece más allá de cumplir sueños. Quiero probar con el teatro, ojalá un musical. Y quiero trabajar con directores que tengan claro lo que quieren. Yo soy solo una pieza de un puzle y, la verdad, me gusta serlo.
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