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Alexandre Mattiussi, el diseñador que tiene un millón de amigos

El francés creó su propia marca, Ami, para poder diseñar prendas de calidad sin pretensiones. Trece años más tarde ha cumplido con creces su sueño de ver a gente de todas las edades con su ropa por la calle

Añexandre Mattiussi
Añexandre MattiussiLuc Braquet

En 2011, y tras trabajar en Givenchy, Dior o Marc Jacobs, el diseñador Alexandre Mattiussi tuvo una idea revolucionaria: hacer ropa sencilla, que no simple. “En aquel momento las redes sociales no eran lo que son ahora, y toda la moda nos llegaba a través de las revistas y las campañas, aunque fueran digitales. Para la gente la moda eran marcas lujosas muy exclusivas que además tenían diseños muy complejos, porque lo que nos llegaba eran los desfiles. Se me ocurrió montar una marca de ropa real, con un precio que reflejara que había calidad y trabajo de diseño detrás, pero con una estética que fuera auténtica, que se viera en la calle”, explica el creador francés a través de videollamada, “todos me decían que estaba loco por querer hacer algo así, montar mi propio negocio, pero se me metió la idea en la cabeza y ya fue inevitable”.

Ya han pasado 13 años desde que fundó Ami, cuyo nombre responde tanto a las iniciales del propio Alexandre como a la declaración de intenciones del proyecto: “Una marca para amigos”, dice, pronunciado ‘amigo’ en castellano, “la comencé pensando en cómo vestían los que me rodean, y siempre he fomentado la cercanía. No me interesa la distancia o la exclusividad que hay en otras firmas de moda. Yo lo que quería como diseñador es ver mi ropa en la calle. Ahora, que siempre me muevo en bici y me voy fijando en el entorno, la verdad es que la veo”, comenta sonriente. Aunque lo de ‘verla’ se queda bastante corto: en 2022 facturó 230 millones de euros. Emplea a más de 700 personas y actualmente tiene 58 tiendas repartidas por el mundo y más de 700 puntos de venta, es decir, Ami es una especie de milagro en un sector donde las firmas jóvenes que no pertenecen a un gran conglomerado se las ven y se las desean para mantenerse a flote. “Tenemos inversores, pero a Nicolas (Santi-Weil, su amigo y CEO de la marca desde hace una década) y a mí lo que nos hace felices es ser libres. Tengo muchos colegas frustrados por no poder tomar ninguna decisión sobre su trabajo, para mí poder decidir es clave”, confiesa.

Camiseta de seda, falda de lana, calcetines, bolso de piel Grocery, cinturón y zapatos de punta, todo de Ami.
Camiseta de seda, falda de lana, calcetines, bolso de piel Grocery, cinturón y zapatos de punta, todo de Ami.Antártica

Si Ami ha conseguido triunfar desde la independencia es porque ha abarcado mucho pero sin apabullar, haciendo prendas realistas de todo tipo (de sudaderas a abrigos sastre, de ropa de fiesta a camisas para la oficina) sin pretensiones de ser los más modernos, y por eso, quizá, se convirtieron en los más modernos. Sus camisetas con el logo de corazón son el objeto de deseo de los adolescentes y sus trajes de chaqueta el de los mileniales (y muchos boomers): “Siempre he dicho que mis diseños van de los 17 a los 77 años”, afirma Mattiussi, “y que el que quiera una camiseta como capricho se la pueda comprar y el que quiera invertir en una pieza de lujo duradera también la pueda encontrar. Eso es la ropa real. Desde el principio tuve claro que mis prendas tenían que ser clásicas y prácticas, y con eso en mente se puede diseñar para todo el mundo”, comenta. Por eso también siempre tuvo claro que sus precios serían propios del lujo pero no desorbitados: una camiseta cuesta unos 100 euros, unos vaqueros 250 y las piezas que conllevan altas calidades y una confección compleja pueden superar los 1.000. Y, por supuesto, que esa misma idea de realidad se trasladaría a los desfiles, ese terreno en el que el canon único de edad y talla, por desgracia, aún sigue imponiéndose.

Vestido de seda y lentejuelas y pulsera, todo de Ami.
Antártica

Ami ha desfilado desde sus inicios (“en bares, que era lo que podíamos pagar”, rememora) y desde el minuto uno ha utilizado a personas de tallas, generaciones y procedencias diversas. La diferencia es que ahora que se lo puede permitir, esas personas son más conocidas. “En la vida no estás rodeado de modelos de 19 años, te rodeas de personas muy distintas. Y sé que, por ejemplo, Vincent Cassel es un señor famoso y estupendo, pero también sé que tiene 50 años y buena parte de mi clientela masculina tiene 50 años. Lo mismo con las mujeres. Las que llevan cierto tipo de prendas y se las pueden permitir tienen una edad y unas necesidades que no son las de una modelo”, dice. Isabelle Adjani, Xavier Dolan, Audrey Tautou o, más recientemente, Fran Drescher, imagen de su última campaña, son algunas de esas celebridades ‘realistas’ con las que le gusta trabajar, “es otra de las ventajas de ser independiente, que no necesito ir con el engagement que pueda tener un personaje. Hasta ahora he elegido a la gente a la que admiro, ahora si son jóvenes como Dolan o cuando era pequeño como Drescher, y poder elegir de esta forma es un privilegio”.

Mono de lana virgen, zapatos y pendientes, todo de Ami.
Mono de lana virgen, zapatos y pendientes, todo de Ami.Antártica


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