Joana Biarnés: los carretes olvidados del glamour en la España franquista
El centre d’Art de Tarragona expone 88 fotografías inéditas de moda de la fotoperiodista catalana. Editoriales y retratos por los que transitan desde Mary Quant a Marisol y que desprenden el ansia de libertad de la época.
De Joana Biarnés (Terrassa, 1935-2018) se dice que fue «el secreto mejor guardado de los 60″. Tan escondido estuvo a los ojos de todos, que no se reconoció su valía –como suele pasar con esto de ser mujer talentosa–, hasta que fue demasiado tarde. La hija de obreros que entrenó su mirada fotográfica en el campo de fútbol de su pueblo, la primera fotoperiodista de España, lo capturó (casi) todo en el tardofranquismo y la Transición: además de colarse en en el avión de los Beatles (y retratarlos desde el baño), engañar a Polanski para fotografiarlo en Marbella en el aniversario de la muerte de Sharon Tate, revelar las fotos de los Oscar en el baño de Xavier Cugat o ser la favorita de Raphael o Serrat; Biarnés lo cubrió prácticamente todo. Trabajó para el ABC, Blanco y Negro, dirigió el equipo de la Agencia Confifoto y fundó la agencia Sincropress. En sus fotos cabían desde la devastación por la riada del Vallès del 62 a Nureyev u Orson Welles. Lo suyo fue un cuarto de siglo de puro periodismo, porque en el 85 se hartaría del oficio y se iría a Ibiza a montar un restaurante. Allí vivió plácidamente hasta que Cristóbal Castro se encontrase con unas fotos suyas de milagro para una exposición y la (re)encumbrase en 2014, cuando le dieron la Creu de Sant Jordi y se produjo un documental en su honor (Joana Biarnés, una entre todos).
Tras cinco años de reconocimientos, con muestra comisariada en PhotoEspaña, la creación de una beca para jóvenes fotoperiodistas o la publicación de Disparando con el corazón (Fundación Photographic Social Vision), Biarnés murió a los 83 años en su Terrassa natal. El Centre d’Art de Tarragona recupera ahora parte de su trabajo e inaguró hace unas semanas Joana Biarnés, moda a pie de calle. La muestra, disponible al público hasta el 22 de diciembre, contiene 88 fotografías inéditas de su faceta como cronista de moda española de los años 60 y 70. Al igual que Avedon, que sacaba a sus modelos a la calla para el Harper’s Bazaar de Diana Vreeland, Biarnés hizo lo propio para la revista La moda en España o el diario Pueblo. El callo del fotoperiodismo se percibe en las imágenes: Biarnés sabe conjugar la atónita mirada del pueblo frente a maniquíes emplazadas en plena calle arropadas por exquisitas pieles animales o maquillajes op art –mas futuristas que los de las chicas de Euphoria–. En sus fotos se respira ese contraste entre el glamour impostado de la moda y la sinceridad de quién mira boquiabierto ante el espectáculo de belleza inspiracional de la modelos desde la Gran Vía madrileña o la salida del metro de la Diagonal en Barcelona.
Más allá de las prendas y los personajes retratados, el latir generacional de una sociedad que ansiaba mayor libertad se mide en sus fotografías. También en las minifaldas y minishorts de unas jóvenes que corren energéticas en uno de sus editoriales fotografiados en aquel Madrid que se expandía plagado de grúas más allá de la M-30. En su valioso archivo está Massiel, pensativa, probándose el vestido que llevaría a Eurovisión. Marisol posa para su cámara satisfecha, probando que no tiene nada que envidiar a las Biba Girls londinenses de 1967. La calle Tuset también tiene su lugar, como escenario inequívoco de aquella Gauche divine burguesa que sacudiría el latir cultural nocturno de Barcelona. Hay minivestidos de novia de Carmen Mir, instantáneas de Courrèges, Paco Rabanne o Mary Quant –a la que fue a fotografiar a Londres–. También aparecen los modistos Asunción Bastida, Pedro Rodríguez; madrileños como Miguel Rueda Juna Rocafort o Antonio Nieto o el cordobés Elio Berhanyer. Una mirada única, con trasfondo social, a todo ese exceso, fuerza, imaginación y glamour de una época en la que se soñaba con poder tenerlo todo sin renunciar, nunca, a un estilo prodigioso.
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