Vestido y mascarilla a juego: Jill Biden escenifica con su ‘look’ floreado un mensaje de esperanza en el cambio

Mascarilla a juego con sus respectivos atuendos. Esa fue la única coincidencia estilística entre Melania Trump y Jill Biden en el último debate presidencial antes de las elecciones estadounidenses del próximo 3 de noviembre. La primera dama se presentó de riguroso negro de pies a cabeza –como también hiciera en el último cara a cara de la campaña de 2016– luciendo una silueta a la que ya ha recurrido en numerosas ocasiones: cuello camisero, cintura marcada y falda años 50 por debajo de la rodilla. Una elección poco arriesgada que contrastó con el colorido vestido firmado por Dolce & Gabbana elegido por Jill Biden, esposa del candidato demócrata. El choque cromático y estilístico de ambas simboliza versiones tan opuestas de Estados Unidos como las que defienden Trump y Biden.

Si bien el efecto de este último encuentro entre ambos candidatos es casi imposible de medir –47 millones los estadounidenses ya han votado de forma anticipada y son pocos los indecisos–, la defensa del optimismo en tiempos oscuros que Jill Biden encarnó en las vistosas flores de su vestido no es baladí. Del mismo modo que Joe Biden llevó sus réplicas bien preparadas y logró golpear a un Trump más comedido de lo habitual, su mujer llevaba igual de bien estudiado el mensaje que quería mandar al mundo a través de su alegre conjunto de vestido y mascarilla.

Mientras que los miembros del clan Trump, que se han negado a llevar mascarilla en otras ocasiones, lucieron esta vez modelos quirúrgicos obligados por la normativa del debate, Jill Biden quiso que la suya llamara la atención incluso por encima de su vestido (o, al menos, en el mismo plano). Decantarse por una mascarilla estampada y bien visible, como ha hecho desde el principio de la pandemia Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y enemiga acérrima de Donald Trump, sugiere el compromiso de haberla elegido conscientemente dotándola de la importancia que tiene y haciendo gala de un civismo ausente en las apariciones del republicano, que ha rechazado utilizarla incluso después de haberse contagiado de coronavirus. Hace unos días, la mujer de Biden incluso eligió un modelo en el que podía leerse ‘Vote’ convirtiendo la mascarilla en una declaración política doble y explícita.

Del mismo modo que los candidatos a la presidencia eligieron vestir los colores de sus partidos –el actual presidente apostó por una llamativa corbata roja y su rival demócrata eligió una de color azul–, sus cónyuges hicieron lo propio en un plano menos evidente. No solo podría hacerse una lectura medioambiental del vibrante estampado floral del vestido de Jill Biden (“Tenemos la obligación moral de encargarnos del cambio climático”, afirmó su marido durante el debate); la más obvia pasa por la alegría y optimismo que transmite un diseño azul, verde y rosa cuajado de colosales flores. No es la primera vez que se atreve con un estampado tan vivaracho: no cabe duda de que el mensaje es más claro cuando se repite.

Muchos de los estadounidenses que siguieron el debate comentándolo a través de Twitter han percibido del mismo modo las elecciones estilísticas de ambas consortes: oscuridad versus esperanza. «No creo que sea irrelevante [como visten]. La moda es una declaración. Fíjate en el vestido floral y la mascarilla de Jill Biden, fresca y vibrante. Mientras tanto Melania iba vestida con una especie de sudario negro sin mangas y una mascarilla negra correosa. La moda importa», escribía una tuitera. «Jill Biden se puso un vestido de flores brillante y colorido a juego con la mascarilla, mientras que Melania vestía de negro con mascarilla del mismo color. Sé que parece trivial, pero creo que representa todo lo que necesitas saber. La elección entre la esperanza y la desesperación en 2020», afirmó otra. El negro, que no deja de ser la ausencia de color, se enfrentó anoche a una variedad cromática tan afilada como lo fue Joe Biden en sus argumentos.