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Los ‘influencers’ se están cargando el planeta (y esta cuenta de Instagram tiene las pruebas)

Hablamos con el creador de Public Lands Hate You, el perfil que denuncia los estragos que el ‘todo por la foto’ ha ocasionado en espacios naturales como el de ‘la playa de las palomitas’, en Fuerteventura.

Imágenes publicadas en Instagram tras la superfloración en California y en la 'playa de las palomitas' de Fuerteventura.
Imágenes publicadas en Instagram tras la superfloración en California y en la 'playa de las palomitas' de Fuerteventura.Instagram.com: @aniab /@storiesbyma/@revolve

Imágenes tomadas en la superfloración de las amapolas que han cubierto de naranja las inmediaciones del lago Elsinore, en California. Un fenómeno que se da ocasionalmente (la última vez hace 30 años) y cuyo acceso tuvo que ser restringido a finales de marzo tras su primer fin de semana de esplendor, cuando atrajo a la zona a más de 50.000 turistas que colapsaron carreteras y pisotearon las flores. La #PopCornBeach de Fuerteventura (playa del Hierro, en Corralejo, Fuerteventura), donde se calcula que los visitantes se llevan cada mes hasta diez kilos de estas ‘palomitas’ que tiene en vez de arena y que son en realidad algas calcáreas, necesarias durante su periodo vital en el mar por su absorción del dióxido de carbono y para alojar a otras especies, según explicaba el biólogo Franciso Otero a El País. La moda de apilar piedras y escribir cosas con ellas en playas y montañas -ya sea el gesto ególatra de poner el propio nombre o pedir la libertad de los presos políticos-. O la foto de Miley Cirus subida a un árbol del desierto de Joshua Tree (California) -ya eliminada- que ha dado la vuelta a internet. Todas contribuyen a que el paisaje se modifique y esto pasa factura al entorno.

Los ejemplos se acumulan a golpe de etiqueta en Instagram y la intención tras estas publicaciones es la misma: la bendición del ‘me gusta’. Todo vale para algunos en la era del posicionamiento y la reputación online. Pero las repercusiones, en un clima de mayor preocupación medioambiental, se hacen cada vez más notables y las llamadas de atención llegan por parte de autoridades, vecinos o activistas, y también a través de la propia red social.

Así se creó Public Lands Hate You, un perfil nacido desde el enfado de su autor (que prefiere mantenerse en el anonimato) que, con casi 40.000 seguidores, denuncia a la cara de influencers y marcas sus fechorías. “Comencé con la cuenta de Instagram en julio de 2018 como vía para liberar parte de la frustración que sentía después de ver más y más abusos en los espacios naturales públicos. La gente que se sale de los senderos (como en el caso del Lago Elsinore), que deja basura o que hace fogatas ilegales. Me cansé de ver ese abuso”, cuenta el creador a S Moda.

Por una lado, el daño directo, ese cambio que se provoca en el paisaje natural y que, al levantar piedras o cambiarlas de sitios, puede modificar o acabar con pequeños ecosistemas. Por otro, el daño que se multiplica por culpa de las redes, que dan visibilidad a esos lugares idílicos y generan ansiedad por no perdérselo (FOMO) a quien lo ve desde su pantalla. “El mayor problema que veo con los influencers es que su principal preocupación siempre parece ser: ‘¿Cómo puedo hacer la mejor foto, desde el ángulo más original y que me posicione a mí y a este producto de una forma atractiva?”, dice el artífice de Public Lands Hate You. “Lo que deberían estar pensando es: ‘Con este post, ¿enviaré a miles de personas nuevas a un área ecológicamente sensible? ¿Todas esas personas tratarán este lugar con respeto? ¿Estoy yo tratando este lugar con respeto?. Un único influencer tiene poco impacto cuando se desvía del sendero para hacerse una foto, pero ¿qué pasa si sus 100.000 seguidores hacen lo mismo y todos publican una foto similar? El impacto es exponencial”.

Los hay que aprovechan los paisajes idílicos para anunciar cosas tan improbables como latas de sopa o caramelos, o para hacer editoriales de moda. A estos, Public Lands Hate You les ha dedicado algunas publicaciones incidiendo además en que, como ocurre con muchas localizaciones públicas, estas pueden requerir permisos que costarán dinero que después se invierte en el cuidado de estos espacios. “Una de las publicaciones más impactantes que denuncié fue una imagen con un grupo de niños montados en un jeep en mitad de los campos de amapolas. Normalmente lo que hago es comentar educadamente en esas publicaciones explicando lo dañino que es el comportamiento, en algunas respuestas la falta completa de preocupación es apabullante. Cuesta creer que alguien pueda tener un comportamiento así de dañino e ilegal en estos terrenos públicos para vender latas de sopa (publicación ya eliminada) y compartir ese contenido con más de 40.000 personas”.

¿Hasta qué punto procede esa llamada de atención y dónde están los límites? “No apruebo ningún tipo de acoso u hostigamiento a estas personas, como menciono en la mayoría de mis publicaciones, pero sí aliento a las personas a dejar comentarios educados en cualquier imagen que parezca ser perjudicial para nuestros terrenos. Recibo cientos de mensajes al día, calculo que el 99% de ellos son de apoyo, pero también otros de enfado e incluso amenazas de demanda, que provienen de las cuentas que denuncio o de sus amigos. Entiendo que a nadie le gusta que le señalen por actuar mal, pero lo hago cuando parece que hay daño medioambiental”.

A modo de guía para el usuario digital que visita estos espacios naturales, el autor de la cuenta deja una serie de consejos. En primer lugar, «lo más importante es aprender las reglas básicas de cualquier terreno público que planee visitar antes de ir allí. Si todos los que van las siguieran, esta cuenta no tendría que existir. Un buen punto de partida es aprender los siete principios de Leave No Trace (una organización que promueve visitas exteriores desde la sostenibilidad y el respeto). En cuanto a la publicación en redes sociales, las personas deben ser conscientes del mensaje que enviarán con esta . ¿Crees que tu publicación muestra algo ilegal o perjudicial para el medio ambiente? ¿Puede sacarse de contexto fácilmente? ¿Realmente necesito etiquetar la localización geográfica de esta foto para mostrar a todos exactamente dónde se tomó? Ese tipo de cosas», explica.

En la era de la adicción digital, la idea de salir al campo a desconectar se ha subvertido y multitud de turistas o influencers lo abordan con toda la artillería de dispositivos a mano, hiperconectados y sin importar las consecuencias con tal de compartirlo. Proyectos como el de Public Lands Hate You o como la cuenta hermana Joshua Tree Hates You, -o aquí más cerca, el concepto bajo el que nace la revista Salvaje-, quieren volver a contar estos espacios desde el respeto.

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