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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Por qué las mujeres han vuelto a obsesionarse con adelgazar: el gran retroceso ‘body positive’

El culto a la hiperproductividad, casi siempre disfrazado de empoderamiento femenino, ha hecho que vuelva a promoverse la delgadez extrema como arquetipo de perfección. Mientras se habla de diversidad y aceptación del cuerpo, las redes, las pasarelas o la televisión han vuelto al canon de la delgadez casi como modelo único.

Illustration of balance minimal concept, scales of justice
Illustration of balance minimal concept, scales of justiceGetty (Getty Images/iStockphoto)

Entre las decenas de tendencias virales que han triunfado este año en Tik Tok, hay una que se ha establecido ya como un clásico estos últimos seis meses. Se hace llamar ‘That girl’ y consiste en mostrar una rutina hiperproductiva, perfecta y extenuante: levantarse a las cinco de la mañana, desayunar zumos verdes, ir al gimnasio dos horas y preparar un tupper bajo en calorías como meta aspiracional femenina. A estas alturas, no es necesario volver a incidir en los estragos que causó la pandemia en nuestro ya de por sí flagrante culto a la hiperproductividad y la autoexigencia Para demasiada gente, los tiempos de incertidumbre se traducen en una espiral en la que hasta el ocio y el descanso tienen que ser productivos, contabilizados y documentados. Y este perfeccionismo sin fin siempre acaba por trasladarse, antes o después, al propio cuerpo.

Puede que llevemos tiempo reivindicando el body positive y la diversidad de cuerpos, pero 2022 ha sido el año del culto a la delgadez. El pasado año, los casos de anorexia y bulimia crecieron un 20% a causa, en parte, de los estragos psicológicos causados por la pandemia (medio país pasaba los ratos muertos horneando pan y/o haciendo maratonianas rutinas de ejercicio en casa) y, sobre todo, por el aumento del tiempo pasado en redes sociales, creando contenido o, simplemente, comparándonos con lo que veíamos tras la pantalla. A finales de 2021, las filtraciones de informes internos de Facebook, publicadas por el Wall Street Journal, probaron lo que era un secreto a voces: Instagram afectaba a la salud mental de muchos jóvenes. El 32% de las usuarias femeninas sufrían complejos corporales por su culpa. En Tik tok, con una media de edad mucho más joven, lleva tiempo promoviéndose la anorexia de forma encubierta: en el último mes, por ejemplo, otra tendencia viral ha ganado adeptos. Imágenes con un audio de Bella Hadid de fondo para hablar implícitamente del ayuno (ella misma ha confesado padecer trastornos de la alimentación desde pequeña). El problema de esta red social, además, es que tiene un afinadísimo algoritmo que te permite ver solo lo que quieres ver, horas y horas de vídeos de la misma temática.

Mientras los medios no paran de reivindicar la diversidad, este ha sido el año en que GAP redujo drásticamente su facturación porque una de sus marcas, Old Navy, decidió ‘democratizar’ su producto creando tallas grandes y muy pequeñas, olvidándose de las intermedias.. El año en que la prenda más viral en redes, según la plataforma de datos Lyst, es una minifalda de Miu Miu (que también se ha convertido, por lo mismo, en la enseña más viral) y que, por si no fuera lo suficientemente complicada de utilizar, solo se fabrica hasta la talla 38. El año en que medio planeta vio cómo Kim Kardashian dejaba de comer para enfundarse en un vestido que llevó Marilyn Monroe en 1962. El año en que el primer videoclip de Midnights, el nuevo álbum de Taylor Swift, reflejaba la palabra ‘gorda’ mientras la cantante se subía a una báscula. El año en que, de los últimos cinco, ha habido menos modelos de tallas diversas en las pasarelas (dos, Paloma Elsesser y Jil Kortleve han copado los desfiles, dando una falsa impresión de diversidad). El año en que en todas las tiendas, grandes y pequeñas, lujosas o accesibles, han vuelto a las prendas de lycra, los vestidos cortos y las transparencias bajo el argumento de que así se vestía hace veinte años, pese a que la mayoría de esas tiendas ofertan aún pocas tallas. El año en que Selena Gómez, una de las personas más seguidas del mundo, confesó que tuvo problemas con la comida por que a Justin Bieber, otra de las personas más seguidas del mundo, le gustaban «las modelos delgadas».  El año en que Estados Unidos acabó con las reservas de Ozempic, un medicamento para la diabetes, porque algunos famosos lo utilizaban para adelgazar. El año en que el momento más viral de la moda fue un vídeo de una delgadísima Bella Hadid (ahora elegida modelo del año) desnuda dejándose rociar con spray. El año en que la comunicadora Mara Jiménez creó un encendido debate en redes al afirmar que Shein (la cadena de moda ultrabarata creada en condiciones de explotación) salvaba la vida a las gordas.

Puede que muchos crean que lo que se ve en las pasarelas o en las marquesinas no es la vida real. Y no lo es, pero sí la moldea. Baste recordar cuando, en 1997, el ex presidente Clinton tuvo que salir a alertar a la población sobre los efectos devastadores que la estética ‘heroin chic’ (joven, ojerosa y extremadamente delgada) tenía entre los jóvenes. O cuando, hace solo cinco años, el índice de masa corporal de las modelos se convirtió en una cuestión gubernamental en varios países, España entre ellos. En estos ultimos años, las redes sociales han agravado la situación; no es que la delgadez como canon dejara de existir, nunca lo hizo, pero ahora se muestra y se enseña cómo alcanzarla sólo con deslizar el dedo en la pantalla del teléfono. El culto a la productividad extrema, casi siempre disfrazado de empoderamiento femenino, ha terminado por desencadenar la tendencia: cuando se vende que el sinónimo de la felicidad es una vida repleta de pequeñas tareas por completar, se acaba por ‘capitalizar’ el cuerpo, por convertirlo en la muestra más inmediata de ese ansiado perfeccionismo impuesto como modelo de felicidad. Pero el problema, entonces y ahora, el hecho de que la delgadez se haya vuelto a imponer casi como canon único, tiene que ver con algo mucho más profundo:

Hace un año exactamente, un video de la bloguera Lorry Hill se viralizó en Youtube. Titulado: “El reinado de la influencer con curvas ha muerto”, analizaba por qué las hermanas Kardashian habían decidido, supuestamente, quitarse los implantes de pecho y glúteos. La silueta que ellas habían promovido ya no estaba de moda. Y ese es el problema, que los cuerpos de las mujeres, del tipo que sean, siguen siendo tratados productos de moda, como un bolso o unos zapatos, que se cambian, transforman o renuevan cuando toca. Y ahora, al parecer, lo que toca es adelgazarlos.

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