«¿Embarazada? ¿Necesitas ayuda? Llama a Jane», así era la organización clandestina que ayudaba a abortar de forma segura
Dos películas coinciden en el Festival de Sundance para hablar de este colectivo y el derecho reproductivo de las mujeres: el documental ‘The Janes’ y la película ‘Call Jane’, con Elizabeth Banks y Sigourney Weaver.
Entre 1968 y 1973 en Chicago, un grupo de mujeres se organizó de manera desinteresada para ayudar a otras mujeres a conseguir un aborto seguro. Se llamaban The Jane Collective, o simplemente Jane. Ninguna era Jane y todas lo eran. Trabajaban fuera de la ley porque el aborto era ilegal. A espaldas de la mafia y de la policía. “Cometíamos un delito, éramos criminales”, dice Judith Arcana, una de aquellas mujeres que ahora, a sus 78 años, es una de las voces protagonistas del documental The Janes, estrenado en el Festival de Sundance.
Todas llegaron a ese colectivo convencidas de la necesidad de actuar ante la injusticia. “No teníamos intención de respetar una ley que no respetaba a las mujeres”, dice Jody, otra de las Janes que fue como una líder, “la madre”. Casi todas venían de otros movimientos sociales de aquellos convulsos años sesenta en EE UU y, especialmente, en Chicago. Del movimiento por los derechos civiles, del movimiento antibelicista. Y casi todas salieron de ellos, porque también estaban dominados por hombres, “mucha testosterona, mucho sermoneo”. Todo lo aprendido decidieron centrarlo en el movimiento feminista y el salto a la acción vino obligado por la realidad.
Solo en un hospital de Chicago ingresaban cada día entre 15 y 20 mujeres víctimas de un aborto ilegal o autoinfligido, cada semana moría alguna. Casi todas las Jane, además de ser activistas políticas, habían pasado por un aborto o conocían a alguien. La experiencia para todas había sido siempre traumática y de terror. En Chicago, los abortos ilegales los practicaba la mafia, pedían sumas de dinero alarmante (entre 500 y 1.000 dólares) y las abandonaban a su suerte después del procedimiento. Heather Booth fue la que puso en marcha el colectivo. Ella empezó ayudando a la hermana de un amigo; por su relación con el movimiento por los derechos sociales, dio con un médico que lo practicaba. A esta chica, empezaron a seguirle más, la voz se corrió, Heather era una intermediaria, pero el doctor fue arrestado. Y con dificultad para encontrar otros médicos, empezó a buscar compañeras de la universidad interesadas en ayudaras. La respuesta fue inmediata.
Las Jane colocaron anuncios por todas partes, en las cabinas de teléfonos, paradas de autobús, tablones de universidades: “¿Embarazada? ¿Necesitas ayuda? Llama a Jane”. Las mujeres dejaban su mensaje, las llamaban, se preocupaban por ellas, las citaban, las asesoraban y las dirigían a la consulta donde un hombre las practicaba el aborto. Una consulta que cambiaba constantemente, eran casas de las propias Janes o de familiares y amigas. “Las podíamos montar en 15 minutos y desmontar en cinco”, cuenta Jody. Después, mantenían el contacto con las mujeres, si ellas querían, al menos dos semanas.
Empezaron pronto tratando 10 mujeres a la semana, y en 1972 practicaban 30 abortos cada día, tres días a la semana. Y los practicaban ellas mismas, cuando se enteraron de que su médico no era médico. Entre 1968 y 1973, ayudaron a que 11.000 mujeres interrumpieran su embarazo voluntariamente y de manera segura. Ninguna murió. Al principio cobraban la tarifa que las marcó el falso doctor; después, solo pedían lo que cada mujer pudiera aportar, cuando se dieron cuenta de que había un factor social y económico: las mujeres pobres y de color estaban claramente desfavorecidas.
Pudieron actuar sin problemas con la ley durante tantos años porque hijas, mujeres y amantes de policías y jueces también pedían su ayuda. Hasta que la Unidad de Homicidios, alertada por dos mujeres que denunciaban a su cuñada, fue a por ellas. Las detuvieron en 1972. Se enfrentaban a casi 110 años de cárcel. Pero en enero de 1973 el caso Roe v. Wade que legalizó el aborto en todo el país permitió que las exculparan. Y también dejaron de funcionar. Ya no eran necesarias, afortunadamente. “Ya no era nuestra responsabilidad”, dice Arcana. Este próximo verano, ese caso, Roe v. Wade, podría perder vigencia si la Corte Suprema decide apoyar la ley de Mississippi para prohibir el aborto a partir de la semana 15 (hoy en EE UU es hasta la 23). En Texas ya lo han limitado hasta la sexta semana y ofrecen recompensas a quien señale mujeres que han abortado. Desde el Festival de Sundance se apoyan en este momento que puede revertir 50 años de libertad de elección para las mujeres para explicar por qué han programado dos películas sobre el mismo tema en esta edición. Junto al documental The Janes, se estrenó Call Jane, de Phyllis Nagy (guionista de Carol).
Protagonizada por Elizabeth Banks y Sigourney Weaver, ficcionaliza la valentía y hermandad de estas mujeres, centrándose más en la liberalización del personaje principal, pero reforzando igualmente la necesidad de recuperar esta historia del pasado que podría volver a ocurrir. “Ya ocurre, de hecho”, confirmaron Judith y Heather en un coloquio posterior al pase virtual de The Janes. “En Texas hay mujeres recaudando fondos para ayudar a otras mujeres, gente que se ofrece a llevarlas en coche a otros estados a abortar. Pasa y pasará. No tenemos que esperar a ver qué ocurre con el caso Roe v. Wade, cuando el aborto es ilegal no significa que las mujeres dejen de abortar, solo es más peligroso”, añadió Heather. “En la película se muestra que cuando nos organizamos y trabajamos juntas, podemos cambiar el mundo, pero tenemos que actuar para organizarnos, no ser solo observadoras, necesitamos involucración, necesitamos cambiar este mundo”.
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