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Corinne Low, economista: “Me preocupa más la brecha de felicidad femenina que la brecha salarial de género”

La economista plantea en su nuevo libro la pregunta de qué ocurriría si el mundo dejara de asumir que los problemas en la vida de las mujeres son causados ​​por sus propias decisiones

Corinne Low

En el libro Winning the bread and baking it too (Traer el pan a casa y tener que hornearlo), la economista Corinne Low, junto a Kyle Hancock y Jeanne Lafortune, analizan cómo incluso cuando las mujeres son el principal sostén económico del hogar, realizan entre dos y cuatro veces más trabajo doméstico que los hombres. En la investigación estudian la manera en la que los hogares se podrían beneficiar si los hombres con menores ingresos ajustaran sus horarios para asumir más tareas domésticas y permitieran que las mujeres con mayores ingresos trabajaran más horas fuera de casa. En el análisis descubrieron que el tiempo que las mujeres dedican a las tareas domésticas disminuye al divorciarse, mientras que el de los hombres aumenta. Es decir: técnicamente, los hombres pueden realizar tareas básicas, pero simplemente, optan por no hacerlo.

Al ver estos datos, Corinne Low analizó su propia situación. Cuando en 2017, poco después de tener a su primer hijo, estaba extrayéndose leche en el baño trabajo y luego llorando durante el trayecto a casa porque no iba a tiempo para acostar a su hijo, pensó en que su marido, que había dejado su trabajo para emprender un negocio, no hacía nada en casa. “¿Cómo es posible que siendo economista, haya aceptado un trato tan malo?”, se preguntó. Fue entonces cuando decidió hacer una serie de cambios drásticos. Se divorció y se mudó de Nueva York a Filadelfia, donde en lugar de tener que pasar dos horas y media al día en el tren para ir a trabajar, llegaba a la oficina en siete minutos en bicicleta en bicicleta. “En Filadelfia, pude permitirme tener una niñera interna, lo que significó tener ayuda real con mi hijo por primera vez. Incluso cuando era evidente que mi matrimonio no funcionaba, me aterraba tanto la idea de criar a mi hijo sola que estaba dispuesta a aceptar una situación difícil. Imaginad mi sorpresa cuando, en lugar de complicarse, las cosas se volvieron más fáciles. Tenía más tiempo, más energía y nuevas ideas para el trabajo. Los datos lo confirman: las madres divorciadas duermen más que las casadas”, asegura en Having It All: What Data Tells Us About Women’s Lives and Getting the Most Out of Yours (Flatiron Books, 2025), un libro que plantea la pregunta de qué ocurriría si el mundo dejara de asumir que los problemas en la vida de las mujeres son causados ​​por sus propias decisiones. En su lugar, propone examinar los factores estructurales, económicos y biológicos que fuerzan y limitan esas decisiones. Low asegura que al aceptar un trabajo, casarse o decidir tener hijos, cada persona asume un compromiso en el que invierte tiempo, dinero y esfuerzo a cambio de una recompensa.

En su escrito comenta cómo se dio cuenta de que en su caso, si quería “tenerlo todo”, tenía que prescindir de su pareja. También supo que la siguiente no sería un hombre. “Los hombres no me repugnan físicamente, sino social y políticamente”, comenta a The Cut. “Sentirme atraída por mujeres no fue una elección consciente, pero excluir activamente a los hombres de mis opciones de pareja, sí”, señala.

“Lo digo con ironía. ¡He tenido conversaciones muy interesantes con hombres que de verdad quieren mejorar!”, aclara a S Moda. “Cuando digo eso, no me refiero a hombres individuales, sino a los hombres como colectivo, que han hecho muchas cosas que han dificultado la vida a las mujeres. Y eso es precisamente lo que presento en el libro”, explica.

Al hablar de “excluir a los hombres” a la hora de buscar pareja, pudiera parecer que una persona bisexual elige si salir con hombres o mujeres y dirigir su deseo…

Lo que quiero decir es que yo, literalmente, configuré mi Tinder para que solo me mostrara mujeres, pero no creo que podamos elegir quién nos atrae. Hay datos que demuestran que las parejas de lesbianas se reparten las tareas domésticas de forma más equitativa que las parejas heterosexuales. Y pienso: ‘Por eso ser lesbiana es una decisión basada en la evidencia’. Pero lo digo en broma. Es cierto que tuve un matrimonio heterosexual difícil. Y cuando salí de él, pensé: ¡No me siento atraída por los hombres ahora mismo porque no quiero lidiar con sus tonterías!’. Y decidí solo salir con mujeres. Pero no estoy diciendo que nadie tenga que casarse con un hombre.

¿Pueden los hombres tenerlo todo?

Muchos hombres cuando se casan, parece que lo tengan todo porque pueden tener hijos, su casa, alguien se ocupa de todo y por eso, puede además desarrollar su carrera. Creo que ahora muchos solteros lo tienen más difícil -y aquí es donde creo que hay esperanza de cambio- porque se preguntan por qué les rechazan las mujeres. No se dan cuenta de que lo que tienen que hacer es ser mejores parejas, no enfadarse con las mujeres ni intentar controlarlas.

¿Cómo hacerles ver que necesitan realmente mejorar en ese aspecto?

Es una pregunta importante y creo que podemos y debemos resolverla para terminar con algunos problemas sociales muy profundos que tenemos, porque los hombres enfadados son muy perjudiciales para la sociedad. Necesitamos diferentes referentes, porque hay muchos hombres mandando el mensaje, que proviene de la manosfera, que asegura que los hombres tienen que enfadarse y ser crueles con las mujeres. Se les incita a buscar “una mujer sumisa” y se alimentaba la idea de que el problema son las feministas, que no quieren escuchar a los hombres. Hay muchos referentes que fomentan ese odio hacia las mujeres y necesitamos voces diferentes que aporten lo contrario. Yo sigo a algunos influencers masculinos positivos en Instagram y espero que ganen más popularidad.

Dice que está criando a su hijo para que “no sea un hombre inútil” en el futuro. ¿Cómo lo está haciendo?

Intento involucrarlo en todo lo que hago. Le digo cosas como ‘Tenemos que ordenar la sala para poder quedarnos aquí viendo una película’, ‘tenemos que guardar el juego para que no se pierdan piezas’ o preparo con él la cena. Le encanta ayudarme a cocinar, aunque esto pasa cuando son pequeños y al crecer, llega un momento en que ya no quieren ayudar más, y hay que seguir intentándolo. Otra cosa importante es demostrarle que soy una persona completa y que mi vida no gira solo en torno a él. Cuando me convertí en mamá, quería ser diferente a mi madre y ser una madre presente, sensible y considerada que priorizara sus necesidades. Pero me fui al extremo opuesto y dejé que mis propias necesidades quedaran en último lugar. Así que ahora parte de mi filosofía es que si quiero que algo funcione para nosotros como familia, tiene que funcionar para mí. Y lo expreso claramente. Algo importante que los padres deben hacer para criar a la próxima generación es demostrar que la madre también tiene derecho a ser ella misma, porque si no, si lo das todo y no te quedas nada para ti, él esperará lo mismo de su esposa en el futuro.

A usted le asustó la idea de ser una madre soltera y por eso, se vio atrapada en su matrimonio, algo que lamentablemente, es muy habitual…

Quiero dejar claro que para muchas mujeres, su matrimonio tiene solución, y si la tiene, estar casada tiene muchas ventajas. Recuerdo a una mujer que bromeaba diciendo que tenía que casarse porque no podía permitirse un apartamento en esta ciudad. Pero si en el fondo sabes que no estás obteniendo lo que necesitas de la relación, hay que hacer algo. Lo triste es que el miedo nos impide explorar otras opciones. Por eso les digo a las mujeres que piensen en lo que en teoría de la negociación y se hagan las siguientes preguntas. ¿Cómo sería realmente estar soltera? ¿Cómo puedo mejorar mi situación? ¿Cómo puedo invertir en mi desarrollo personal? Incluso si soy ama de casa, ¿por qué no tomar un curso o un certificado? Animo a la gente a que haga eso para después expresar claramente lo que necesita para que la relación funcione. Y si no lo consigue, que no tenga miedo de considerar otras opciones teniendo en cuenta que si intentas hacer un cambio, a veces las cosas se ponen más difíciles antes de mejorar.

Usted, como economista, vio que su matrimonio no era “un buen negocio”. ¿Cómo podemos pensar como economistas a la hora de analizar nuestras relaciones y tomar decisiones?

En realidad no tiene tanto que ver con que yo sea economista. Es propio de la naturaleza humana ver lo que tenemos delante e intentar resolverlo en el momento, porque nuestros genes evolucionaron en un escenario de supervivencia, de vida o muerte. Tenemos que salir del modo de supervivencia y entrar en el modo de autorrealización, lo cual es difícil. A los hombres se les ha enseñado desde pequeños que el propósito de sus vidas es realizar sus ambiciones, la autorrealización, lograr algo y por eso hay tantos libros para hombres sobre cómo lograr determinadas cosas. Porque así es cómo han sido programados: este es su objetivo en la vida. Eso a veces puede entrar en conflicto con las necesidades familiares. Un ejemplo que observo en mis datos es el de parejas donde la esposa gana el doble que el esposo, pero él sigue trabajando más horas que ella. Como él sigue viendo que su objetivo es ir a trabajar y ganar la mayor cantidad de dinero posible, no se da cuenta de que si pudiera aliviar la carga a su esposa para que ella pueda trabajar más horas, como familia, tendrían más dinero. Supondría que dejara de lado su ambición individual para mejorar la situación de la familia. Por eso creo que los hombres necesitan ser desprogramados de la idea de que el éxito solo significa alcanzar el éxito individual, ganar la mayor cantidad de dinero posible y satisfacer sus propias ambiciones individuales, y pensar más en términos de la familia.

El mundo parece estar muy preocupado por la epidemia de la soledad masculina pero, ¿qué pasa con la crisis de la felicidad que acecha a las mujeres?

Si nos preocupa la soledad masculina, tengo una solución: enseñar a los hombres a ser mejores parejas. En cierto modo, es un fenómeno más amplio: todos vivimos aislados, solos y sin saber cómo formar una comunidad. Deberíamos preocuparnos más por la felicidad femenina, y esto demuestra cómo la sociedad está estructurada para pensar que los hombres importan y las mujeres no, porque no se ven muchos artículos de opinión en los que se hable de la crisis de la felicidad femenina y cuando sí se aborda, no se responsabiliza a los hombres. Me preocupa más la brecha de felicidad femenina que la brecha salarial de género. Si las mujeres son infelices, teniendo en cuenta que las mujeres además están siendo las principales cuidadoras, eso será malo para la próxima generación.

En 2012 Anne-Marie Slaughter publicó en The Atlantic un tema llamado Why Can’t White Women Still Can’t Have It All (Por qué las mujeres todavía no pueden tenerlo todo). En 2025, ¿por qué las mujeres siguen sin poder tener todo?

Conciliar la crianza de los hijos es más difícil ahora que hace una generación porque se ha vuelto mucho más intensa. Para tenerlo todo vamos a tener que cambiar nuestra definición de lo que eso significa. Y eso va a significar aceptar que todo sea imperfecto, desde nuestras carreras profesionales hasta cómo criamos a nuestros hijos y cómo mantenemos nuestros hogares.

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Sobre la firma

Marita Alonso
Redactora especializada en cultura pop y estilo de vida. Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. 
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