Joseph Gordon-Levitt: «Me etiquetan de niño bueno»
Tras su cara de no haber roto un plato se esconde un actor de principios, rebelde y seductor. Hollywood ya ha caído rendido a sus pies, y él aprovecha la fama para vender sus ideales sociales al gran público.
Nunca el título de un filme tuvo tanto que ver con su protagonista. Sin frenos, la última película de Joseph Gordon-Levitt –en la cartelera española desde ayer–, también es la expresión perfecta para definir la carrera de este californiano de 31 años. Descubierto gracias a la serie cómica Cosas de marcianos, se ganó el corazón del público con el largo 500 días juntos (2009) y este año sigue sin levantar el pie del acelerador: además de Sin frenos y El caballero oscuro: la leyenda renace, lo veremos en Looper, junto a Bruce Willis, y en Lincoln, a las órdenes de Steven Spielberg. Se presenta a esta entrevista con una actitud caballerosa –que encaja a la perfección con su aspecto de chico formal–, negándose a hablar de sus comentados romances con Julia Stiles, Evan Rachel Wood o la mismísima Scarlett Johansson. Pero su mirada pícara y la chapa de Hit Record, su empresa de producción artística, delatan un alma reivindicativa tras esa cara de chico bueno.
¿Cuál es el significado de la insignia roja, «Hit Record», que lleva en la solapa?
Es el símbolo de mi compañía de producción, un colectivo desde el que hacemos cortometrajes, música, guiones, libros. Nuestra mayor contribución la puedes ver en el Blu Ray del filme Origen, donde incluimos animaciones, visuales y música como complemento a la película. O en nuestra página web Hitrecord.org.
¿Es fácil compaginar este espíritu independiente con las grandes producciones que llaman a su puerta?
Es el futuro del cine, un proyecto que realizo siguiendo mis propios gustos y sin ánimo de lucro. El público que me va conociendo gracias a películas como El caballero oscuro u Origen y quiere saber más sobre mí se interesará por nuestro trabajo, con el que pretendemos que el arte vaya más allá de la norma.
¿De dónde le viene esa faceta revolucionaria?
Mis padres me han ayudado mucho. Mi padre fue periodista en una radio pública donde también trabajaba mi madre; y en un país como EE UU, donde nunca hay dinero para la educación o para la información independiente, ellos me inculcaron valores como la necesidad de compartir, de ayudar y de entender el impacto de nuestras acciones en la vida de otros.
¿Cómo lleva estos valores a la gran pantalla?
Mi deseo es interpretar a alguien diferente en cada ocasión. Seguir el ejemplo de Christian Bale o Gary Oldman.
¿Por eso nunca habla de su vida privada a pesar de haberse relacionado con las estrellas más famosas del momento?
Nunca hablo de mi vida personal. Se presta demasiada atención al hombre detrás del personaje. Me parece el mejor comportamiento que puedo mantener para protegerme a mí mismo, a los que me quieren y a mi público.
¿Pero usted es más de Marilyn Monroe o de Audrey Hepburn?
A Marilyn nunca la han apreciado lo suficiente como actriz porque su belleza lo eclipsa todo. De todos modos, en cuanto se encasilla a alguien se está siendo injusto.
¿Alguna vez se ha sentido encasillado?
Es parte de nuestro espíritu de supervivencia. Encasillamos o nos encasillan, para poner una etiqueta que simplifique las cosas. Pero si perseveras, puedes salir del estereotipo.
¿Le gusta que le cuelguen la etiqueta de «chico bueno»?
(Ríe). Bueno, ¡qué quieres que te diga! Tampoco está tan mal…
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