Freida Pinto: «Es importante que las actrices luchen por cobrar lo mismo que los actores»
La estrella de Slumdog millionaire ha cambiado Londres por Los Ángeles. Dos nuevos títulos la devuelven al punto de mira.
Hacía tres años que no disfrutábamos de la belleza de Freida Pinto en la gran pantalla. La actriz india fue rechazada en casi 100 audiciones antes de enamorar a medio mundo con su debut cinematográfico en la oscarizada Slumdog Millionaire (2008). Inmediatamente le llegaron grandes oportunidades profesionales: trabajar bajo la dirección de Woody Allen o Jean-Jacques Annaud fueron dos de ellas. Estar nominada a premios como los Bafta, parte de los reconocimientos. Aun así, Pinto llevaba desde 2011 centrada casi exclusivamente en su faceta social: apoyar distintas causas a favor de los derechos de la mujer. Hace unos meses mostraba su ayuda, junto a actrices como Meryl Streep o Dakota Fanning, al documental de la BBC India’s Daughter, que cuenta la historia de la brutal violación y asesinato de la joven Jyoti Singh en 2012 en el sur de Nueva Delhi. Allí ofreció un emotivo discurso feminista durante el estreno. «El mundo necesita ver historias como ésta, que demuestran que, aún hoy, este tipo de violencia sigue siendo una plaga. La auténtica batalla es conseguir llegar a la gente, sobre todo en mi país», argumentaba Pinto. Otra de sus cruzadas personales es apoyar la campaña Girl Rising, dirigida por el realizador nominado al Oscar Richard Robbins, en la que compañeras como Cate Blanchett, Anne Hathaway o Kerry Washington la acompañan contando la historia de varias niñas que reclaman su derecho a formarse con el objetivo de promover la educación de las mujeres en su India natal.
Pero la profesión la llama. Frieda Pinto acaba de mudarse. Después de una estancia de seis años en Londres, donde mantuvo una relación con Dev Patel, el protagonista de Slumdog Millionaire, ha comprado un billete de ida (sin vuelta) a Los Ángeles. Ahora sí parece decidida a retomar su carrera como actriz, y el estreno de dos nuevas películas en lo que queda de año lo deja claro. La intérprete estará en lo último de Terrence Malick, Knight of Cups, junto a Natalie Portman y Christian Bale, dando vida a la obsesión amorosa de éste, un atormentado guionista de Hollywood. Y el 14 de agosto podremos verla en Desert Dancer, un drama basado en hechos reales sobre un joven bailarín y coreógrafo, Afshin Ghaffarian (Reece Ritchie), que arriesgó su vida y la de sus bailarines en 2009 al formar un grupo de baile underground en Teherán durante la elección presidencial en Irán.
Freida, bailando en Desert Dancer.
Cordon Press
De estreno. Una vez demostrado que tiene el mismo porcentaje de belleza que de valentía, Pinto disfruta de la promoción de este estreno sin parar de adular a su personaje, una bailarina empeñada en que la dejen expresarse a través de la danza. Tarea difícil teniendo en cuenta las prohibiciones del régimen islamista contra el arte y la libertad de expresión. A sus 30 años, la actriz, licenciada en Arte y Literatura Inglesa, parece lista para seguir dando que hablar con sus múltiples e interesantes facetas.
Viene de India, un país en el que hay muchísimos obstáculos en cuanto a la libertad de expresión, pero ¿le impresionó lo que vio en Irán?
Me sorprendió y me entristeció el nivel de intolerancia que existe allí. No entiendo cómo aprender algo tan bonito como la danza puede estar prohibido en algunos lugares. El año pasado seis niños iraníes fueron detenidos por hacer un vídeo de la canción Happy, de Pharrell, así que aún queda mucho por cambiar. Creo en la necesidad de defender a otros artistas del mundo y no soporto ver a gente castigada o incluso asesinada solo por el hecho de expresarse, ya sea como creadores, escritores o por luchar a favor de los derechos humanos.
Se ha tomado un tiempo de margen sin hacer películas. ¿Qué le impulsó a volver al cine con este papel?
Quería formar parte de la historia sobre estos campeones, unos artistas que pelean contra una horrible represión. Me parece muy importante contarlo, la danza permite realizar una necesidad humana básica para mí, la de comunicar pasión a través del movimiento. Esta historia narra el coraje de Afshin y sus bailarines, determinados a enseñar su trabajo a la gente de su país sin importarles nada más. Se niegan a ser prisioneros del silencio, y eso es lo que más me atrajo.
Daba la sensación de que había abandonado su carrera de actriz. ¿Había alguna razón para hacerlo?
En realidad, he estado bastante liada todo este tiempo. He trabajado como productora y participado en movimientos sociales que son indispensables para mí. Como mujer, me siento responsable de trabajar para que aumente la conciencia social sobre nuestros derechos y se acabe la discriminación y la violencia sexual, ya se trate de una violación, una diferencia salarial o un caso de bullying. Todos estos asuntos me parecen muy importantes y es cierto que hicieron que me distanciara de la actuación durante un tiempo.
Bailarina profesional. Pocos admiradores saben que Freida es bailarina profesional de danza clásica india. Aun así, ella confiesa que interpretar este papel le ha supuesto todo un reto. «Esta película ha cambiado mi vida», asegura, y admite que este personaje le ha permitido volver a sentirse como una niña. «Experimentar con los movimientos del modo en que un niño expresa sus emociones fue algo totalmente liberador», comenta. E insiste en que le parece increíble la cantidad de barreras que impiden a los adultos expresarse libremente. «La danza es una forma de comunicar nuestras emociones e instintos más básicos mientras dejamos ir nuestras inseguridades y agobios. Es todo un aprendizaje», añade.
Posando en la gala de corresponsales de la Casa Blanca.
Cordon Press
Como bailarina de danza clásica india, ¿le preocupaba ser capaz de ejecutar adecuadamente las coreografías?
Sabía que sería duro, pero no esperaba que tanto. Pasé meses entrenando y trabajando en cada uno de los bailes y ahora le tengo un respeto enorme a los profesionales, nunca imaginé toda la tensión que llegan a acumular en sus cuerpos. Sufrí bastantes lesiones, pero al final mereció la pena. Me encanta practicar y fue muy divertido poner todo ese esfuerzo en el entrenamiento, lo que me ayudó a parecer una experta. Y, una vez que empecé, se convirtió más en una cuestión de orgullo personal y ver hasta dónde podía llegar.
Una de las facetas más interesantes sobre Afshin, el creador del grupo de baile underground, es que es autodidacta.
Sí, no lo supe hasta que lo conocí en París en diciembre de 2011. Nuestro primer encuentro fue como esas cenas que esperas que duren dos horas y acaban alargándose hasta seis. La conversación con él fue tan amena que se me pasó el tiempo volando. Me preocupaba el hecho de tener que interpretar a la que es ahora su exnovia, porque me parecía un poco raro, pero todo fue genial y me explicó cosas sobre Elaheh y su relación que me ayudaron mucho.
¿Sabe si le preocupó en algún momento que usted se viera natural como bailarina?
Esa es otra historia curiosa. Pasé muchísimo tiempo documentándome sobre el baile y los diferentes movimientos, los pliés y los jetés, todo lo que pudiera causarle buena impresión. Cuando lo conocí y hablé con él vi que había estado perdiendo el tiempo. Su manera de bailar no tiene nada que ver con la técnica establecida. Está muy relacionada con la emoción y la expresión natural. Quiere que seas una especie de niño durante el aprendizaje, que uses tus emociones más íntimas y dejes a un lado tu parte racional. Él ve la danza como algo abstracto y pasional, lejos de las técnicas establecidas. No quería que me preocupase por hacer los movimientos perfectos, pero aun así tuve que ensayar para conseguir lo que pretendía. Eso hizo que todo fuera un poco más fácil, aunque no mucho [risas].
Su personaje, Elaheh, tiene un lado bastante oscuro: es adicta a la heroína. ¿Cómo trabajó ese elemento a la hora de rodar?
Se trata de una mujer bastante guapa con una parte muy fea y oscura. Elaheh es una chica muy compleja, con una lucha interna contra sus propios demonios muy fuerte. Por supuesto, hay un gran contraste entre la belleza de su baile y la fealdad de su adicción. Pero eso es algo fascinante, muy primitivo. Como actriz, fue un aprendizaje sumergirme en la creación de un personaje con estas características.
Dando la cara en una de las causas sociales a la que se ha sumado como activista.
Cordon Press
Ella es considerada una chica muy guapa. ¿Le ayudó esto a conectar con el personaje?
Las mujeres necesitamos que se vean nuestras múltiples facetas. No deberíamos dejar que se confunda nuestra identidad con nuestra apariencia física, porque eso reduce lo que somos a una simple imagen. Está claro que la sociedad privilegia la belleza, no digo que eso esté mal, pero hay que seguir luchando contra muchas presiones relacionadas con la imagen. Las más jóvenes, sobre todo, quieren alcanzar unos ideales imposibles que parecen impuestos por la sociedad. Y los verdaderos problemas surgen cuando no se logra cumplir esos objetivos. Deberíamos aceptarnos más y juzgarnos menos. La belleza tiene que ser vista desde diferentes perspectivas.
Lejana al papel de ‘it girl’. Derribando todo cliché que pueda existir alrededor de su persona, Freida ha apartado su lado más étnico para adoptar a la perfección el estilo occidental. Embajadora de L’Oréal París, es amante de los vestidos de cóctel (cuanto más coloridos mejor) y de firmas como Zac Posen o Chanel. A la actriz india se le da bien presumir de figura en la alfombra roja con trajes elegantes sin ignorar su parte más juvenil. Además, Freida ha demostrado ser toda una apasionada de la moda y las tendencias como celebridad asidua a los front rows en las semanas de la moda internacionales. Su propia vida es bastante interesante.
¿Cómo se ha adaptado al papel de estrella internacional?
No me considero tan conocida, pero estoy orgullosa de poder usar la poca fama que tengo para llamar la atención sobre diferentes causas, sobre todo aquellas que incluyen luchar contra la violencia machista y los derechos de la mujer. Es una situación que se debe parar, no hay justificación alguna para ello.
Parece una chica bastante atrevida. De hecho, provocó una reacción muy polémica en su país cuando interpretó a una bailarina erótica en el vídeo Gorilla, de Bruno Mars.
Es verdad. En India hay gente con la mente cerrada, pero yo no puedo hacer nada al respecto. Solamente interpretaba un papel. De hecho, me encantó la idea de hacer ese personaje tan diferente y sexy en el vídeo. ¡Todos mis amigos me dijeron que les gustó muchísimo! [risas]. Soy una mujer independiente, me gusta disfrutar de mi libertad artística y no tengo miedo a expresarme. Es así de sencillo.
¿Cree importante interpretar personajes femeninos que luchan contra la opresión, como es el caso de Desert Dancer?
Protestar es una parte importante de cada ser humano. Ya sea en el ámbito político, el social o el económico. El hecho de que las mujeres en la industria cinematográfica estén luchando por un salario igual al de los hombres también es una forma de protesta importante. Se trata de algo bastante representativo e indica que queremos llegar al siguiente nivel, que no nos conformamos con lo establecido. Siempre debemos mantenernos de pie y luchar contra todo aquello que no nos parezca justo.
Por cierto, muchos seguidores se han sentido decepcionados al oír que su relación de seis años con Dev Patel había acabado.
Dev y yo pasamos juntos unos años maravillosos, siempre seremos buenos amigos y formaremos parte de nuestras vidas. Eso nunca cambiará. Y soy muy feliz por ello. Pero para mí nuestra relación era como una especie de droga. Es triste que algunas cosas acaben, la buena noticia es que pueden continuar de otra manera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.