George Clooney no está solo: estos famosos también se están forrando con el alcohol
El actor y director acaba de vender su marca de tequila por una cifra cercana a los mil millones de dólares. Brad Pitt, Justin Timberlake y Drew Barrymore podrían ser los próximos.
Esta historia comienza en México. Allí, George Clooney y un amigo, el empresario Rande Gerber (marido de Cindy Crawford), decidieron dedicar una noche a la recreación hostelera, es decir, a degustar tantos tequilas como su hígado les permita. Unos les parecían buenos, otros no tanto, pero ninguno les terminaba de convencer, así que el actor se preguntó por qué no creaban uno que fuera perfecto para ellos. Cuatro años después, la pareja ha vendido su compañía de tequila por una cifra astronómica. “Si nos preguntas en aquel momento si tendríamos una compañía de mil millones de dólares, no creo que hubiéramos contestado que sí”, confiesa Clooney. “Pero no nos vamos a ningún sitio. Seguimos siendo una gran parte de Casamigos (denominación de la marca). Empezando por un chupito esta noche. Quizá dos”.
El intérprete de Los descendientes no es la primera ni la única estrella que invierte en su pasión por lo destilado. Triunfar en la pantalla y fuera de ella es un sueño compartido en Hollywood. Así lo ejemplificaba la serie El séquito (Entourage), en la que las diferentes aventuras empresariales del actor protagonista y su grupo de colegas eran un elemento tan importante en la trama como el ascenso en la meca del cine. Y quitándole a Los Simpson el papel de oráculo, en la última temporada de la ficción sus protagonistas daban el pelotazo gracias a la venta de su marca de tequila. Este deseo, cimentado en la ambición o el simple aburrimiento, nos ha dejado una extensa lista de individuos arruinados, mientras que otros han visto incrementada su fortuna sustancialmente. Este deseo es el que reúne, por ejemplo, a Gerard Piqué y Katie Holmes en una misma clase de Harvard. En el siglo XXI las estrellas ya no quieren publicitar una marca, quieren ser la marca.
“Lo primero que se ha incrementado es el conocimiento empresarial de muchas de estas celebrities«, explica el consultor Will Hayllar en The Telegraph. “Además, suele haber una fuerte alianza entre las estrellas y pequeñas empresas emergentes que no cuentan con crédito suficiente para cubrir costes pero ofrecen la oportunidad de unirse a su crecimiento. Para estas compañías supone un mensaje muy poderoso que estas estrellas le digan a sus fans: ‘Puedes no haber oído nada sobre esta marca pero creo que va a ser grande, así que pongo mi dinero en ella’”. El apoyo de un famoso se traduce en un evidente impulso de la exposición y las ventas de cualquier firma, transmitiendo una mayor confianza al consumidor si ese respaldo se materializa con su entrada en el accionariado. A veces esta relación sobrepasa los límites del marketing para trasladarse al terreno artístico, con raperos como Jay-Z o Sean Combs (P. Diddy) mencionando los nombres de sus respectivas marcas de champán y vodka también en sus canciones.
Aunque las aventuras empresariales de los famosos son tan heterogéneas como el zumo de sandia (Beyoncé), la gestión del hospedaje (Airbnb, Ashton Kutcher) o la propia Spotify (Justin Bieber), una gran mayoría se decantan por las bebidas alcohólicas. El negocio del tequila parece especialmente atractivo para el mundo de la música, con Justin Timberlake (Sauza 901), Carlos Santana (Casa Noble) y Adam Levine (Santo Mezquila) también involucrados en diferentes firmas. La competencia es feroz en lo referente al vodka. Desde que se hizo efectiva su inversión, el rapero Diddy ha convertido Cîroc en una de las marcas más consumidas del mundo. Dan Aykroyd (Los cazafantasmas) fundó Crystal Head –conocida por su botella con forma de calavera–, Pitbull, Voli Light, y Channing Tatum, Born and Bread, elaborada con patata. David Beckham (Haig Club) y Drake (Virginia Black) apostaron por el güisqui, el siempre extravagante Marilyn Manson por la absenta (Mansinthe) y Danny DeVito por el limoncello.
Pero no hay sector más atractivo para un personaje conocido que el vitivinícola. Hay decenas de famosos que han apostado por crear sus propios vinos, siendo el caso más extremo el del director de El Padrino Francis Ford Coppola, que prácticamente se retiró del cine para refugiarse en el viñedo. El presidente Donald Trump, el cantante Sting o la actriz Drew Barrymore también comercializan sus caldos. El grupo de rock AC/DC se emparejó con una bodega australiana para crear su marca personalizada, que vende botellas con nombres tan sugerentes como Back in Black Shiraz o Thunderstruck Chardonnay. La lista la completan Bob Dylan, Gerard Depardieu, Diane Keaton y el diseñador Roberto Cavalli. Angelina Jolie y Brad Pitt adquirieron un viñedo en la Provenza francesa por valor de 60 millones de dólares. De sus viñas nació el rosado Chateau Miraval, considerado por la crítica como uno de los mejores vinos del año 2013 y agotado pocas horas después de haberse puesto a la venta. La separación de la pareja y la confesión de la adicción al alcohol de Pitt –el más involucrado en la bodega– ha puesto en una encrucijada el futuro de la producción. Puede que a un buen amigo de la pareja, a quien le acaba de entrar un dinerito extra, le interese comprar. ¿Verdad, George?
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