Claudia Cardinale o la silenciosa labor feminista de un mito erótico
La diva de 80 años hoy defiende la libertad y los derechos de las mujeres trabajando con la UNESCO.
Este 2018 cumplía 80 años Claudia Cardinale. Uno de los tres grandes mitos del cine italiano, junto a Sophia Loren y Gina Lollobrigida. Ellas consiguieron construir carreras muy sólidas y dar el salto a Hollwyood. La actriz italiana, hija de padres sicilianos, nació en Túnez, en aquel entonces bajo el protectorado francés; aunque llegó al cine casi por casualidad, puede presumir de haber rodado más de 100 películas. Entre ellas brillan El gatopardo, Rocco y sus hermanos, Sandra, y Confidencias (retrato de familia en interior) a las órdenes de su gran amigo Luchino Visconti, 8 y 1/2, obra maestra de Federico Fellini, Fitzcarraldo de Werner Herzog, o La pantera rosa, una de sus más celebradas incursiones en La Meca del Cine.
Con motivo de un aniversario tan redondo la figura de la actriz ha sido examinada con lupa y ha vuelto a recordarse el episodio más dramático de su vida: la violación que sufrió a los 17 años. Se quedó embarazada, pero decidió tener el bebé. Sin embargo, mantuvo oculta esta experiencia traumática porque consideró que podía perjudicarle profesionalmente, así que durante años hizo pasar a su hijo Patrick por su hermano: “El nacimiento de mi hijo me empujó a dedicarme al cine para ganarme la vida y ser independiente. Lo hice por él, por ese bebé que quise tener pese a las circunstancias y al enorme escándalo que podía suscitar un nacimiento fuera del matrimonio”, manifestaba Claudia el año pasado en el marco del Festival de Cannes. Precisamente una edición que celebraba su 70 aniversario con un cartel promocional que muy criticado: una fotografía de la actriz, en Roma en 1959, modificada para reducir su silueta.
Coincidiendo con su 80 cumpleaños, la actriz concedió una extensa entrevista a Il Messaggero en la que volvió a hablar de este trauma que tanto influyó en cómo se desarrolló su vida personal y su carrera: “Mi agresor continuó persiguiéndome y quería que abortara, pero yo no quise. No habría renunciado a mi criatura por nada del mundo. Cuando comuniqué esta decisión a mis padres y a mi hermana, Blanche, estuvieron incondicionalmente a mi lado”. Un testimonio excepcional que demuestra por qué sigue siendo un referente en el feminismo y en la lucha contra la violencia de género y la igualdad de las mujeres: “Es absurdo que en 2018 los hombres sigan enfureciéndose contra las mujeres y lo peor es que la mayoría de los feminicidios son cometidos por maridos, novios, amantes… Es decir, por las personas que deberían amar y proteger más a una mujer”.
En plena efervescencia del movimiento #MeToo, surgido en octubre de 2017 a raíz del escándalo del todopoderoso productor estadounidense Harvey Weinstein, Claudia Cardinale mandaba un mensaje muy contundente al mundo desde Italia: “Los hombres nunca valdrán más que nosotras, que damos la vida. Aún no han aprendido a aceptar nuestra emancipación, el derecho a la independencia que hemos conseguido a través de tantas batallas. Cuando dejas a un compañero, a menudo surge una reacción incontrolable que lleva al hombre a matarte para ejercer así su posesión. No te perdonan que quieras dejar de pertenecerles”.
La propia actriz, a quien sigue persiguiendo ese estremecedor capítulo de su vida, está cansada de hablar de lo mismo una y otra vez. Hace un par de semanas fue entrevistada en Domenica In, el incombustible programa de la Rai de Maria Venier (en antena desde 1976). La protagonista de Hasta que llegó su hora o La piel se negó a abordar este espinoso asunto de nuevo: “De esto no quiero hablar, pero sí de que soy embajadora de la UNESCO y cuido de mujeres, gays y niños. Además, lucho contra la pena de muerte junto a Amnistía internacional”. Quizá la faceta más desconocida de la actriz, embajadora de buena voluntad de la organización en reconocimiento a «su compromiso en mejorar el estatus de las mujeres y las niñas a través tanto de la educación como promoviendo y afirmando sus derechos», afirman desde el organismo de la ONU.
Esta entrevista, en la que enfatizó su discreta labor como Embajadora de Buena Voluntad de este organismo de las Naciones Unidas, ha suscitado una gran polémica por las declaraciones que realizó sobre el gran amor de su vida (y también uno de los cineastas con los que más trabajó): Pasquale Squitieri, que falleció en febrero del año pasado. Él se había casado con la cantante y actriz Ottavia Fusco, que apareció en el mismo programa para contestar las declaraciones de Cardinale, que había manifestado que “él me quería todavía y tenía su habitación en mi casa de París”. Fue la mecha que encendió la llama de la mujer del cineasta: “El evidente intento de anular mi presencia como mujer, esposa y artista y la falta de respeto a la opción vital que había tomado Pasquale. Él solía decir que los hechos son tozudos y así es. Nos conocimos en 2003 en este pequeño pueblo medieval donde vivíamos y en 2010 me convertí en su mujer. Soy la señora Squitieri y lo seré para toda la vida”. La paradoja de esta situación es que ambas actrices habían compartido escenario hasta la primavera de este año con la obra La extraña pareja, versión femenina de la obra de Neil Simon, que en el cine interpretaron los legendarios Jack Lemmon y Walther Matthau. Estuvieron de gira con gran éxito, pero su relación personal acabó hecha trizas.
Pero si algo queda claro es que Claudia no le tiene miedo a nada ni a nadie, por eso es relevante recuperar unas declaraciones que hizo en 1983 a El País, en las que abordaba cuestiones que a día de hoy siguen siendo controvertidas. La gran diva italiana siempre ha sido una mujer progresista, libre y con unas convicciones muy arraigadas. Esto es lo que pensaba hace 35 años (y lo sigue predicando): “En principio, soy contraria al matrimonio. Vivo con un hombre y es público. Pasquale Squittiere es mi hombre y no hace falta formalizar ningún contrato para que vivamos juntos. En cuanto al aborto, creo que tener que hacerlo es un gran trauma, pero soy partidaria de dejar que sea la mujer quien elija. La homosexualidad no es ningún problema. Por ejemplo, creo que Visconti era más hombre que muchos otros que he conocido”.
Y para concluir, nadie mejor que la percepción que tiene de sí misma Claudia y que verbalizaba en la misma entrevista: “He sido el sex symbol de toda una generación, pero sin necesidad de desnudarme. No me gusta vender mi cuerpo. Creo que si me contrataron fue siempre por mi cabeza, no por mi cuerpo”.
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