Adèle Exarchopoulos: «Me apetece interpretar a una asesina, no me preguntes por qué»
Tenía solo 20 años cuando se convirtió en un fenómeno mundial gracias a ‘La vida de Adèle’, pero lejos de obsesionarse con la fama, la actriz se refugió en su entorno y comenzó a construir una carrera en el cine (y en la moda) tan discreta como sólida.
Entre los sueños que le quedan por cumplir a Adèle Exarchopoulos (París, 28 años) está el de poder convertirse en la mala de la película “Sí, una asesina o algo similar. Es lo que más me apetece, no me preguntes por qué”, cuenta al teléfono. La razón quizá tenga que ver con el hecho de que, para muchos, la actriz sigue siendo esa joven tierna que descubre el amor (y desamor) junto a Léa Seydoux en La vida de Adèle. Acababa de cumplir 20 años cuando se convirtió en icono LGTB para una generación y en la actriz más joven en lograr la Palma de Oro en Cannes. Y eso que ni siquiera quería ser actriz. “A mí lo que me gustaba era la música, pero mis padres me apuntaron a un curso de improvisación para que perdiera mi timidez. Poco a poco creamos un grupo de música y teatro… un director de casting me vio y terminé rodando mi primer corto”, explica. Cuando el director Abdellatif Kechiche la eligió para interpretar a aquella adolescente con la que comparte nombre, Exarchopoulos solo había hecho unos pocos papeles menores: “No sabía nada de la industria, no tenía ni idea de cómo funcionaba el cine. Lo tuve que aprender todo muy rápido”, confiesa. Pero aquel rodaje intenso, que posteriormente se tradujo en película de culto, no le hizo perder la cabeza. Muy al contrario, le hizo tener más claro dónde estaba su sitio, “con mi familia y mis amigos”, dice.
La misma noche en que recibió la Palma de Oro, Adèle se dejó caer por la fiesta que organizaba su productora, pero ya había orquestado una celebración “con los de siempre”. “En realidad, no me ha costado separar mi faceta pública de la personal. Siempre he sabido dónde estaba mi sitio. Quizá lo que más me costó al principio fue saber repartir los tiempos. Hay un momento en que piensas que si pasas demasiado tiempo a lo tuyo, la industria se va a olvidar de ti, pero luego te dejas de obsesionar”, cuenta. De aquello han pasado nueve años y más de una docena de películas. A diferencia de Léa Seydoux, que dio el salto a Hollywood, Adèle se ha labrado una carrera lenta, pero estable, en el cine francés interpretando papeles ‘profundos’; ha sido una vagabunda problemática (Huérfana), una reclusa víctima de abusos (Epérdument) o, más recientemente, una joven con dificultades de comunicación en la delirante Mandíbulas, una de las sensaciones de la última edición del Festival de Sitges. “Desde que leí el guion, quise interpretarlo”, explica la actriz, “antes me agobiaba más elegir los papeles adecuados, ahora prefiero dejarme llevar por la historia y, sobre todo, por el equipo”, comenta Exarchopoulos, “creo que lo peor de mi trabajo, además de las largas esperas en los castings y rodajes, es tener que replegarse a los deseos de la gente”.
Unos inicios tan intensos han hecho que la actriz busque “humanidad” en todo lo que hace. “Para mí es lo más importante, rodearme de personas empáticas que, además, tengan algo que decir”. También en la moda. Como es obvio, desde que Adèle saltó al estrellato las firmas de lujo se la disputaron para protagonizar sus campañas. “La moda es algo que nunca me había interesado especialmente, pero he descubierto que tiene una parte de interpretación”, comenta. De hecho, Paco Rabanne la ha elegido como su nueva ‘heroína’. Exarchopoulos protagoniza Time Out, el nuevo y enigmático fashion film de la casa francesa. “Había hecho campañas fotográficas, pero nunca un vídeo”, explica, “Si lo hice, fue precisamente porque el equipo de la marca me hace sentir a gusto (Julien Dossena, el director creativo de Rabanne, y Adèle son amigos íntimos) y porque la trama me interesaba; esa actitud de transgresión y libertad que se transmite a través de la estética”, comenta, aunque confiesa que la moda, como la actuación, forma parte de lo profesional: “En mi día a día solo quiero ir cómoda, con vaqueros y deportivas, no pienso demasiado en la imagen”, dice.
No hay apenas documentos gráficos de esa vida real de la que habla. Adèle Exarchopoulos es muy activa en redes sociales (su perfil de Instagram supera el millón de seguidores), pero solo publica imágenes profesionales en colaboración con distintas marcas de lujo, fotos de sus estrenos y portadas en los medios. Ni rastro de su hijo de cuatro años (fruto de su relación con el rapero francés Doums), su familia o sus amigos: “Es que ni se me pasa por la cabeza. Entiendo que mucha gente lo haga, no los juzgo, pero yo nunca he sentido la necesidad de mostrarle mi vida al mundo. Amo mi trabajo y creo que soy una privilegiada por poder vivir de la actuación, pero es un trabajo, mi vida es otra”, zanja. Una vida que ella considera “tranquila y normal, como la de cualquiera”, pero que a muchos les parecería frenética, a juzgar por sus planes para este año: “Estoy rodando dos películas, tengo otra, Les cinq diables, en posproducción y acabo de empezar la segunda temporada de La Flamme, que además protagoniza mi mejor amigo, Jonathan Cohen. La verdad es que no puedo quejarme”.
* Estilismo: Alba Melendo. Maquillaje: Gregoris (Calliste Agency). Peluquería: Rudy Marmet (Call My Agent). Manicura: Eri Narita. Diseño de set: Julia Dagood. Producción local: Teresa Casoli (Alice Rosati Studio). Asistentes de fotografía: Giulia Baroni y Teresa Casoli. Asistentes de estilismo: Fernando Gómez y Carla Ruiz.
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