Elvira Mínguez: «Limpiaba los váteres de Casa Patas para pagarme las clases. Ahí me di cuenta de que podía ser feliz porque lo mío nunca ha sido vocacional»
La actriz reivindica dejar huella en una carrera repleta de papeles secundarios y que haya papeles para mujeres que aparenten su edad.
De pequeña no quería ser actriz. Se matriculó en Biológicas en otra ciudad para irse de casa, después en Diseño de Moda porque le encantaba dibujar, en una academia de interpretación por probar y ahora confiesa que va a necesitar cinco vidas para hacer todo lo que quiere: terminar Bellas Artes (que empezó hace unos años), estudiar Física Cuántica, hacer carrera en Hollywood (aunque ya ha trabajado con John Malkovich, Steven Soderbergh o Willem Dafoe) y apuntarse a la escuela de gastronomía Le Cordon Bleu. Para alegría de los amantes de cine, sigue actuando. Su debut en Días Contados le valió el reconocimiento con una nominación al Goya. Y 11 años más tarde lo ganó por su interpretación en Tapas. El próximo 27 de marzo estrena Ofrenda a la tormenta, la última entrega de La Trilogía del Baztán, dirigida por Fernando González Molina, y un papel en la serie Veneno de Los Javis. Mínguez habla con pasión, se ríe a carcajada limpia y en una conversación transmite la misma naturalidad que en la gran pantalla.
¿Qué hizo con su primer sueldo como actriz? Fue por Días Contados y lo repartí entre varios amigos que necesitaban la pasta. Después regresé a lo que hacía para pagarme mis clases y vida en Madrid: limpiar los váteres de Casa Patas. Ahí me di cuenta de que podía ser igualmente feliz porque lo mío nunca ha sido vocacional. Hay más cosas con lo que se puede ser feliz y cerrarse a una sola siempre me ha parecido ridículo.
Hace pocos años se matriculó en Bellas Artes. ¿Cuál ha sido su último dibujo? Una escena de un matrimonio que vi en Sicilia. Comencé a bocetarlos allí mismo pero mi marido y mi hijo no me dejaron terminarlo por pesada. Les hice una foto y lo acabé después. Pero me hubiera sentado ahí tan contenta a dibujarlo.
¿Es cierto que ha cambiado el tabaco por el dibujo? Sí. Después de fumar sin parar durante cuarenta y tantos años llegué a la conclusión de que me encendía un cigarro cuando no tenía nada que hacer. Así que empecé a llevar un cuaderno y un lápiz encima. Y cuando me entraban ganas de fumar, me ponía a dibujar como una loca: una lámpara, un zapato, lo que fuera. ¡Y me funcionó!.
¿Hay algún grupo de WhatsApp del que se quiera salir? De todos. Y me marcho sin avisar. Se producen tantos malentendidos que han tenido que inventar los emoticonos para apostillar el estado de ánimo. Aunque confieso que la última obscenidad que he hecho ha sido crearme un emoji personalizado con mi cara.
¿Se siente encasillada como actriz? Totalmente. Me encantaría hacer un musical. Me han plantado por desgracia la etiqueta de actriz secundaria desde el principio y reivindico que me la quiten. Los papeles son de reparto o principales, no los actores. Y los medios de comunicación tendéis a decir también “la actriz de reparto”.
Pero ustedes se otorgan premios a actores de reparto. Sí. Pero sueño con que algún día se quiten todas esas candidaturas y se coloque solo una. Que tampoco haya distinción entre mejor actriz o mejor actor, sino mejor interpretación. Cuando falleció Terele Pávez se me revolvían las tripas al leer “la actriz secundaria…”. ¡Qué coño secundaria! ¡Idos a la mierda! Era una actriz como la copa de un pino que interpretó personajes secundarios.
Cuando recibió en 2006 el Goya por su papel en Tapas, reivindicó los papeles para mujeres de más de cuarenta. No era solo una reivindicación de las mujeres en el trabajo sino también de la edad. A los hombres se les permite envejecer porque les colocan al lado a parejas jóvenes. Sin embargo, con nosotras es una aberración. Hay tanto trabajo por hacer… Reivindico la edad porque cuando las mujeres entramos en los cincuenta no somos muebles viejos. Tengo 54 y me siento mejor que nuca. Grito: “¡Menopausia!”. Y, cada vez que lo digo, hay mujeres que me piden que me calle.
¿Por qué? Porque todo está relacionado con la juventud. En la menopausia te ponen un sello en la frente que dice que ya no eres joven. Y hay un silencio entre las propias mujeres porque si no lo verbalizas es que todavía eres fértil, joven y susceptible de ser deseable. Un horror. Existe una serie de condicionantes sexuales terribles que nos meten en el machismo. Y pesa mucho. Tengo discusiones con amigas feministas activistas sobre la importancia de reconocer el machismo que llevamos dentro para poder luchar contra él. ¿Cómo no voy a ser machista si he tenido una educación absolutamente machista con una madre machista, una abuela machista y si de pequeña (antes de morir Franco) me hacían ir a coser a la OJE a un local que pertenecía a la Iglesia? Cuando tienes hijos tienes que estar continuamente en guardia para no reproducir los patrones que tienes metidos en el ADN.
¿Y lo ha conseguido? Llevo muchos años intentando romper ese mensaje y es complicado porque significa darle una patada a la base sobre la que has asentado tu identidad. Pero hay que hacerlo. En mi generación todas llevamos un bigote y un tricornio dentro. Habrá que ver cómo lo sacamos.
¿Se siente parte de su generación? Me siento una mujer de mi edad. No tengo nada en común con la gente de Valladolid que conozco con los mismos años que yo. Me relaciono con gente más joven. Igual tiene que ver con que mi marido tiene diez años menos que yo.
Se fue de Valladolid en cuanto pudo. Pero, ¿siente que allí está su casa? No. Ni en Madrid tampoco. Cuando nació mi hijo supe que mi hogar estaba en él, en su olor. Y eso que soy una madre atípica. Cuestiono mucho la maternidad con dopaje que nos tienen vendida.
¿Prefiere vivir en ciudad o en pueblo? Según donde esté el colegio del niño. Y ya le hemos cambiado tres veces porque buscamos el colegio que se adecúe al él y no el niño al colegio. Es una de las cosas que respetamos y trabajamos como mulas para poder permitírnoslo. Pero sigo sin entender por qué no hay un pacto de estado de educación. Ni cómo no aplicamos modelos como el finlandés o por qué subvencionamos a los colegios religiosos.
Si hubiera sido un hombre no le hubiera pasado… Tener que hacer papeles de abuela con cuarenta y pocos años. Además, estoy convencida de que hoy por hoy tendría más trabajo. No hay mucho dónde elegir para una mujer de 54 años que los aparenta y quiera aparentarlos. Los parámetros generales con nosotras son los siguientes: si el personaje tiene cuarenta, lo interpreta una actriz de treinta. Con los hombres no funciona así. Tengo amigas guionistas que me han contado que cuando plantean un guión de una mujer de cuarenta, bróker de bolsa o directiva de una empresa les dicen que es muy interesante pero que mejor lo interprete una de treinta que desempeñe un trabajo medio o que sea secretaria. Esto puede parecer muy hollywoodiense, pero pasa en el cine español.
¿Cuándo ha sido la última vez que ha dicho que no? Cuando me llamaron para hacer el pregón de un pueblo. Con los años he aprendido a decir que no y a no dilatar las cosas. Si alguien me pregunta que cuándo nos vemos y no me apetece, no digo: “bueno, ya quedaremos”, sino que respondo: “no”. Me he vuelto muy punki.
¿Le gusta que le hagan fotos? Lo paso mal en las sesiones. No me gusta nada exhibirme. La entrevistas las disfruto porque es una manera de narrarnos. La vida consiste en hacer un relato de ti mismo y esto me ayuda.
¿Cómo lleva desfilar por una alfombra roja? Lo odio. Me parece maravilloso cuando veo una escultura griega como Úrsula Corberó o la elegancia de Marisa Paredes. Pero yo lo paso mal. Adriana Ugarte me dijo cómo hay que posar y al intentar hacer una de esas posturas casi me rompo la cadera. Ja, ja, ja.
Le llama John Malkovich para hacer una película. ¿Qué hace? Aprenderme la frase “If you want I can speak english in one month” (si quieres puedo hablar inglés en un mes). Fue lo que le dije todas las veces que pude en la reunión que tuve con él y menos mal que Javier Bardem, que es maravilloso, hizo de intérprete. Al final participé en su película Pasos de Baile. Después tuve más incursiones internacionales como Che de Steven Soderbergh o Todos los saben de Asghar Farhadi. Y también The Reckoning con Willem Dafoe y Vincent Cassel donde interpreté a mi personaje favorito: el de una sordomuda. Ja, ja, ja.
¿Se ha visualizado en Hollywood? ¡Y ganando un Oscar!. Siempre que he hecho papeles internacionales he pensado que me iban a descubrir en Hollywood. Y que iban a pensar qué habían hecho todo ese tiempo sin mí. Ja, ja, ja.
Acaba de estrenar en Holanda la película Mi vida. Ha sido un regalín. Cuenta la historia de una mujer jubilada que se viene a España a cumplir un sueño y se encuentra conmigo. Fue precioso. Es de las películas más vistas del año en Holanda pero no sé si se estrenará aquí. Está protagonizada por Loes Luca, una actriz de sesenta y siete años y cuenta una historia pequeña.
El mundo está hecho de pequeñas historias. Sí, yo también lo creo.
He leído que el año que viene se lanza a la dirección. ¿Es cierto? Sí, me apetece mucho meterme en eso. Es una idea de Alicia Luna que me llamó para preguntarme si quería dirigir y dije que sí.
También ha participado en la serie sobre La Veneno de Los Javis. ¿Por qué es importante reivindicar su figura? Porque fue una mujer tremendamente valiente. Y con un partido de extrema derecha nos quiere cercenar la libertad de identidad y de enamorarnos de quién queramos, todo lo que se diga y apoye no está de más.
¿Ve el futuro muy oscuro? Soy de ánimo pesimista y no lo veo nada bien. Pero me siento ilusionada. Lo que no comprendo es por qué no se hace nada realmente por el cambio climático. ¿Los negacionistas no tienen hijos?
ESTILISMO: PAULA DELGADO. MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: RAFAEL DUEÑAS. ASISTENTE DE ESTILISMO: SERGIO MARTÍNEZ DE MAYA.
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