De Alicante al mundo: la nieta y la abuela que crearon los bolsos de ganchillo favoritos de Instagram
Aprendiendo la técnica de su abuela Teresa, Andrea Boix lanzó en junio del año pasado Croixet, una firma de accesorios de crochet. Un año después, la marca ha ampliado su catálogo y recibe pedidos de Estados Unidos o Italia.
Cuando Andrea Boix lanzó su firma de bolsos de ganchillo se las vio y se las deseó para conseguir algo tan básico como una caja de cartón en la que poder enviar sus diseños. Era principios de junio de 2020 y las restricciones derivadas de la crisis sanitaria multiplicaban por diez los esfuerzos iniciales que implican crear desde cero una marca de moda. Más aún teniendo en cuenta que el proyecto ni siquiera entraba en sus planes. «Tuve que volver a España por la pandemia y en un principio no me había planteado hacer una marca, pero sabía que nunca tendría tanto tiempo para intentarlo», contaba entonces en Un Podcast de Moda. Un año después de aquello, Croixet, como ha bautizado a su firma de accesorios, no solo ha superado las expectativas de esta alicantina de 28 años, sino que ha ampliado su catálogo demostrando que las piezas artesanales hechas con cariño cada vez cuentan con mayor número de fanáticos. Su abuela Teresa, quien le enseñó los trucos de un buen crochet y tejió aquellos primeros minibolsos en tonos pastel seña de la marca, sigue formando parte de la plantilla.
«Tiene 80 años y está encantada y muy emocionada con el éxito que estamos teniendo. Siempre que le apetece se pone un ratito a tejer y alucina cuando le cuento que nos llegan pedidos de gente que vive fuera de España y que ha conocido la marca por Instagram. ‘¿Cómo puede ser?’, me pregunta boquiabierta», explica Boix a S Moda. Junto a ella, su tía y la propia Andrea trabajan ahora otras mujeres artesanas alicantinas que llevan haciendo ganchillo toda la vida. «Yo cada vez tengo menos tiempo para hacer tejer porque me encargo de los pedidos, las redes sociales o el marketing, pero siempre que puedo saco un rato porque me relaja», aclara. Con experiencia previa en la industria de la moda habiendo trabajado en las tiendas online de marcas como Mango o Hawkers, la alicantina compagina ahora la gestión del ecommerce de una empresa familiar ajena al sector de la moda con su trabajo al frente de Croixet.
A los dos modelos de minibolso iniciales se han sumado ahora gorros de pescador, pañoletas, anillos y un nuevo bolso más grande. Todos se siguen produciendo bajo demanda, filosofía definitoria del proyecto. «Cada uno es único y creado para quien lo compra. Los bolsos pequeños llevan más o menos una tarde de trabajo, y los nuevos pueden llegar a dos días», detalla Boix justificando así la diferencia de precio (35 euros los primeros y 70, los segundos). «Queremos ser asequibles para que aquellos que valoran el trabajo artesanal puedan comprárnoslo a nosotros en vez de a una gran cadena. Al fin y al cabo, cuando coges en la mano uno low cost y un Croixet la diferencia es abismal. Y si lo cuidas bien te va a durar muchos años».
Aunque el 90% de los pedidos que reciben provienen de España, sus creaciones ya han viajado hasta Italia o Estados Unidos. La mayoría de los clientes conocen la firma a través de Instagram, pero también Pinterest les da muy buenos resultados como escaparate global. «Por ahora el modelo estrella es el Mandarina, el primero que lanzamos. Gusta sobre todo en lila, aunque como se fabrican bajo pedido podemos mezclar colores o satisfacer las demandas de cada cliente. También están funcionando muy bien los gorritos porque están muy de moda», detalla la diseñadora.
Precisamente la conversión de una técnica tan tradicional como el ganchillo en tendencia (las pasarelas se han llenado de prendas de crochet, de Gabriela Hearst a Valentino pasando por Bottega Veneta o Zimmerman, y es imposible entrar en una gran cadena y no toparse con alguna) ha favorecido el éxito del proyecto. Además de online, sus piezas ya están disponibles en tiendas locales como la concept store alicantina La Cabinet, aunque Boix no tiene prisa por crecer y quiere mantener el proyecto como surgió: algo pequeño, familiar y artesanal. «Prefiero tener poca variedad de productos, pero bien hechos».
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