Calcetines, el éxito a tus pies
Este accesorio abandona los estilos deportivo y ejecutivo para vestirse con encaje, pedrería y atrevidos estampados.
Escondidos bajo los pantalones y objeto de fetichistas. Así vivía esta prenda hasta hace unos años», nos cuenta Rafael Lobato, el 33% de la firma española Sockaholic, junto a Jaime Terceiro y Jaime de la Puente. En 2011 y con solo 12.000 euros de capital fundaron su empresa con una producción inicial de 2.000 unidades. «El año pasado superamos los 200.000 (con precios de entre los 5 y los 7 euros), lo que supone un crecimiento del 40% respecto a 2013. Este año, además, tenemos un distribuidor en Japón», dice satisfecho.
Imagen de la campaña realizada por David LaChapelle para la marca Happy Socks.
David Lachapelle para Happy Socks.
El emergente y rentable sector de los calcetines de diseño no es un fenómeno exclusivo de España. Según la consultora NPD, de septiembre de 2013 a agosto de 2014, las ventas de estos accesorios generaron unos beneficios mundiales de 178.754 millones de euros. «Los hombres fueron los impulsores de su despegue. Utilizarlo con un estampado u otro sirve como tarjeta de presentación, como muestra de la personalidad del usuario. Con ellos también logran dar un toque de color, como en su día dieron los pañuelos a los trajes», dice Marshal Cohen, jefe de analistas de NPD. «Además, comprar modelos de lujo se ha convertido en algo normal para ellos», continúa. Un ejemplo son los diseños de Falke, que alcanzan los 652 euros, o los 1.200 euros que cuestan los de pelo de ciervo de Harrys of London. «En cambio las mujeres son más reacias (en el mundo, solo el 41% de las féminas los usa frente al 73% de los hombres). Ahora, los fabricantes buscan nuevas fórmulas para atraerlas», concluye el analista.
Jil Sander.
InDigital
Arregladas pero informales. Sin embargo han sido ellas (y su armario) las que han subido las medias a las pasarelas. Versus, Jil Sander, Rochas o Gaultier convirtieron los calcetines en el aliado perfecto para acompañar sus stilettos en sus desfiles de primavera. En tiendas online se pueden comprar los que firma Alexander McQueen, con estampados de calaveras, por 70 euros; o modelos de encaje, de Dolce & Gabanna, por 75 euros. El mismo precio que los diseños de algodón, viscosa y lycra de Sonia Rykiel. Una incorporación estética al guardarropa femenino que tiene una sencilla justificación para Hitha Prabhakar, analista de mercados y colaboradora de Time o Nymag.com. «Los cárdigans en pico, las grandes camisas, los pantalones de cuadros remangados con calcetines y zapatos de vestir. En definitiva, la imagen de los jubilados de los setenta que desde hace años triunfa entre los hombres, por fin llega en versión costura al armario femenino».
Modelo para primavera de Sockaholic (7 €).
D.R.
Ganar la partida. Cada vez son más los emprendedores que entran en este mercado. Un sector inaugurado en 2008 por los suecos Viktor Tell y Mikael Soderlindh, directores de Happy Socks. Su empresa está presente en 70 países y facturó 12,5 millones de euros en 2014. «Las colecciones incluyen colaboraciones con gente como Manish Arora y Giles Deacon o el músico Snoop Dogg», cuenta Soderlindh.
Tras sus pasos, y calzados con esta prenda, llegaron en 2013 Felipe Cortina y Álvaro Gomis, que fundaron en Nueva York su casa Jimmy Lion. Sus modelos tienen seguidoras como la top Sigrid Agren y ya se distribuyen en El Corte Inglés. El pasado septiembre aparecieron dos nuevos jugadores: Hop Socks, formada por Marta Cajigas y Macarena Kindelán, que ya han producido 30.000 pares (a 16 euros); y The Wolf Socks, tras la que están Pelayo Menéndez de Luarca y Bernardo Campos, que han distribuido 15.000 unidades (desde 10 euros). «Las mujeres han sabido cómo convertir los calcetines en un arma de seducción», concluye Campos.
Rochas.
InDigital
Dos españoles, Felipe Cortina y Álvaro Gomis, están detrás de la firma neoyorquina Jimmy Lion.
D.R.
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