Al cine también se le va la mano con el photoshop (pero solo con ellas)
El ‘retoque’ en la promoción de ‘El consejero’ es el enésimo capítulo de cómo el cine desvirtualiza y convierte en fantasía al envejecimiento femenino.
De los creadores de ¿seguro que ésa es Melissa McCarthy en el póster de The Heat? o ¿quién operó el pecho a Keira Knightley para promocionar Rey Arturo? llega ¿qué ha pasado con las caras de las actrices de El consejero? Basta con echar un vistazo a los posters promocionales de la película, que se estrenará el 29 de noviembre en España, para comprobar cómo algunos retocadores profesionales (y los estrategas del marketing cinematográfico) no han abandonado el vicio del airbrushing cuando toca exhibir a las actrices. Sin rastro de arrugas y sin apenas expresión facial, Cameron Díaz y Penélope Cruz aparecen en una imágenes prácticamente irreales, especialmente si las comparamos con las de sus compañero de reparto, Javier Bardem y Michael Fassbender.
Viendo los cuatro pósters en los que los protagonistas de la película de Ridley Scott aparecen por separado, cuesta creer que Cameron Díaz (41 años) tiene cuatro más que Michael Fassbender (37 años). El uso del Photoshop en sendas imágenes cristaliza ese doble rasero que impera en Hollywood: ellos envejecen con dignidad, pero a ellas mejor que no se les note.
A Fassbender no hay línea de expresión que no se haya resaltado ni arruga que quede por explorar: bolsas bajo sus ojos y ceño fruncido. A Díaz el 'bótox fotográfico' la deja inexpresiva, y más que rejuvenecerla, imaginamos a la actriz como una especie de muñeca andante.
Cameron Díaz.
Getty
Michael Fassbender.
Getty
Lo de Penélope Cruz tambien es digno de análisis. En su caso, el uso del retoque fotográfico es más que evidente ya que se ha distribuido el fotograma del film en el que se inspira el poster. ¿Era necesario hacer desaparecer las practicamente imperceptibles líneas de expresión de la actriz? ¿Ayuda a promocionar mejor la película si se 'exageran' las arrugas de los interprétes masculinos (Bardem tampoco se libra de la rudez fotográfica) y se obvian las femeninas? ¿Por qué seguir perpetuando la fantasía de la eterna juventud de las actrices?
Penélope Cruz.
Getty
Javier Bardem.
Getty
Ni Penélope Cruz ni Cameron Diaz serán las primeras (y las últimas) en padecer el edaísmo (discriminación por edad, ageism en inglés) que impera en el cine o la televisión. Algunas se ven rejuvenecidas con escaso gusto en posters promocionales, otras contemplan cómo su estrellato se desvanece al pasar los años o se ven obligadas a interpretar el papel de madre de actores que apenas tienen diez años menos que ellas.
En junio, Geena Davis explicó en una charla con la Asociación de Productores y Distribuidores Cinematográficos de América (MPAA) las consecuencias de envejecer en Hollywood. "Creí que el destino de las actrices, ese que dice que cuando cumples los cuarenta dejas de tener papeles insteresantes. no se me aplicaría porque yo había sido diferente. Pero no fue así. Antes hacía una película al año, y cuando pasé la cuarententa, solo hice una película. Y no fue porque no me ofreciesen papeles, fue porque no me ofrecían esa clase de papeles. Quería interpretar personajes únicos y diferentes, pero ser la novia de quién sea no era una aventura excitante para mí… Si alguna vez leéis, en algún momento, que he firmado para ser la esposa comatosa de Sean Connery, sabréis que me he quedado sin blanca".
La espléndida Kim Cattral (Samantha de Sexo en Nueva York) también afirma sentirse discriminada, motivo por el que ha decidido pasarse al teatro. Sobre el hecho de envejecer en el valle de la estrellas declaró al Daily Mail: "Desaparecemos y dejamos de ser vistas porque ya no somos jóvenes, bellas y sexualmente apetecibles. Es una vergüenza porque en el resto del mundo se erigen estatuas y se suben a podios a mujeres mayores diciendo 'No solo ésta es una mujer bella, además tiene experiencia vital".
Pero quizá la que mejor lo resuma es Susan Sarandon, que en una entrevista con Oprah dijo: "Así que te intentan desplazar en este negocio. Cuando la gente me dice '¿Crees que has perdido trabajo por tu implicación política? Yo les digo, 'No, ¡pierdes el trabajo porque te vuelves fea y gorda! Ahí es cuando dejan de contar contigo en Hollywood". O hasta que el Phostoshop deje de hacer milagros innecesarios.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.