María Pombo y el túnel de Alfafar: cómo algunas ‘influencers’ se convirtieron en un amplificador de bulos tras la dana
El papel de las ‘influencers’ en la dana de Valencia pone en duda su capacidad para ayudar en las crisis humanitarias y medioambientales. La desinformación y la politización sutil del contenido son el denominador común en sus cuentas
“No hagáis caso a todo lo que se publica porque hay mucha intoxicación informativa. Hay personas interesadas en que el enfado crezca, ¿para qué? Para que haya caos. Hay mucha gente interesada en esto”, son las palabras que el Rey Felipe VI usaba para calmar los ánimos de quienes le increpaban e incluso lanzaban barro en su visita a las zonas afectadas por la dana de Valencia. Son una muestra más de que la desinformación y sus consecuencias ha estado en el punto de mira durante la tragedia. En los momentos de crisis, donde la información veraz es crucial, los líderes de opinión ligados a las redes sociales se convierten en altavoz de noticias, muchas veces sesgadas o directamente falsas.
Este es el contexto en el que algunas influencers muy famosas de nuestro país –que normalmente basan su contenido en publicidad relacionada con el mundo de la moda y la belleza, los consejos de decoración y la crianza– comenzaron a compartir informaciones sobre la dana. Infuencers que insistían en el lema de “no politicéis mis palabras”, mientras aprovechaban para compartir información sesgada que generaba confusión (o directamente falsa) y opinión que incitaba al enfado. Según datos de la plataforma de marketing Kolsquare, perfiles como el de María Pombo (3, 2 millones de seguidores en Instagram) tienen 78 puntos sobre 100 de credibilidad entre su audiencia, principalmente femenina (82%) y pueden llegar a ingresar entre 4.000 euros y 188.000 por colaborar con una marca. Klear, plataforma de medición de marketing de influencers, sitúa su alcance medio en 1.021.692 personas. Estos datos perfilan a un personaje que es percibido por sus seguidores como alguien fiable y con un gran poder de influencia. Tanto poder como que el 60% de los adolescentes en España se informa a través de redes sociales, según un informe de Save the children, que apunta también a que el 51 % de los niños y adolescentes no sabría identificar cuándo una noticia es falsa y, aunque sospechen que lo es, el 25% no la contrasta.
La UME y el bulo que saltó a los informativos
Según pasaban las horas y una vez superado el shock inicial de las devastadoras consecuencias de la dana en Valencia, las principales influencers españolas empezaron a mostrarse dispuestas a ayudar en lo que hiciera falta. Su contenido habitual no tenía cabida en medio de la tragedia, pero su presencia en redes, lejos de descender, ha sido muy intensa. Al tiempo que avanzaba la semana, y entre post y post de ayuda práctica y muchos mensajes solidarios, comenzaron a publicar noticias falsas e información sesgada. Es el caso de María Pombo, María Fernández-Rubíes (813.000 seguidores) y numerosísimas influencers más que publicaron noticias sin contrastar. Fue especialmente compartido un vídeo en el que un chico aseguraban que reporteras de Telecinco le habían confesado que la cadena de televisión “les obligaba decir” que la UME trabajaba en una zona devastada por la dana cuando eso era mentira. “También trabajaban los militares de la UME, se lo decimos porque algunas acusaciones no contrastadas en redes sociales han acusado a Informativos Telecinco de haberlo afirmado el viernes de manera errónea. Insistimos y aquí lo pueden ver (proyectan imágenes en la pantalla). Es cierto que el Ejército está trabajando en algunos puntos de Alfafar desde el pasado viernes, como ya contamos en estos informativos”, insistía la presentadora de Informativos Telecinco Ángeles Blanco.
En este momento, la información no contrastada que compartían las influencers en sus cuentas ocupaba ya espacio en los noticieros que hacían coberturas especiales sobre la tragedia. De una manera intencionada o no, estas influencers ponían en duda el trabajo de los medios tradicionales y de paso se extendían el rumor de que el Ejército no estaba desplegado en las calles. Los bulos relacionados con la UME han sido de los más compartidos durante toda la semana en redes sociales por personajes públicos y anónimos. Hasta el punto que el teniente general Javier Marcos, jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME) ha tenido que explicar en rueda de prensa exactamente cómo se despliegan en los territorios en caso de catástrofe. Pero estos posts con información oficial, veraz y contrastada son justo los que las influencers no han compartido, por lo general, durante esta crisis.
Antonio Cuartero es Doctor en periodismo, profesor de la Universidad de Málaga y experto en el estudio de las audiencias jóvenes y cómo se expanden en la sociedad los mensajes de los influencers. “Los denominados creadores de contenido o influencers se han convertido en los nuevos líderes de opinión, especialmente para la gente joven. Hablamos de una figura dentro del ámbito comunicativo tremendamente importante, es decir, son capaces de comunicar ideología, influir en la intención de voto o en cualquier idea que tengamos sobre cualquier aspecto social. Esto es especialmente preocupante porque, a diferencia de la labor tradicional que siempre ha tenido el periodista, estas personas funcionan más como una especie de repetidores o de antenas parabólicas que simplemente rebotan información que también circula por redes y, generalmente, no la contrastan”.
Los túneles y los parking llenos de cadáveres
A Lorena Macías, la mujer detrás de la cuenta de Instagram Hazmeunafotoasí y autora del libro Cien años de mediagram, donde analiza el poder de los influencers, tampoco se le han pasado por alto algunos bulos que han circulado por las cuentas con más seguidores. “Varias cuentas publicaron audios de gente llorando o haciendo como que lloraban diciendo que dentro del parking de Bonaire, había más de 1.000 muertos. Ese es un bulo que me indignó especialmente porque mi primer trabajo fue en la tienda Belros de Bonaire. Es un centro comercial al que he ido miles de veces y jamás, ni siquiera un sábado de Navidad ni un sábado de Black Friday, yo he visto ese parking subterráneo lleno. También detecté el de un túnel en el que supuestamente habían muerto 40 personas, que compartió María Pombo diciendo: ‘Aquí han muerto 40 personas. Lo están silenciando, qué puta vergüenza’”.
¿Cómo se expanden este tipo de mensajes que generan confusión y angustia en la población? “La desinformación tiene más oportunidades y es más eficaz en escenarios de incertidumbre, de miedo, de falta de control y de gran intensidad informativa y emocional”, sostiene Raúl Magallón, profesor de comunicación de la Universidad Carlos III de Madrid, quién piensa que “las instituciones y organismos oficiales deberían tener en cuenta a los influencers para trasladar información ya que generan una confianza en sus audiencias que no tienen los medios tradicionales. Creo que en cualquier proceso comunicativo de esta magnitud, deberían ser tenidos en cuenta en el futuro”. Durante la crisis de la Covid 19, la influencer itialiana Chiara Ferragni fue reclutada por el gobierno de su país para pedir a sus seguidores que usaran mascarilla. En esos momentos, las instituciones italianas vieron claro que necesitaban la ayuda de los influencers para hacer llegar un mensaje a la población que podía salvar vidas. También en España Fernando Simón pidió durante la pandemia la ayuda de influencers para transmitir información contrastada sobre cómo evitar propagar el virus y reconoció la importancia del mensaje sobre todo entre los más jóvenes. Él y el entonces ministro de sanidad, Salvador Illa, organizaron encuentros con influencers de distintos ámbitos para promocionar la aplicación radar covid, lo que después derivó en el hashtag #yoelijoserresponsable.
Ana Rosa, Aemet y los editoriales sin datos contrastados
Los posts relacionados con la dana son publicados generalmente por las influencers en Instagram stories donde el contenido se borra automáticamente a las 24 horas. Aunque algunos de ellos han sido borrados por las propias interesadas mucho antes de que cumplieran el día de vida, compartir un noticia sin contrastar no queda registrado, desaparece a las pocas horas. Por eso algunas influencers compartieron y luego borraron un polémico editorial de Ana Rosa Quintana. Ha sido llamativo como Violeta Mangriñán (dos millones de seguidores en Instagram) sí ha mantenido el vídeo en el que la periodista asegura, entre otras cosas, que “no ha existido el Estado” durante la crisis de la dana y culpabiliza a Aemet por dar “cifras equivocadas”. Según ha podido comprobar El País, desde cinco días antes de las mortíferas inundaciones, Aemet había avisado del peligro de las lluvias que se avecinaban. Y desde las 7.36 de mañana del martes estaba activado el aviso rojo, el más grave de todos, en el interior de la provincia de Valencia. En cualquier caso, el mensaje quedó trasmitido a sus millones de seguidores. “Uno de los mayores peligros de la desinformación es el enorme esfuerzo que se necesita para contrarrestar esos discursos. Se necesita un gran esfuerzo físico, intelectual, un esfuerzo periodístico brutal para contrarrestar una línea. Un mensaje de tres segundos, un vídeo viral, un reel, un contenido en YouTube diciendo cualquier cosa sin contrastar necesita un texto larguísimo, un análisis super profundo, contactar un montón de fuentes. Hay un gran esfuerzo detrás de desmontar esos bulos que no cuesta nada difundir”, explica el profesor Cuartero.
Las ONG en el punto de mira
Otro de las publicaciones más polémicas es la que ha puesto en duda el trabajo de las ONG sobre el terrero. El influencer Isaac Belk (seis millones de seguidores en TikTok) resumía así su enfado. “No voy a decir el nombre de la organización porque no me quiero meter en problemas ni liarla”, comienza diciendo en un vídeo en el que asegura que ha tenido muchos problemas para descargar los enseres que llevaba desde Madrid. “¿Quién cojones está organizando? ¿Quién hay detrás? ¿Qué están haciendo con los camiones que llevamos ahí? Me he jurado y perjurado que no voy a descargar ningún camión en ninguna organización (...) No dejéis una mierda en ningún sitio de recogida que lleve ninguna organización porque según ellos no necesitan nada”. Con este mensaje el influencer desprestigiaba el trabajo de las ONG expertas en acudir a ayudar en catástrofes naturales, sembraba la duda sobre sus intenciones y desoía los mensajes oficiales de Ayuntamientos como el de Paiporta que han pedido que se dejen de enviar alimentos.
🙏❤️ Agradecemos profundamente toda la ayuda recibida, pero hemos alcanzado el límite de capacidad.
— Ajuntament Paiporta (@Ajunt_Paiporta) November 4, 2024
Rogamos que, por el momento, se detengan los envíos de alimentos. Informaremos de nuevas necesidades próximamente.
¡ MUCHAS GRACIAS POR SU SOLIDARIDAD! 🙌 pic.twitter.com/VWyiK6rKwt
Muchos de los voluntarios que han ayudado a limpiar o a trasladar alimentos y otros enseres han preferido decantarse por una forma de ayuda autogestionada, también los influencers, que mayoritariamente no han empleado su valiosa influencia para pedir apoyo para asociaciones con experiencia en la gestión de emergencias. Vídeos como de Isaac Belk en el que anima a que la gente ayude por su cuenta sin colaborar con las ONGs contribuyen a crear una ola de desconfianza sobre el trabajo que hacen las organizaciones expertas en trabajar en situación de crisis y han llenado las redes sociales de instituciones humanitarias, como Cruz Roja, de comentarios que aseguran que “se quedan el dinero” o que “no están en Valencia”. Iñigo Vila, director de emergencias de Cruz Roja España, explica a S Moda las razones por las que las donaciones monetarias tienen más sentido en este tipo de crisis: “Mejoran la eficiencia logística al evitar la recolección y transporte de artículos físicos, lo que ahorra tiempo y recursos. Además, al adquirir productos localmente, se apoya la economía en la zona afectada, facilitando una recuperación más rápida. La flexibilidad de las donaciones monetarias también nos permite adaptarnos a necesidades específicas y así evitar falta de espacio de almacenaje y excedentes innecesarios, garantizando que la ayuda sea precisa”.
No politicéis nuestros mensajes
Una de las grandes obsesiones de las influencers es que nadie politice sus mensajes por lo que insisten mucho desde sus perfiles en que lo que emiten es “solo una opinión” sin ninguna otra intención. Pero no escapa a sus seguidores que siempre cargan contra determinadas personas y partidos o directamente desprestigian a las instituciones públicas en general. Después de un “llevo mucho tiempo callada” o “no debería mojarme, pero...” llega una mensaje cargado de intención ideológica seguido de un ruego después para que los seguidores no se lo tomen como un reclamo político. Este tipo de mensajes llegan en un contexto en el que no se han afeado comportamientos de otro signo político. Cuando los seguidores comentan su falta de objetividad entonces llega el clásico: “TODOS” lo han hecho mal.
Para Paloma Miranda de la agencia de influencers Go Talents esta preocupación de las influencers tiene su origen en que algunas marcas “tienen protocolo de no colaborar con nadie que haga contenido político o que haya generado polémica en algún momento. Tampoco es algo generalizado, pero sí se ve mucho. Pero lo que más sufren los creadores es la crítica de la audiencia o la avalancha de increpaciones que reciben cuando se posicionan o se intuye algún posicionamiento político detrás de alguna declaración”. Sergio Barreda, CEO de la agencia de influencers Keepers, opina que “la mayoría de las marcas prefieren que el contenido compartido sea neutral. Esto se debe a que los mensajes políticos pueden polarizar a la audiencia y generar controversia, afectando la imagen de la marca. Sin embargo, hay excepciones, ya que en una situación como la actual, creo que es normal que los creadores hablen más de política y compartan sus opiniones”.
Cuando las influencers se posicionan tratan de ser sutiles, pero no es difícil ver el trasfondo político de sus publicaciones. Estos días veíamos a Vikkika (más de un millón de seguidores en Instagram) explicar “la impotencia” que sentía al ver que eran “las empresas privadas” las que tienen que ir a Valencia “con la cantidad de impuestos que pagamos, NO HAY DERECHO”. La Moncloa ha anunciado un paquete de ayudas de 10.600 millones de euros y ha enviado un total 15.300 efectivos, entre militares, policías, médicos forenses y brigadistas forestales.
Según el profesor Cuartero, estos mensajes “despistan” cuando los dicen influencers de moda y belleza porque “no te los esperas”. “Ellas se muestran como apolíticas, es decir, nunca hablan o no parecen hablar claramente, pero todo su comportamiento, sus actitudes y sus discursos son un posicionamiento político clarísimo”.
Pero entonces, ¿por qué posicionarse? “Todas estas figuras viven en torno al yo, es decir, su empresa son ellos. Tu vida, por muy interesante que sea, tiene límites para estar 24 horas al día publicando. La dana genera un contenido tremendamente amigable, que además está generando una proyección mediática gigantesca y tiene la ventaja de que les permite ganar seguidores y ganar proyección. Crear contenido es su modelo de negocio y acudiendo por su cuenta pueden colgar el post antes de ir, cuando van, cuando vuelven, la reflexión, todas las experiencias... Es una despensa gigantesca de contenido”, sostiene el profesor Cuartero.
El narcisismo y el examen de conciencia
La cosa empezaba mal en el universo influencer cuando con alerta naranja por lluvias en Madrid el pasado martes, Luis Zamalloa, cuñado de María Pombo, odontólogo de profesión y también creador de contenido, compartía un vídeo en el se veía como recibía comida a domicilio en medio de una fortísima tormenta y presumía de darle 10 euros de comida al repartidor. “La que te ha caído, ¿eh?”, comentaba el marido de Marta Pombo en el vídeo mientras le entregaban una bolsa con comida de McDonalds. “Hoy te lo has ganado, macho”. Decenas de seguidores le afearon su falta de empatía y le recordaron que la vida de los repartidores está en juego cuando las condiciones meteorológicas son especialmente adversas.
Anoche con la que estaba cayendo en Madrid, Luis Zamalloa compartió esto haciéndose el héroe. Al señorito no se le ocurrió que no era la noche de hacer a un señor ir a llevarle la hamburguesa.... pic.twitter.com/iQg4WAzIXE
— Alba Medina (@Srtacotilleo) October 30, 2024
Ana Moya (392.000 seguidores en Instagram) sorprendió también con un contenido en el que contaba las consecuencias de la dana en su vida. “Mirad cómo está la piscina, el jardín, todo lleno de hojas”, explicaba en un video en el que se veía un jardín con unas pocas hojas en el suelo, una piscina con el agua algo revuelta y unas hamacas descolocadas. “Se ha caído la canasta, que pesa un huevo”, contaba a sus seguidores que no tardaron de criticarle su narcisismo extremo.
Ana Moya y la definición de vivir en un universo paralelo pic.twitter.com/fbu5pgFTjf
— Alba Medina (@Srtacotilleo) October 30, 2024
Los días van pasando y las influencers empiezan a plantearse si deben volver ya a su contenido habitual. Esta disyuntiva ha dejado posts como el de Teresa Bass (400.000 seguidores en Instagram) que hizo una encuesta entre sus seguidores para decidir si seguía con contenido dana o “dana y contenido looks y make up o parecido”. También hemos visto vídeos muy producidos con influencers perfectamente peinadas, maquilladas y con zapatos de cientos de euros listas para empezar a limpiar barro en las zonas más afectadas por la tragedia.
Algunos posts han sido tan polémicos los últimos días, que ha habido influencers, como Gala González, que han hecho un llamamiento a la calma y a pensarse bien el tipo de contenido que se está subiendo. “Se me encoje el corazón con el nivel de narcisismo escondido bajo las buenas acciones”, escribía la gallega en su cuenta de Instagram donde acumula 1,7 millones de seguidores. Otras, como Isa Hernáez, han publicado unas guías prácticas para no publicar bulos, reconociendo que, entre sus compañeras de profesión y en las redes sociales, había un serio problema.
Hay también quien ha hecho examen de conciencia. Es el caso de Gigi Vives (392.000 seguidores en Instagram), que ha reconocido haber caído en la trampa de compartir bulos. “Ayer compartí varios bulos sin querer. Así que a partir de hoy voy a filtrar muy bien lo que subo a Instagram. Para que no nos supere la cantidad información (que entonces pierde foco porque es muy agobiante) creo que menos es más. Y a mis compañeras influs les animo a que centremos la atención en la información real”, rezaba su comunicado.
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