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Maribel Rodríguez, psiquiatra: “Tú no creas tu propia vida, no puedes decidir mañana ser Taylor Swift, es el colmo del narcisismo”

La autora de ‘Liberémonos del narcisismo’ da pautas para identificar estos comportamientos que, por las víctimas que llegan a su consulta, parecen ir en aumento

Maribel Rodríguez
Maribel Rodríguez, autora del libro 'Liberémonos del narcisismo', en un hotel en Madrid.Pablo Monge

El narcisismo está por todas partes y siempre en los otros. Sin embargo, “todos tenemos una parcela narcisista, lo que se llama el ego humano, el falso yo, que cree que está por encima de los demás, que necesita estar por encima de los demás y nos impide ver a los otros”, advierte la psiquiatra Maribel Rodríguez (Salamanca, 53 años). La profesora de la Universidad Internacional de la Rioja acaba de publicar Liberémonos del narcisismo (Desclée De Brouwer), un libro en el que trata de un fenómeno tan propio de los humanos, esos bichos siempre en busca de atención.

Pero Rodríguez, durante una entrevista en un hotel de Madrid, diferencia el nivel coloquial, que se emplea para definir los comportamientos vanidosos o arrogantes, en los que puede caer alguna vez cualquiera, del trastorno que definen los manuales de psiquiatría, en el que “la vanidad es permanente y la persona vive atrapada en una ficción de superioridad en la que el mundo gira a su alrededor y utiliza a los demás para su beneficio”. En el libro ofrece pautas para identificar los comportamientos narcisistas y protegerse de ellos, pero también recuerda que los narcisistas tienen algo de víctimas, porque muchas veces su comportamiento “es una compensación de complejos o un reflejo de un engrandecimiento que ha tenido en su infancia por parte de sus padres”.

Pregunta. ¿Cómo podemos distinguir el comportamiento narcisista puntual y normal de uno problemático?

Respuesta. No hay una línea exacta, pero sí lo detectamos en el extremo. Cuando decimos que alguien es narcisista es porque está en un extremo patológico. Son personas que tienen una actitud prepotente, arrogante, que no tienen empatía, que se relacionan con otros para utilizarles y explotarles.

También los detectamos por sus consecuencias. Aunque de entrada nos pueden hacer sentir bien, cuando son hábiles, porque son agradables y simpáticos, pasado un tiempo, empezamos a sentir desconcierto, porque fluctúan entre la amabilidad y el desprecio, cuando no son el centro de atención o no consiguen lo que quieren. Tienen poca tolerancia a la frustración y son hipersensibles a las críticas, porque en el fondo están inseguros y esperan que los demás confirmen que ellos son más que nadie.

Los narcisistas confunden atención con amor de una manera constante y están en búsqueda de atención de una manera constante. Te seducen y te descartan. Eso es muy desagradable en las relaciones de pareja o en las de amistad. Todo esto lo hacen continuamente, no solo en un momento, como le puede ocurrir a cualquiera.

P. Escribe un libro que se llama Liberémonos del narcisismo, un trastorno reconocido por la psiquiatría, en el que hay un juicio moral contra los narcisistas, por el daño que hacen en su entorno. Pero los esquizofrénicos también pueden hacer mal por su trastorno y no les juzgaríamos como culpables de su comportamiento.

R. Esto es importante y, de hecho, he intentado dar un enfoque más compasivo en este libro que otros autores, que hablan de descartarles, de alejarles, de rechazarles. Aunque no hay que ser tolerantes con las conductas abusivas, debemos entender que detrás puede haber una persona que ha sido muy herida en su infancia y que ha aprendido a sobrevivir con una máscara. Es importante una mirada desde la compasión, pero una compasión que implica poner límites. Pueden ser personas que han sido utilizadas por sus padres, por sus cualidades, o personas que han sido rechazadas por no ser suficientemente buenas. Suele haber una herida. Pero esa herida no justifica que actuemos desde la pena o que cedamos a sus demandas, sino que miremos qué hay detrás de esos trucos. Es como cuando descubrimos el truco de magia del mago, que ya no nos hace tanto efecto. Me parece que esa comparación con personas con esquizofrenia, que sin querer hacer daño pueden hacerlo a veces, puede ser válida, pero una persona narcisista controla mucho más que alguien que está en un episodio psicótico, cuando la desconexión con la realidad es máxima.

P. ¿A las consultas psiquiátricas van más personas que han sido víctimas de narcisistas o también van narcisistas que quieren cambiar?

R. Los narcisistas casi nunca van, en todo caso van presionados por sus familias o cuando hay un fracaso en su vida muy grande, y te piden rearmar el personaje narcisista, te piden ayuda para ser la persona que eran antes, pero es que eso no es lo que eras antes, era el circo con el que tú vivías antes.

En parte he escrito el libro porque, en los últimos 20 años, se ha visto un aumento del número de personas víctimas de relaciones con personas narcisistas o hijos de narcisistas, que vienen destrozados. Los que vienen a la consulta son los que sufren el maltrato que hacen estas personas narcisistas de manera consciente e inconsciente. Vemos también un aumento de las publicaciones al respecto, de profesionales de la salud, pero también influencers que hablan de esto de manera incorrecta o sesgada o demonizándoles y dando como solución destruirlos o aislarlos.

P. Dice que el narcisismo crece. ¿Cómo se mide?

R. Se detecta sobre todo por el impacto en las víctimas, por la expansión en redes sociales de ese tipo de comportamientos, que se van expandiendo como un virus, por las dinámicas sociales que fomentan este tipo de comportamientos. Hay algún estudio, por ejemplo, en Estados Unidos, que muestra un aumento en las últimas décadas, pero creo que más bien las mediciones son indirectas. La gente no te dice, hola, soy narcisista, pero hay estudios en los que se pregunta a las personas si tienen dinámicas narcisistas, y muchas se reconocen. Es difícil que el narcisista dé la cara, porque vive a través del engaño. Vemos más casos, pero puede ser un sesgo de confirmación y que los terapeutas recibamos a más víctimas porque son más conscientes porque hay más información.

P. Las redes sociales son terreno abonado para el narcisismo.

R. Más que fomentarlo lo hacen más visible, porque es un terreno abonado para que ellos se exhiban. En las redes sociales triunfan personalidades narcisistas porque son capaces de vender, seducir, provocar emociones. Hay una mayor visibilización del fenómeno y una mayor retroalimentación, porque tienen seguidores y likes. También hay, en adolescentes, una invitación a estos comportamientos, porque piensan que ese es el camino, porque esas personas tienen cierto éxito. Te dicen que hay influencers que tienen una vida perfecta. Cuando en consulta explico que eso es una apariencia, que no es verdad, hay adolescentes que no te creen, que piensan que eso es la felicidad; la belleza, la apariencia, tener tanta ropa, ser exitoso y tener tantos seguidores, se confunde con la realización personal. Todo eso son máscaras narcisistas, que si bien proporcionan un cierto grado de éxito, es un éxito superficial, momentáneo. Es una satisfacción parecida a una droga, ellos son adictos a la atención.

P. Habla de cómo hay personas que viven su trabajo como su única identidad, habla por ejemplo de los médicos que solo estudian esa carrera por el prestigio social. Pero el trabajo es importante y es normal que parte de nuestra identidad tenga que ver con el trabajo. ¿Dónde está el equilibrio?

R. Sobre todo se ve en la capacidad de mirar más allá de uno mismo. Si vemos al ejemplo de los médicos, los hay a los que les importan sus pacientes o sus compañeros, son capaces de empatizar, colaborar con otros y no identificarse tanto con el rol profesional. Se ven como personas, no se ven como un médico que está atrapado en ese rol. Es un síntoma de narcisismo estar atrapado en el rol, en el sentido del médico que toda la vida solo habla de medicina, va con la actitud de hola yo soy médico. Esto ocurre a veces en estos ámbitos porque es una profesión relativamente exitosa, aunque no tan reconocida como antes.

Podemos ver cómo hay personas que están tan identificadas con esto que no ven otros aspectos de sí mismas y se relacionan a través de ello. A veces hablo del síndrome del catedrático, que creo que es un poquito más gráfico para ilustrarlo, que es el que es profesor y ha llegado a ser catedrático y te está dando clase en el ascensor, en la carnicería, en la playa, y está siempre en ese rol, porque le da superioridad y le da poder, porque por sí mismo no se ve. Esto es típico de muchos narcisistas: no se valoran, creen que existen a través de ese rol que les ha atrapado y no miran más allá de sí mismos. Están buscando que les retroalimentes, que les aplaudas, y no te están mirando a ti. Les falta esa capacidad de autotrascenderse, de mirar al otro y de tener en cuenta el que tienen delante.

P. Esta inseguridad puede llamar la atención, porque pueden parecer muy llamativos desde fuera, pero luego son muy inseguros, como estas chicas guapísimas, que se exhiben continuamente en redes, pero al mismo tiempo tienen una gran inseguridad con su físico.

R. Claro, de tanto mirarse a sí mismas, perciben de manera excesiva sus defectos. En el mundo de los modelos de alta costura, hay mujeres con muchísimos más complejos que otras que lo son, porque se están mirando a sí mismas constantemente y eso acaba provocando inseguridad. Necesitan la retroalimentación para salir de esa inseguridad, es un tipo de narcisismo.

Maribel Rodríguez.
Maribel Rodríguez.Pablo Monge

P. ¿Aplicaciones de citas como Tinder están provocando un tipo de relaciones de pareja narcisistas?

R. Sí, porque son instrumentales y se basan en factores externos. Cuando alguien dice, busco un novio con barbita o una chica que tenga este peso, estás confundiendo a la persona con un aspecto externo. Esto también es otro rasgo del narcisismo, o sea, identificarse con algo externo, como si alguien se identifica con su inteligencia, con su belleza, con sus títulos. Que tengas inteligencia, belleza, éxito, no es malo, lo malo es que solamente vivas para ello.

P. ¿El narcisismo puede ser un efecto secundario de facetas positivas de nuestras sociedades, como el respeto al valor del individuo?

R. Sí, puede ser. Se ha fomentado la libertad individual, lo cual es bueno, pero a su vez se ha fomentado el individualismo, y eso es pernicioso para la convivencia. Es un equilibrio complejo entre lo que sería lo social y lo colectivo y lo que sería la libertad individual y la capacidad de desarrollarte al margen de las expectativas de otros. Ambos extremos pueden tener efectos secundarios. El colectivista, la anulación de la libertad personal y el modelo individualista, del emprendedor capitalista, puede llevar a la exaltación de la promoción de uno, de la idea de que uno puede ser el creador de su propia vida, que puede generar su realidad., como si fueses el Dios que decide lo que ocurre en el mundo. Tú no creas tu propia vida, no puedes decidir mañana ser Taylor Swift, es el colmo del narcisismo.

P. En el libro dice que hay tipos de educación que producen personalidades más narcisistas por una falta de atención y otras que lo hacen por exceso. ¿Cómo conseguir el equilibrio?

R. La negligencia puede hacer que el niño desarrolle estrategias para llamar la atención y ponerle en un pedestal, y decirle que es más que nadie, también. La cuestión es evitar los extremos, hay que llegar a ser un padre o una madre suficientemente bueno, querer ser perfectos lo estropea todo.

Y también creo que la clave es vivir con autenticidad, dejarnos ser como somos. No digo de cualquier manera sino de expresarnos desde la sinceridad, la verdad, la transparencia. Se trata de no tener imposturas, no querer simular lo que uno no es y aprender a aceptar al hijo tal y como es a la vez que le permites evolucionar y sacar lo mejor de sí mismo. Sé que la práctica es difícil, pero se trata de ser tú mismo, con tus dones y tus limitaciones. Hay padres que desde pequeños tienen un proyecto para que su hijo sea médico o ingeniero o les ponen a hacer pesas a los tres años. Esto son extremos, y hay que entender que cada hijo es diferente y lo que vale para uno no vale para otro.

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