Los microbios del intestino median en el pronóstico del cáncer de colon: “Hay algunas bacterias protectoras y otras que aumentan el riesgo de un tumor”
Los oncólogos Jaime Feliú y Daniel Martínez participan en un estudio que demuestra una asociación entre unas especies bacterianas del microbioma y el peligro de recaída de tumores colorrectales
El microbioma, ese mundo viviente de bacterias, virus, arqueas, hongos y otros microorganismos que pueblan el intestino humano, guarda algunas de las claves del cáncer de colon. La comunidad científica sospechaba de su influencia en la incidencia de casos, pero las últimas investigaciones apuntan también a que puede ser fundamental en el pronóstico de la enfermedad. Un grupo de investigadores del Instituto de Investigación Hospital Universitario La Paz (Idipaz) ha encontrado una asociación entre varios grupos de bacterias y el pronóstico de los tumores colorrectales. “De los resultados que hemos obtenido, sabemos que hay dos bacterias que empeoran el pronóstico de los pacientes con el cáncer colorrectal localizado y, en cambio, hay una bacteria que parece que es protectora contra el mismo. Entonces, hay algunas bacterias con papeles diferentes, unas protectoras y otras que aumentan el riesgo”, sintetiza Daniel Martínez, oncólogo del Hospital Universitario Central de Asturias y coautor de la investigación, que ha presentado durante el congreso de la Sociedad Española de Oncología Médica, celebrado recientemente en Barcelona.
Hace tiempo que la comunidad científica mira con lupa el microbioma intestinal e investiga qué microbios, cómo y hasta qué punto juegan un papel en el desarrollo de un tumor colorrectal, ya sea para alentarlo, frenarlo o delatarlo. Un grupo de científicos de la Universidad de Yale constató, por ejemplo, que algunas cepas de la bacteria Morganella morganii producen unas moléculas tóxicas para el ADN humano (indoliminas) y que estas sustancias provocan tumores en ratones. En un repaso sobre la evidencia disponible, la investigadora Martina Rebersek, del Instituto de Oncología de Ljubljana, en Eslovenia, explicaba que el ecosistema microbiano del cáncer colorrectal “tiene una composición de cepas de bacterias diferentes a la de un microbioma intestinal sano” y eso incluye la presencia de cepas vinculadas individualmente a este tumor, como Bacteroides fragilis, Streptococcus gallolyticus, Enterococcus faecalis y Escherichia coli, o también Fusobacterium nucleatum, Parvimonas, Peptostreptococcus, Porphyromonas y Prevotella.
“Se está estudiando mucho”, admite Martínez (León, 30 años). Pero todavía navegan en un mar de incógnitas. De lo que sí están seguros, en cualquier caso, es de que este mundo viviente en el tubo digestivo juega “un papel fundamental” en el origen de cáncer colorrectal: “Hay bacterias que generan una respuesta inflamatoria en los tejidos humanos y, como se sabe, la inflamación está relacionada con la desregulación de las células y favorece la aparición del cáncer”, explica el oncólogo. El cáncer colorrectal es el tercero más común en el mundo —en 2020, se diagnosticaron alrededor de 1,9 millones de nuevos casos en el mundo— y el segundo que provoca más muertes.
La investigación del Idipaz, que se presentó en el congreso de SEOM, pero todavía no se ha publicado en una revista científica, se centró en profundizar en el rol del microbioma para predecir el pronóstico de un tumor colorrectal. En busca de bacterias del microbioma que aumentaran el riesgo de recaer en determinados pacientes con un cáncer colorrectal localizado, los investigadores analizaron las proteínas presentes en muestras de tumores de 158 enfermos en estadio II y III —el IV es el más grave— y encontraron que la mayor o menor presencia de determinadas bacterias se asociaba con la supervivencia libre de enfermedad. “El estudio del microbioma en general es muy complejo porque hay trillones de organismos en el tubo digestivo y todo es una interacción de unos con otros. Con lo cual, es muy difícil saber el papel de cada uno de ellos individualmente. El objetivo del estudio era integrar aquellas [bacterias] que puedan tener un peso mayor. Uno de los resultados obtenidos es el desarrollo de una firma pronóstico [como un puntaje] que, incorporando los datos de esas tres que en el estudio hemos demostrado que tienen más implicación, nos ayuda a detectar más o menos riesgo en los pacientes”.
En medio de esos miles y miles de microbios, las bacterias sospechosas encontradas en la investigación del Idipaz también son viejas conocidas de los científicos. “En estudios previos, se había visto el rol que podía tener alguna de ellas en la incidencia del cáncer colorrectal. Es decir, estamos viendo que en varios estudios se repite un patrón de ciertas especies bacterianas que tienen mayor o menor riesgo”, reflexiona el oncólogo. Lass que tenían un perfil protector eran las del género Bacterioides y las que aumentaban el riesgo, eran Fusobacterium y Faecalibacterium.
Los científicos no descartan, tampoco, que haya más microorganismos clave en el pronóstico del cáncer de colon. En su estudio analizaron solo 15 especies bacterianas. “Es posible que haya más especies implicadas que hoy desconocemos”, admite Martínez. Y no solo bacterias, incide Jaime Feliú, jefe de Oncología del Hospital La Paz de Madrid y responsable también de esta investigación: “También se está trabajando en ver si el viroma [la diversidad de virus presentes en el ser humano] también puede estar implicado en la génesis del cáncer o, incluso, especies de hongos”.
Tras esta investigación, Martínez asegura que tocará ahora “validar los resultados en otra cohorte”. “Y se si se confirman, se podría llegar a modular la quimioterapia, de forma más o menos intensiva, en función del microbioma”, hipotetiza. Pero para ello se requerirá todavía mucha investigación y ensayos clínicos. De lograrlo, apunta, podría incorporarse esta firma pronóstico a la toma de decisiones y “cambiar el manejo de los pacientes”.
A propósito de la posibilidad de modular la presencia de esas bacterias dentro de ese complejo microbioma, por ejemplo, a través de eventuales trasplantes de heces u otros abordajes terapéuticos, Martínez se limita a apuntar que todo está en estudio. Lo que sí avanza es que hay factores de riesgo de sobra conocidos que alientan un microbioma menos saludable o más favorable al cáncer de colon. Por ejemplo: la obesidad, el sedentarismo, una alimentación poco saludable o la diabetes, entre otros. “Se sabe que la obesidad y la diabetes alteran el microbioma intestinal de las personas, que es lo que llamamos una disbiosis. Se sabe que esos pacientes con obesidad o diabetes tienen mayor riesgo de cáncer colorrectal y parece ser que hay un nexo en común con el microbioma, aunque se sigue investigando”.
Alimentación en la infancia
En un contexto de cáncer colorrectal al alza —la Organización Mundial de la Salud estima que para 2040 aumentarán un 63%, los casos hasta los 3,2 millones anuales, y un 73% las muertes (1,6 millones de decesos al año)—, los investigadores llaman a incidir en los factores de riesgo modificables, como la alimentación, desde la infancia. Sobre todo, por el auge de casos de cáncer de colon, históricamente relacionado con el envejecimiento, a edades más tempranas: “Tampoco es que sea una epidemia, pero sí se ve un poquito más de incidencia en adultos jóvenes”, matiza Feliú.
El oncólogo de La Paz insiste en la importancia de “la alimentación durante la infancia y la adolescencia, más que a partir de los 30 años”. “Y ahí hay cada vez más dietas rápidas, alimentos ultraprocesados… y todo esto está influyendo”, arguye. El médico rememora un estudio presentado en el Congreso Americano de Oncología (ASCO, por sus siglas en inglés) en el que, precisamente, “se veía que los adultos jóvenes que desarrollaban cáncer de colon tenían un microbioma distinto del de otra población más mayor con cáncer de colon”. “Lo que no sabemos es si ese microbioma distinto es por los hábitos de vida que han tenido a lo largo de su infancia, que han provocado esa colonización por estos gérmenes, o es al revés y gracias a estos gérmenes desarrolla el cáncer de colon joven. No sabemos si es causa-efecto o efecto-causa”.
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