Falta de compromiso, decenas de entrevistas y ‘ghosting’: la búsqueda de trabajo replica lo peor de Tinder
En los últimos años, los procesos de selección de personal se han ido estirando hasta convertirse en una maratón de preguntas y ejercicios que pueden durar varios meses. Las entrevistas virtuales pueden haber fomentado esta tendencia
Con la primera llamada, Javier se alegró. Cuando la responsable de recursos humanos telefoneó una segunda vez, empezó a hacerse ilusiones. A la tercera pensó que el puesto era suyo. Pero llegó una cuarta entrevista de trabajo. Y una quinta. Para entonces, este experto en marketing de 31 años estaba ya francamente quemado. Habían transcurrido dos meses y la empresa seguía alargando el proceso. No hubo una sexta entrevista. Tampoco un contrato. ”Y entonces peté”, resume Javier, que prefiere no dar su apellido por miedo a repercusiones laborales: “Tuve que buscar ayuda psicológica porque entré en un proceso de depresión y ansiedad”. Llevaba casi dos años buscando trabajo y en ese tiempo se había encontrado con situaciones absurdas. Pero este último y largo proceso, a pocas semanas de perder su derecho a paro, fue la gota que colmó el vaso.
En los últimos años, los procesos de selección de personal se han ido estirando hasta convertirse en una maratón de preguntas y ejercicios que pueden durar varios meses. Hay motivos locales. “En España hay mucha demanda, es decir, candidatos en búsqueda activa, y no tanta oferta, por lo que el cliente tiene la suerte de poder hacer los procesos más largos y complejos para quedarse con el mejor candidato”, apunta en un intercambio de audios Ana Moya, socia de la empresa de cazatalentos Top of Minds. En cualquier caso, Moya asegura que la complejidad de estos procesos “varía mucho dependiendo de la empresa, de la necesidad que se tenga y la seniority del puesto”. El consultor de recursos humanos Héctor Labarta destaca cómo la contratación por parte de las empresas de agencias externas ha añadido un paso más en el largo camino hacia el contrato: “La externalización de servicios puede sumar al número de entrevistas realizadas, y en época de crisis la externalización es una constante”, señala.
Pero también hay motivos globales y estos tienen que ver con la tecnología. Por un lado, las videollamadas han hecho que sea menos costoso organizar una entrevista extra. Por otro, las plataformas de búsqueda de empleo online, como LinkedIn, han fomentado la idea de que siempre puede haber un candidato mejor, replicando comportamientos que ya se han visto antes en otras parcelas de la vida virtual.
Las plataformas de citas fomentaron el enganche de usuarios, eternizando el proceso de búsqueda de pareja sin llegar a comprometerse. Es la búsqueda interminable del match perfecto, un mecanismo tóxico que llevan años denunciando sociólogas como Eva Illuz. Este comportamiento se está empezando a reproducir de forma similar en plataformas de empleo, con el agravante de que aquí la cosa está descompensada. Cientos de personas se apuntan a cada oferta, fomentando la idea entre las empresas de que siempre habrá un candidato mejor ahí fuera. Es como entrar en Tinder siendo la única mujer de la aplicación. Hay una cantidad inabarcable de candidatos y se cae en la tentación de concertar citas con el máximo número de personas, postergando el momento de comprometerse, es decir, de ofrecer un contrato. Siguiendo con el símil romántico, Maddie Machado, reclutadora en empresas como LinkedIn, Meta y Microsoft, denunciaba hace poco los interminables procesos de selección en el medio estadounidense Vox: “Esto es como las citas. Cuando tienes una primera, igual necesitas una segunda. Pero no necesitas 20 citas más para saber si alguien te gusta”.
De esta forma se han normalizado en la búsqueda de empleo comportamientos tóxicos similares a los que se daban en el mundo del ligoteo virtual. A Javier le dieron plantón. “Una vez el entrevistador no se presentó a la hora prevista en la videollamada”, comenta aún enfadado, “estuve media hora esperando, mirando la pantalla”. También le hicieron ghosting, neologismo que explica cuando una potencial pareja (o empleador) deja de contestar a los mensajes sin dar ninguna explicación. Desaparece. “En la mayoría de sitios no me dieron ninguna respuesta final. Tengo mi buzón de Infojobs lleno de mensajes tipo ‘sigues en el proceso’. Algunos son de hace más de un año”, explica. Este tipo de prácticas le acabó generando tal ansiedad que acabó por desinstalar las aplicaciones de búsqueda de empleo de su móvil después de un tiempo. “Emocionalmente era una tortura”, confiesa.
El caso de Javier es cada vez más común. Una investigación de la Universidad de Georgia que analizaba el ghosting como estrategia de cierre de relaciones ya advirtió a principios de 2023 que esta técnica se estaba extendiendo al mundo laboral. Los participantes en el estudio lo denunciaron tan insistentemente que su principal autora, Christina Leckfor, se propuso estudiarlo en una investigación separada que aún está pendiente de revisión. Otro estudio, de la consultora Indeed, asegura que el 76% de las personas en búsqueda activa de empleo había sufrido ghosting en los últimos 18 meses. Estas cifras, asegura, se habrían disparado como consecuencia de la pandemia y la digitalización de los procesos.
La tendencia parece clara, pero hay sonadas excepciones. Google examinó recientemente los datos de sus procesos de selección de personal, y determinó que cuatro entrevistas eran suficientes para tomar una decisión de contratación con un 86% de confianza. Anteriormente, los candidatos tenían que pasar más de 12. Según una encuesta realizada el año pasado por LinkedIn, en España, el 56% de los candidatos considera que el proceso de selección ideal no debería estirarse más allá de las dos entrevistas. La realidad es diferente y raro es el proceso que no baja de tres.
Después de un largo periplo, Javier encontró un trabajo. El estar en una situación estable le ha dado la perspectiva necesaria para analizar lo vivido estos últimos años. Aun así, no encuentra motivos que le ayuden a entender muchas de las situaciones surrealistas por las que ha pasado, cómo estos procesos pueden llegar a ser tan fríos y deshumanizadores, por mucho que haya una pantalla de por medio. “La verdad, no creo que hagan falta dos meses para saber si quieres contratar a alguien”, explica. Solo espera que su actual trabajo le dure mucho tiempo. “De pensar que tengo que empezar la búsqueda otra vez me pongo de los nervios”.
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