“Se asume que la voluntad de la persona es la que define si está delgada o no, pero eso es un gran error”
La presidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad, María del Mar Malagón, alerta del impacto del estigma social en el abordaje del sobrepeso
No es muy habitual encontrarse, dentro del programa científico de un congreso médico, algún acto que se salga de la norma de conferencias, mesas redondas y grandes ponencias magistrales. Menos aún, la convocatoria de una manifestación en la calle tras una charla, por ejemplo, de medicina de precisión en la obesidad. Pero, a veces, pasa.
En su encuentro anual, la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) ha hecho hueco en su agenda para celebrar una concentración este jueves “en favor de las personas con obesidad”. Hay mucho que visibilizar, justifica la presidenta de la SEEDO, María del Mar Malagón (Madrid, 59 años). Empezando por lo más elemental —que la obesidad es una enfermedad en toda regla, no una condición relacionada con la libre elección de los hábitos de vida—, y siguiendo por la necesidad de atención y concienciación para atajar una de las grandes epidemias del siglo XXI.
Malagón, que es subdirectora científica del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba y catedrática de Biología Celular de la Universidad de Córdoba, ha desarrollado su carrera profesional en el campo de la investigación básica. Licenciada en Biología, ha focalizado su línea de trabajo en desentrañar los secretos del tejido adiposo, una estructura que, a pesar de su complejidad e influencia en la obesidad, apenas ocupaba un folio de espacio y tiempo en los planes de estudio de su época, recuerda. Ahora, asegura, las cosas han cambiado, los hallazgos en el estudio de la obesidad se han multiplicado y esta dolencia, poco a poco, gana terreno y atención entre la comunidad científica.
Pregunta. ¿Por qué la obesidad no se considera una enfermedad?
Respuesta. Porque se asume que es la voluntad de la persona la que tiene que definir si está delgado o no. Eso forma parte del estigma y es uno de los conceptos más erróneos que hay ahora mismo en obesidad y que impiden que se considere como una enfermedad. De hecho, incluso en ambientes profesionales, no específicos de obesidad, pero sí científicos, cuando digo que es una enfermedad, la respuesta de todos es: “Pues que cierre el pico, ¿no?”. Y es más complejo que todo eso.
P. ¿Dónde está el origen de la obesidad? ¿Es multifactorial?
R. Es multifactorial. Hay genes cuyas mutaciones determinan el desarrollo de la enfermedad [mutaciones en los genes de la leptina, por ejemplo], y hay otros genes que favorecen la ganancia moderada o secuencial de peso y que, con ciertas dietas, te hacen más susceptible para la ganancia de peso. También influyen de manera importante otros factores que están presentes en el ambiente abiertamente obesogénico que nos rodea, que no solo te invita a ingerir alimentos o bebidas hipercalóricas, sino que modifican nuestra ingesta —te hacen comer más—; todo ello, unido al sedentarismo, contribuye enormemente a esta pandemia de la obesidad.
Además, por si fuera poco, hay otros factores ambientales, como los disruptores endocrinos o hábitos de vida que no se consideraban antes, como las horas de sueño, que condicionan nuestro peso a través de mecanismos epigenéticos y permiten adaptaciones más rápidas hacia la ganancia de peso. También tenemos enfermedades, como las mentales, por ejemplo, que tienen tratamientos que hacen que las personas ganen peso. Hay otros muchos factores: la educación, que refuerza hábitos alimenticios, o el poder adquisitivo, son importantes. Por eso planteamos un enfoque multifactorial, porque hay muchas obesidades, definidas por diferentes combinaciones de estos factores que he mencionado.
“Hasta hace poco, tener unos kilos de más era señal de salud y opulencia, pero ese paradigma ha de cambiar”María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO
P. ¿Qué significa que una persona tenga obesidad?
R. La obesidad supone un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de muchas otras enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, enfermedades cardiovasculares y hepáticas, hipertensión, ciertos tipos de cáncer y también algunas enfermedades mentales. Hay una alta probabilidad de que tengas esas dolencias cuando tienes obesidad. A nivel psicológico, además, las personas con obesidad interiorizan que es su culpa y ese mensaje es tan terrible, que hasta su lenguaje corporal va a ser ese “es culpa mía”.
P. Lo primero que se ve de una persona con obesidad es el exceso de peso. ¿Cuánto pesa el estigma?
R. Depende mucho de las personas, pero es importante lo que una persona con obesidad sufre por tener esta enfermedad y todo lo que ella conlleva. Porque se siente enferma, incomprendida y que no controla la enfermedad. Y saber que no controlas la enfermedad es terrible, te genera ansiedad.
P. ¿La población sabe lo que significa la obesidad o la banaliza?
R. Yo creo que no lo sabe y por eso es necesario que hagamos ruido. Hay que cambiar el paradigma. Por ejemplo, hasta hace no tanto tiempo, en este país tener unos kilos de más era como señal de salud y de salud económica, de opulencia. Pero tenemos que cambiar eso brutalmente.
P. Hay un movimiento, HAES (Health at every size), que defiende que la salud no es solo un patrón físico y reivindica la salud en todos los cuerpos y tallas. Defiende que una persona con obesidad puede tener una buena analítica. ¿Es posible? ¿Una persona obesa puede estar sana?
R. A ver, esto genera un poco de polémica. Puedes estar con salud durante un tiempo, pero es una cuestión de tiempo que genere problemas. La obesidad galopa con el envejecimiento, con el avance de la vida y el daño se va acumulando. Y el tiempo que te mantengas con esa salud metabólica depende de tu genética, tu estilo de vida… pero es un camino que sabemos dónde puede terminar. Esto no quita que una persona tiene que estar orgullosa de su cuerpo como es y pensar que su cuerpo es precioso, pero su salud también.
P. ¿La medicina es pesocentrista?
R. Sí, totalmente. Tenemos que cambiar el paradigma y no ir solo a medir el índice de masa corporal, sino a la composición corporal. Hay personas delgadas que tienen un acúmulo de grasa en la parte abdominal. Esto es una cuestión de distribución de la grasa y de pérdida de músculo. Y eso es muy importante.
P. Una de las ponencias del congreso habla de cómo la grasa engaña al cerebro. ¿Cómo lo hace?
R. La grasa manda señales. Es como un sensor: cuando tu depósito graso está lleno, te mandan hormonas al cerebro como señal de saciedad, para que no comas más. Pero, en la obesidad, esto se cortocircuita. Se genera resistencia a estas señales, pierdes el control y te manda señales de que acumules y no quemes grasa.
Una persona con obesidad se siente enferma, incomprendida y que no controla la enfermedad”María del Mar Malagón, presidenta de la SEEDO
P. ¿Qué alternativas terapéuticas hay para las personas con obesidad?
R. Ahora mismo, pocas. Pero hay muy buenas perspectivas de tratamiento farmacológico en un futuro casi inmediato. De aquí a 2025. Pero en esta enfermedad tan multifactorial, hay que controlar muchísimos parámetros, porque como está tocado gran parte del organismo, cuando estamos hablando de obesidad, hay que revisar que todos esos aspectos estén bien controlados.
P. La cirugía bariátrica es una de las intervenciones que tiene la lista de espera más larga.
R. No se prioriza. Con lo cual, en el organigrama de un hospital, según cómo estén de demandas las otras cirugías, habrá más o menos. Sí que es verdad que la cirugía bariátrica ha supuesto la solución para muchas personas, pero tiene también sus complicaciones. Por eso creo que, con los tratamientos farmacológicos y un abordaje multidisciplinar, se podría reducir ese tipo de intervenciones que, siendo extraordinariamente buenas, no son lo mejor para todos los pacientes. Hay que incidir en el tratamiento individualizado y lo más importante es tener más opciones terapéuticas.
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