Singapur distribuirá un dispositivo portátil a sus ciudadanos para localizar a posibles contagiados
Con cerca de 40.000 casos, la isla es el país más afectado del sureste asiático, y todavía mantiene a la población en régimen de semiaislamiento
Singapur no para de buscar el método infalible para localizar rápidamente a posibles contagiados de coronavirus. La ciudad-Estado asiática, pionera en promocionar una aplicación móvil de rastreo para sus habitantes que no ha dado los resultados esperados, da ahora un paso más y planea distribuir a sus 5,7 millones de habitantes un dispositivo portátil, apto para colgarse de un cordón o introducirse en un pequeño bolso de mano, que permitirá hallar a las personas que hayan estado en contacto con enfermos de COVID-19.
Así lo ha anunciado el ministro de Asuntos Exteriores, Vivian Balakrishnan, también al mando de la iniciativa “Smart Nation” (Nación Inteligente), que promueve la innovación tecnológica como uno de los pilares sobre los que construir el futuro de la isla. Según Balakrishnan, el país pondrá en marcha este mismo junio el dispositivo, que no depende de un teléfono móvil y tiene forma de pequeña ficha redonda, y lo distribuirá a toda la población, aunque su uso no será obligatorio inicialmente. “Quiero enfatizar algo: no dispone de geolocalizador”, subrayó el ministro este lunes. “Funciona únicamente a través de tecnología bluetooth y sólo se utilizará para el rastreo de contactos”, añadió Balakrishnan.
El dispositivo, llamado TraceTogether Token (Ficha de Rastreo Conjunto), se pone en marcha después del fracaso de la aplicación de rastreo de contagios lanzada previamente, TraceTogether. De descarga voluntaria, menos de un tercio de la población, 1,8 millones, la tiene instalada. La app, además, se enfrentó a problemas técnicos que impiden su uso óptimo. El token funciona por medio de tecnología bluetooth, de modo que va registrando códigos que corresponden a otros teléfonos de las personas que también la tienen descargada y con las que el usuario entra en contacto. Sin embargo, la aplicación está sujeta a los marcos de privacidad de Apple y Google, responsables de los sistemas operativos del 99 por ciento de los teléfonos móviles. Y por los que, en el caso de Apple, se suspende el bluetooth cuando la app no se está utilizando activamente, lo que limita su eficacia.
El Gobierno de Singapur espera que, en el caso del token, sin mediación de los móviles, se agilice el intercambio de información entre aparatos, que se encuentra encriptada y se eliminará directamente tras 25 días. Las autoridades han asegurado que sólo accederán a la información registrada en el token si una persona se infecta con COVID-19, para rastrear sus últimos contactos y detectar posibles contagios. “Sólo si eso ocurre, entonces un equipo autorizado utilizará esa información para encontrar a quienes puedan haber sido contagiados sin saberlo”, añadió el ministro.
No obstante, como ocurre con la app, el desarrollo del nuevo dispositivo plantea una amenaza a la privacidad del usuario. Poco después del anuncio el pasado viernes en el parlamento isleño, comenzó a circular por la isla una petición en su contra que enseguida reunió más de 30.000 firmas, algo poco habitual en un país que limita la libertad de expresión y de prensa. Algunos expertos han manifestado también preocupación por la dificultad para el usuario de escudriñar lo que hace realmente el dispositivo y qué información es compartida.
Tanto Balakrishnan como otros miembros del Gobierno han tratado de asegurar a los ciudadanos que no consiste en una medida de vigilancia gratuita. “Continuaremos realizando inspecciones para asegurarnos de que no hay filtraciones de información”, enfatizó el ministro de Exteriores. Si el dispositivo da buenos resultados, no se descarta que su uso se convierta en obligatorio.
La isla, que fue referente global por su éxito inicial para frenar la primera ola de contagios a comienzos de año, se ha visto sobrepasada por un segundo brote que ya deja casi 40.000 enfermos, la mayoría en los barracones donde viven inmigrantes del sur de Asia. El Gobierno impuso un semicierre nacional el pasado abril que empezó a relajarse a comienzos de junio, aunque la socialización continúa prohibida y lugares como restaurantes, centros comerciales o parques permanecen cerrados. Iniciativas como el token van dirigidas a mejorar las técnicas de rastreo y detección una vez se relajen más medidas y aumente el contacto social en el país, el más afectado del sureste asiático por la pandemia de coronavirus.
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