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Inteligencia artificial: un arma crítica que podemos utilizar en nuestro beneficio

Las máquinas no tienen que ser perfectas para quitarnos el trabajo: es suficiente con que lo hagan mejor que nosotros.

Carl Benedikt Frey
Carl Benedikt FreyPablo Monge

Atravesamos momentos de cambios tecnológicos rápidos, y para Carl Benedikt Frey, codirector del programa de Tecnología y Empleo de Oxford Martin School, uno de los más importantes es cómo la tecnología influye en el empleo. Ante la amenaza de que muchos de nuestros trabajos puedan ser automatizados, Frey opina que las máquinas no tienen que ser perfectas para quitarnos el trabajo: es suficiente con que lo hagan mejor que nosotros. Entonces, “¿porque la gente decide participar en el proceso de industrialización?”, se preguntó durante su charla. “En realidad no lo hacen voluntariamente”, y recuerda lo que hizo el Gobierno británico en el siglo XVII: “Mandó a un ejército mayor que el que envió a luchar contra Napoleón”. Advierte que no deberíamos repetir ciertos errores.“Si existe una demanda para restringir la automatización, desde el entorno político se debe responder a esta demanda. Hay que encontrar la mejor manera de afrontar esta transición”.

El economista José Carlos Díez coincidió con Frey en el riesgo al que se enfrenta la sociedad con la automatización del empleo y añadió que donde puede tener un impacto mayor es en las regiones con empleos de baja cualificación. “Deberíamos invertir más en programas de formación continua”, señaló. Antonio Cortina, director adjunto del servicio de estudios corporativos del grupo Santander, advirtió del incremento en la desigualdad de los ingresos: hay un segmento poblacional que no es capaz de desarrollar su potencial, e insiste en la misma solución “para asegurar que el crecimiento social sea inclusivo”. 

A esto se unen los conflictos geopolíticos que llevan sucediéndose en los últimos meses. Según Díez, con la globalización, Europa ha perdido competitividad en ciertas industrias. “En conjunto, 2020 va a ser un año complicado”, advirtió. Cortina va más allá y comenta que, si el duelo entre EE UU y China sigue escalando, Europa podría tener que elegir entre ponerse de uno u otro lado porque no tendría fuerza para ser independiente. 

IA para bien y para mal

China es el país rey de la inteligencia artificial, la misma que está automatizando empleos y que nos obliga a seguir formándonos para no quedarnos sin trabajo. Parece entonces necesario reflexionar sobre ella y sobre lo que nos deparará en los próximos años.

Omar Hatamleh, exdirector de innovación en ingeniería de la NASA, citó ayer datos muy llamativos de Boston Consulting: el mercado de los robots va a valer 70.000 millones en 2025. Y no solo competimos con estas máquinas desde un punto de vista manual: “También desde el punto de vista intelectual”, avisó. Hatamleh destacó la complejidad de los algoritmos, la potencia de los ordenadores y el big data. En su opinión, “lo bueno de la inteligencia artificial es que podemos poner en práctica el aprendizaje colectivo, lo que hace a las máquinas cada vez más eficientes”.

Interactuar con los espacios

Hablar con la pared. Una de las previsiones más novedosas de la mañana fue la de Nacho Martín, director de diseño de Fjord, que aseguró que "la próxima frontera para interactuar con los contenidos digitales será el entorno de los espacios".

Hándicaps. Martín propone pasar de utilizar el móvil a utilizar los espacios que nos rodean. Es una propuesta no libre de hándicaps. "Si hoy encontramos críticas por estar conectados a un móvil, qué pasará cuando sean los espacios los que nos observen y con los que interactuemos", se planteó Martín.

Una conexión social. "Se tratará de una interfaz en 360 grados con la que podremos relacionarnos. Esto implica poder tener interacciones en un espacio compartido con otras personas e incluso con el medio ambiente. La interacción no será tan aislada como con el móvil", explicó Martín, y puso como ejemplo una exposición de arte que incentiva la participación grupal.

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