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Sonar+D

La singularidad tecnológica llega a la música: ¿tragedia o bendición?

Visitamos a artistas que ya usan la inteligencia artificial para sus obras musicales. Y hablamos con especialistas en el sector sobre si la inminente 'singularidad' -cuando ya no sepamos distinguir una IA de un ser humano- será algo terrible o una bendición.

Barcelona -
Sonar +D

Algo cambiará radicalmente cuando no sepamos ya si nuestro interlocutor es un ser humano o una máquina. Ese momento, definido como la singularidad tecnológica por el físico y matemático John Von Neumann, marcará el advenimiento de la inteligencia artificial (IA) en nuestras vidas.

La IA se impondrá en el futuro de una manera que todavía no se puede predecir. Su irrupción total está prevista por algunos expertos para mediados del Siglo XXI, pero, de hecho, su invasión ha empezado ya en el ámbito de la creación. La inteligencia artificial se ha puesto a ejercer de artista plástico y de compositor musical, de creador. Hemos encontrado ejemplos de ello en el Sónar+D, el apartado del encuentro barcelonés consagrado a los nuevos caminos de la creación, donde unos 5.000 profesionales de las innovación intercambian estos días proyectos y experiencias, mientras contemplan las primeras obras de esas máquinas creadoras independientes de la voluntad humana.

"Lo que hace poco tiempo era apenas una promesa -la inteligencia artificial de contenidos artísticos, promovida por empresas visionarias como Google y otras compañías tecnológicas- es ahora una realidad incontestable", explica José Luís De Vicente, comisario del Sónar+D.

Deep Meditations, de Memo Akten, supone por ejemplo "un viaje a través de los sentidos en una introspectiva relación del observador -nosotros- con la propuesta artística", tal como la define él mismo autor. El resultado es una explosión de color y música difícilmente clasificable en un espacio de apenas 100 metros cuadrados. Una gran pantalla domina buena parte del espacio, mientras se suceden imágenes de un marcado carácter espiritual, de formas surrealistas, inclasificables, bellas. Suena, además, una música que a uno le recuerda las Atmosphères de György Ligeti utilizadas en 2001: Una odisea del espacio, de Stanley Kubrick.

"Estamos ante el resultado de suministrar a una inteligencia artificial de carácter neuronal unas 100.000 imágenes provenientes de Flickr, esa comunidad pionera en la web que ha permitido, desde el 2005, almacenar, ordenar y compartir fotografías entre millones de usuarios", nos explica De Vicente. Las imágenes llegaban a los ordenadores, organizado en red, con las etiquetas que le habían propuesto sus autores: bosque, playa, sol, etcétera. Y la IA reinterpreta a su manera, imprevisible y hermética, el resultado.

"Lo que vemos es un conjunto de imágenes generadas por la IA bajo la idea de los conceptos -el epígrafe- suministrado por su autores". Flickr, además, está a punto de desaparecer. Por lo tanto lo que vemos es algo así como una visión alucinada sobre algo que ya es apenas memoria compartida.

Tiene el conjunto de Akten algo de interpretación lírica de la realidad, subrayada por unos sonidos que surge de suministrar a la misma IA cientos de grabaciones de músicas y cantos religiosos de muchas y diversas culturas, con el propósito que la IA destile la esencia de esa música de marcado carácter espiritual.

¿Qué papel tiene entonces el autor en el resultado final?

"El autor ha marcado los parámetros de recogida de datos y, luego, a elegido el resultado del trabajo de los ordenadores", nos cuenta De Vicente. Es algo así como, al principio, el entrenador -el maestro- y el editor del proceso. El autor sabe, pues, la pregunta con la que todo empieza. Y al final, elige las mejores respuestas y las ordena su gusto. Pero, durante el proceso, no tiene ni idea de lo que ha sucedido en el corazón de la maquina para que el resultado sea el que es.

¿Nos gusta el resultado? Nos encanta.

La IA esta presente además en la intervención del artista japonés Daito Manabe junto al neurocientífico de la universidad de Kioto Yukiyasu Kamitani. Ambos, mediante la "decodificación cerebral", especulan sobre la naturaleza onírica del sonido y la imagen.

Con la música y unas imágenes generadas a partir de la actividad cerebral del Manabe, se consigue que los pensamientos -los sueños- cobren consistencia física mediante la resonancia magnética, los algoritmos apropiados y las técnicas de machine learning que transforman las señales del cerebro en contenido sonoro y visual.

'Singularity is coming'

La singularidad se acerca. Es evidente. ¿Debemos temer su presencia? Para unos la IA es el enemigo, esa especie de Terminator futuro agazapado en el momento en que las máquinas dominen la tierra. Para otros, en cambio, los próximos dioses serán robots. De hecho ya hay quien ha empezado a rezar a esos dioses del futuro. Olivaw para ellos, el robot protector de la humanidad imaginado por Asimov, será una realidad incontestable. ¿Estamos sembrando miedo hacia la IA? ¿Estamos proponiendo su adoración?

Sonar+D reunía en su primer día, miércoles 17, a varios especialistas en el asunto en una mesa redonda. Especialistas como el catedrático de IA, Ramón López de Mantaras y la doctora en robótica Carme Torras, entre otros, junto a Oriol Quintana, doctor en Humanidades por la Universitat Pompeu Fabra y profesor de Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS, de la Universidad Ramon Llull. Tras sus palabras no es difícil llegar a conclusiones al respecto. La respuesta más directa la tenemos en su capacidad creativa. La IA no es -no será- ni Dios ni el diablo; como mucho es un artista que se alimenta de la complejidad humana. 

Otras actividades

La IA también ayudará a la muy prestigiosa Holly Herndon (Viernes, 19, a partir de las 16.30 h.) en su nuevo espectáculo PROTO. Híbrido de banda musical, con un buen número de vocalistas, acompañado por ordenadores. Donde la IA crea sonido, procesamiento vocal y paisajes sonoros.

El mismo viernes 19 de julio -en este caso, entre las 13.30 y las 15.00 horas- Jorge del Bosque, a su vez, explorará las posibilidades de la voz en su encuentro con la IA. El habla, como modalidad de relación humano-máquina, será el detonante de nuevos caminos creativos que no se sabe a ciencia cierta hasta dónde pueden llegar.

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