¿Te dejarías manipular para estar más sano?
¿Puede el 'smartphone', el mismo aparato al que estamos enganchados convertirse en una herramienta para estar más sano? Parece que sí: el diseño persuasivo llega al rescate
Puede el smartphone ser a la vez una barrera y una ayuda para mejorar nuestra salud? ¿Puede el mismo aparato al que estamos enganchados convertirse en una herramienta para estar más sano? Parece que sí: el diseño persuasivo llega al rescate de la salud.
¿Y por qué hay que persuadir a nadie? Porque es difícil luchar contra los estímulos externos que nos animan precisamente a lo contrario: a comer poco sano, a permanecer sentados frente a las pantallas… Dominamos a la perfección la teoría para cambiar de hábitos, pero pasar a la práctica no es sencillo. Y aquí viene el debate (y ya advertimos que no es difícil enzarzarse en él). ¿Deberían los gobiernos, administraciones, organizaciones sanitarias o profesionales influir a través de cualquier medio sobre el comportamiento de los ciudadanos para ayudarles a consolidar hábitos saludables?
No es una tarea difícil. De hecho, la DGT lo hace en sus campañas para evitar accidentes o Hacienda cuando nos recordaba que Hacienda somos todos apelando a nuestros valores cívicos (con mayor o menor éxito). Y cualquier profesional sanitario también lo intenta en su día a día a través de campañas de promoción de la salud que quizá son aún demasiado paternalistas, cuando no anticuadas en su diseño.
Pero, ¿de verdad pensamos que la información racional que ofrecen los profesionales puede competir con los miles de inputs que recibimos a través de las campañas de marketing de cadenas de comida rápida, de empresas de videojuegos o de apuestas online, por ejemplo, que nos quieren sedentarios y con la atención fija en sus productos? Así que quizás los profesionales, pero también la administración y cualquier interesado en la salud de la sociedad, necesitamos cambiar de estrategias y de armas de persuasión y utilizar las técnicas del enemigo. ¿Y cómo?
Simplificando las aplicaciones que monitorizan nuestra actividad física y permitiendo que formen parte de un ecosistema que se comparta y utilice en los sistemas de salud públicos y privados. ¿Se imaginan qué información tan útil podríamos compartir con los profesionales que velan por nuestra salud? ¿Que pudieran recetarnos ciertas intervenciones para mantener un estilo de vida saludable? Se puede hacer y no es difícil (al menos de decir): desarrollando contenidos motivadores, atractivos y comprensibles e integrando las nuevas tecnologías para que nos llegue el consejo adecuado en el momento adecuado y del profesional adecuado.
2- Diseñando aplicaciones que puedan aprender de nuestros hábitos. El objetivo es el mismo: recibir un buen consejo en el momento en el que lo necesitamos. La app UBESAFE, de la UOC y la Agencia de Salud Pública de Barcelona, ofrece información sobre protección en el caso de relaciones sexuales de riesgo justo cuando los usuarios de esta app entran en espacios que ellos mismos han identificados como potencialmente peligrosos.
Buenas ideas, buenos resultados
Muchas universidades ya disponen de laboratorios de persuasión tecnológica con iniciativas muy interesantes. Es el caso de la Universidad de Twente, en Holanda, donde han creado un sistema de coaching virtual que utiliza la persuasión psicológica para mejorar la recuperación y adherencia terapéutica de pacientes con infarto de miocardio o para motivar a personas sometidas a dietas para perder peso.
Otro caso de éxito es el del Behavioral Insight Team, una organización británica que tiene entre sus asesores a Richard Thaler (Premio Nobel de Economía). En este centro están trabajando en iniciativas para luchar contra el tabaquismo, la diabetes o los embarazos en adolescentes y para promover la donación de órganos y la actividad física.
Utilizan estrategias tan simples como dar por supuesto que, si en vida no decimos lo contrario, se entiende que todos somos donantes. Es decir y tomando un término de la economía del comportamiento, se entiende que por omisión, también llamada condición opt-in, todos somos donantes. En otros países hay que registrarse previamente (en algún caso al sacarse el carnet de conducir), en lo que se llama una condición opt-off.
Pues bien, tomar una decisión administrativa u otra (en el caso español a través de la Ley de Trasplantes) puede, como ocurre en nuestro país, situarnos a la cabeza de algo tan altruista, necesario y solidario como donar órganos. Demos las gracias a los médicos, sí, pero también a los arquitectos del comportamiento, porque en este caso el empujoncito para que donemos funciona a la perfección.
Otro buen ejemplo de persuasión a través de la tecnología es la app The Fabulous, desarrollada sobre la base de las teorías del behavioural economics, o economía conductual, con la participación de expertos en diseño de cambio de comportamientos como Dan Ariely, de la Universidad de Duke en el Reino Unido. Esta aplicación motiva a sus usuarios a seguir hábitos saludables para mejorar su calidad de vida. Su entrenador les ayuda a perder peso, a dormir y concentrarse mejor. ¿Cómo? A través de consejos y rutinas personalizadas basadas en hábitos cotidianos.
Ser creativos para ganar
No se pueden comparar los fondos que se dedican a la promoción de la salud con los presupuestos en publicidad y marketing de algunas multinacionales. Sin duda, es una verdadera lucha entre David y Goliat. Pero David fue creativo y acabó ganando a Goliat, aunque no de una manera demasiado ortodoxa, todo hay que decirlo. Quizás en el campo de la salud, la honda de David debe ser sustituida por una buena aplicación tecnológica que nos permita persuadir y persuadirnos de mantener unos hábitos saludables con nuestro consentimiento y complicidad.
Manuel Armayones es director de Desarrollo del eHealth Center de la UOC y profesor de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación.
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