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¿Comprará Facebook ‘The New York Times’?

En los últimos años se observa una tendencia llamativa: empresarios tecnológicos invierten en el negocio de los medios de comunicación. ¿Qué buscan con estas adquisiciones?

Un grupo de personas camina frente al edificio de 'The New York Times' el pasado noviembre.
Un grupo de personas camina frente al edificio de 'The New York Times' el pasado noviembre. Gary Hershorn (Getty Images)

Facebook no ha mostrado su interés por comprar The New York Times. Entonces, ¿a qué viene este titular? Precisamente, a que no sería extraño que lo hiciese. Sus precedentes —que los tiene— invitan a hablar de una tendencia más que de una serie de casos aislados. Si Mark Zuckerberg se interesara por la cabecera estadounidense, no sería el primer líder tecnológico en apostar por el negocio de los medios de comunicación.

El pasado septiembre, Marc Benioff, máximo responsable de Salesforce, compró la revista Time por 160 millones de euros. Un mes después, Craig Newmark, el millonario fundador de Craigslist, empleó una décima parte de esta cantidad en lanzar The Markup, que se autoproclama un medio sin ánimo de lucro para analizar el comportamiento de las grandes tecnológicas. También aportó más de dos millones para fundar un medio digital sobre noticias de Nueva York y donó otros 17 millones a la Facultad de Periodismo de la Universidad de la Ciudad de Nueva York, que le puso su nombre en agradecimiento.

En 2013, Jeff Bezos, la cabeza visible de Amazon, además del hombre más rico del mundo, compró el periódico The Washington Post por 190 millones de euros. Ese mismo año, el fundador de eBay, Pierre Omidyar, mostraba su interés en fundar un medio sin ánimo de lucro con una inversión similar. Su anuncio tomó forma bajo el nombre de First Look Media, una organización de noticias enfocada en realizar periodismo independiente. Algunos de sus redactores abandonaron la publicación poco tiempo después acusándola de presumir de unas intenciones que estaban lejos de materializarse en la práctica. Tres años antes, el magnate de las telecomunicaciones Xavier Niel había invertido una importante suma de dinero para hacerse con el control del diario francés Le Monde.

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Podríamos seguir enumerando casos similares si no nos asaltase una pregunta inevitable: ¿A qué responde esta tendencia? Porque, si analizamos la compra de The Washington Post desde un punto de vista exclusivamente financiero, hay que reconocer que la publicación no atravesaba sus mejores días. El propio Bezos admitió entonces que no era el negocio más próspero de su vida. La oportunidad venía de la mano de la entrada de la tecnología en el panorama cambiante de la prensa, como en tantos otros sectores.

“No creo que el interés en tener una mayor influencia política fuera determinante en esta decisión de compra; podría tener más que ver con cierta visión innovadora”, expone el experto en estrategia y desarrollo de negocios digitales Pepe Cerezo. El autor de Los medios líquidos considera que la multinacional puede aprovechar la adquisición de la cabecera para explorar nuevas oportunidades para generar valor. “Amazon Prime ya integra contenidos del periódico y los entiende como un servicio más que como un producto”, expone. “Los medios se ven afectados por cualquier cambio tecnológico. Son un sector muy peculiar y pueden convertirse en el gran laboratorio de la transformación digital”.

Una opinión que comparte Miquel Pellicer, director de comunicación del grupo Lavinia. “El grado de influencia de Amazon en nuestras vidas tiene más que ver con Amazon que con lo que se publica en el Post, aunque sea un medio muy relevante”, plantea. Para él, la inversión tiene sentido si se entiende como una apuesta por el futuro de la prensa en el entorno digital. Y el mejor ejemplo de ello es Arc Publishing, la plataforma tecnológica que ha desarrollado el diario y emplean otros medios como EL PAÍS. “Arc simplifica 20 de los 45 pasos que suelen seguir los periodistas para publicar una noticia”, explica. “Amazon es una empresa a la que se le da muy bien cuidar la experiencia de usuario y esa visión aporta mucho valor a la transformación de un periódico”.

La visión del entorno digital es solo uno de los motivos que mueven a los magnates tecnológicos para entrar en la industria. Las inversiones de Benioff o Newmark, por citar algunos, presentan diferencias notables con la de Bezos. Cerezo opina que en EE UU existe cierta visión idealizada de la figura del editor y no descarta que este fenómeno se repita de la mano de una fuerte motivación filantrópica. “Socialmente, dirigir un medio es algo que tiene mucho valor, un componente de ego movido por la vocación de trascender. No me extraña que sea atractivo para el millonario tradicional americano”, defiende.

Por su parte, Julia Cagé, autora del libro Salvar los medios de comunicación, rechaza definir a la mayoría de estos millonarios tecnológicos como filántropos; prefiere hablar de ellos como los nuevos propietarios de los periódicos. “Una gran parte de estos magnates parece preocuparse mucho por la regulación o, más concretamente, por la garantía de ausencia de regulación, en particular en el caso del comercio electrónico y del sector de las telecomunicaciones”, critica la economista francesa. “La adquisición de un medio de comunicación puede ser para muchos de ellos una forma de obtener acceso a los políticos”.

La adquisición de un medio de comunicación puede ser una forma de obtener acceso a los políticos

Julia Cagé, autora del libro Salvar los medios de comunicación

Cagé engloba en la categoría de iniciativas filantrópicas a ProPublica, una agencia de noticias sin ánimo de lucro fundada por los multimillonarios Herbert y Marion Sandler, pero se refiere al caso de Bezos o al de Benioff como un modelo de patrocinio. Además, niega que estos referentes tecnológicos entiendan mejor que otros accionistas cómo debería ser el modelo de negocio de la prensa en el futuro. “Ganar dinero gracias a la tecnología en un sector concreto no te convierte en un experto en el funcionamiento de la industria de los medios”, opina. “No creo que lo estén haciendo peor desde el punto de vista del conocimiento, pero tampoco lo están haciendo mejor”.

La economista también señala las diferencias en la gestión que hacen estos magnates de sus nuevas empresas. El fundador de Amazon ha invertido bastante en The Washington Post, Xavier Niel ha hecho lo propio en Le Monde y sus plantillas han crecido en consecuencia. “Pero Patrick Drahi —empresario tecnológico franco-israelí que controla diversos medios de comunicación en todo el mundo— ha reducido a la mitad el tamaño de las redacciones de las empresas que compró, lo que conlleva un efecto negativo en la cantidad y la calidad de la información que produce”, lamenta.

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