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La obsesión del cantante de Black Eyed Peas con la inteligencia artificial

El músico Will.I.Am lleva varios años complementando su carrera musical con su faceta emprendedora. Su última creación: el software conversacional Omega.

Los cantantes Will.I.Am y Fergie durante un concierto benéfico del grupo 'The Black Eyed Peas' en Nueva York.
Los cantantes Will.I.Am y Fergie durante un concierto benéfico del grupo 'The Black Eyed Peas' en Nueva York. Jeff Kravitz (FilmMagic)

Muchos os estaréis preguntando qué hago yo aquí, rodeado de aficionados a la tecnología, hablando de inteligencia artificial”. Will.I.Am, cantante de The Black Eyed Peas, no anda desencaminado. No son pocos los que han acudido a su conferencia atraídos por la curiosidad. ¿Qué hace una estrella musical en el escenario por el que pasarán estos días varios emprendedores de Silicon Valley?

Will.I.Am en una actuación en Nueva York en 2011
Will.I.Am en una actuación en Nueva York en 2011Kevin Mazur (WireImage)

La respuesta es sencilla: el artista también es emprendedor tecnológico. Lo es desde que en 2012 decidió fundar I.am+, una empresa que se dio a conocer por comercializar wearables que van desde una pulsera inteligente a unos auriculares. Su startup, en la que trabajan unas 300 personas, recaudó 100 millones de euros el año pasado tras abandonar su apuesta por el hardware para centrarse en el software conversacional. Recientemente ha tenido la oportunidad de presentar el estado de este proyecto en el marco del Dreamforce, un evento que organiza la compañía Salesforce en San Francisco y al que ha sido invitado EL PAÍS RETINA.

“Hemos desarrollado un sistema que permite interactuar con tu dispositivo hablando de la manera más natural posible”, explica el artista. “Porque las personas no quieren tener que hablar como una máquina para que la máquina les entienda: necesitan que sea esta la que aprenda a hablar como ellas”. La solución en la que trabajan está destinada a empresas —concretamente, buscan sus clientes en el sector retail—, se llama Omega y su primera versión lleva algo menos de un año funcionando para algunas compañías en Austria, donde han lanzado su proyecto piloto.

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El cantante considera que el valor diferencial de Omega reside en lo que define como una solución de dominios cruzados o, en otras palabras, la integración de sistemas. “Omega me permite buscar una receta de cocina, comprar los ingredientes que necesito para preparar el plato y seleccionar la música que quiero escuchar mientras cocino sin necesidad de acceder a ningún otro sitio”, resume.

Como artista, es consciente de que una imagen vale más que mil palabras y recurre a una demostración en tiempo real para enseñar su funcionamiento. “Nunca hago playback cuando actúo con mi banda, así que esta prueba también la haremos en directo”, bromea. Coloca su teléfono sobre un atril y comienza a utilizar su Siri particular. Le pide que ponga una canción de Bruno Mars, pregunta cuando será su próximo concierto y lo añade al calendario, sin usar las manos. Después, ordena al software que pida mesa en un restaurante para cenar; el sistema realiza la llamada, interactúa mediante una interfaz de voz con el camarero y gestiona la reserva.

La mayoría de expertos coincide en que la voz será la próxima gran revolución que veremos como sociedad y, como tal, implicará una revolución en nuestros hábitos. “Las interfaces conversacionales están cambiando la forma en la que nos relacionamos con nuestros dispositivos”, advierte Peter Doolan, vicepresidente ejecutivo de Salesforce. Hoy, tenemos un motor de búsqueda que ordena los resultados de su catálogo según puedan ser relevantes para nosotros. La voz implica una interacción a través de preguntas y respuestas que concede una personalización mayor.

Las interfaces conversacionales están cambiando la forma en la que nos relacionamos con nuestros dispositivos.

Peter Doolan, vicepresidente ejecutivo de Salesforce

Abordar este tema desde una perspectiva empresarial, haciendo énfasis en el papel de esta disrupción, supone otro cambio de paradigma en un campo fundamental: la experiencia de usuario. “Cuando las personas puedan dirigirse a sus marcas por medio de la voz y estas sean capaces de atender sus necesidades por el mismo medio, la conexión entre ambos será más cercana”, reflexiona el directivo.

Will.I.Am no es el único artista de éxito que ha decidido meter las narices en las tecnológicas. Al margen del sorprendente caso de Bruce Dickinson, cantante de Iron Maiden, emprendedor en serie y piloto de aviones, entre otras cosas, encontramos casos más comunes. El actor Ashton Kutcher invirtió en empresas como Foursquare, Skype, Airbnb y Uber antes de que alcanzaran un impacto más global. Justin Timberlake también puso su dinero en varias startups, pero su apuesta más conocida y arriesgada fue la red social MySpace, que compró cuando empezaba a perder su brillo ante el auge de Facebook. Bono, cantante de U2, supo apostar a caballo ganador y se convirtió en el músico más acaudalado del mundo tras comprar más del 2% de las acciones de la compañía de Mark Zuckerberg.

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