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La fiebre del 'coworking'

Utopicus, pionera firma madrileña del espacio de trabajo alternativo, abre su primer edificio en Barcelona junto a la inmobiliaria Colonial con el objetivo de extender su filosofía a todo el país.

Adrià Goula
Adrià Goula

Por si aún les quedaban dudas, el coworking llegó para quedarse. Y no solo eso. Crecer en todas las ciudades a su alcance se ha convertido en objetivo de los pioneros del sector. Por poner un ejemplo, WeWork se convirtió en 2012 en el mayor alquilador de espacio del centro de Londres. A estas alturas, y según datos de la consultoría Cushman & Wakefield, cuatro de los diez principales arrendadores de dicha área son empresas que gestionan edificios de coworking. Una tendencia al alza en las principales urbes europeas que estamos viendo materializarse en nuestro país.

El pasado 1 de junio, la firma madrileña Utopicus se sumó a este movimiento con la apertura de su primer coworking en Barcelona. Situado en un edificio modernista de siete plantas en Ronda Sant Pere, 16, se enmarca en un plan mucho más ambicioso.

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“La idea de dar el salto a Barcelona estaba en nuestra mente desde que empezamos en 2010”, recuerda Rafa de Ramón, CEO de Utopicus. “Pero lo que lo hizo posible fue conocer a Caterina Capdevila, hoy City Manager de Barcelona”. Entonces, Utopicus tenía tres espacios en Madrid y, juntos, empezaron a planear la expansión a una segunda ciudad.

Utopicus escogió para el diseño de su primer coworking barcelonés a Turull Sorensen, un estudio de arquitectura que nunca había hecho oficinas: “Nos interesa contaminarnos de otros campos, como el retail o la restauración”.
Utopicus escogió para el diseño de su primer coworking barcelonés a Turull Sorensen, un estudio de arquitectura que nunca había hecho oficinas: “Nos interesa contaminarnos de otros campos, como el retail o la restauración”.Adrià Goula

En paralelo, como si los astros hubieran decidido alinearse, Inmobiliaria Colonial se les acercó con la propuesta de entrar como socios mayoritarios. “Me preguntaron cuál era mi sueño para Utopicus y terminamos configurando un plan de crecimiento que supondrá la apertura de unos 40 edificios en los próximos años”, concreta el director de Utopicus. “Lo primero es llegar a tener diez entre Madrid y Barcelona y, después, estrenarnos en París”.

La llegada de una empresa del Ibex 35 como Colonial permitirá que aumenten tanto la velocidad de la expansión como el tamaño de los coworking. Algo que algunos podrían leer como una amenaza de perversión para los principios de una firma que debe buena parte su éxito a una fuerte dosis de contenido (con una asesoría y una escuela propias) y a la inquietud constante por transformar cómo entendemos los lugares de trabajo y sus dinámicas.

Adrià Goula

“Ahora es justo el momento en que no podemos dejar que se pervierta. Cuando creces hay que estar más atento que nunca”, responde De Ramón. “Colonial lo ha comprado todo, no solo que podamos rentabilizar metros cuadrados, sino la filosofía. Quiere potenciar la marca Utopicus y que contagiemos a su grupo y a la industria en general. Somos una palanca de cambio para potenciar valores como la transparencia, la responsabilidad individual en combinación con la colaboración, la creatividad, la innovación organizativa –adiós, jerarquías y hola, felicidad en el trabajo–, la sostenibilidad, la inserción tecnológica y la flexibilidad”.

Todos ellos están presentes en su primer edificio barcelonés, un enclave atractivo tanto para freelances como empresas poco interesadas en comprometerse con un alquiler tradicional que les impida cambiar de tamaño o ubicación tan pronto como lo necesiten. Desde el formato hot desking [lugares de trabajo rotativos] hasta una oficina propia, los precios por membresía oscilan entre 200 y 400 €. Los usuarios tienen libertad dentro de este (y todos los edificios de Utopicus) para usar espacios comunes como la cantina, salas de reuniones, el balcón de la primera planta o la terraza de la azotea. Sesiones de yoga y mindfulness, formación y organización de eventos son otras opciones a su disposición.

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“Cuando llegamos nos encontramos un edificio de oficinas muy frío. El trabajo consistió en aportar calidez y potenciar las características propias de la comunidad de vecinos que había sido, la vida en los pasillos y rellanos, porque aquí se viene a vivir, no solo a trabajar”, explica Caterina Capdevila.

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Para lograrlo, aplicaron una metodología marca de la casa: elegir un estudio de arquitectura que no hubiera hecho oficinas. “Nos interesa contaminarnos con conocimientos de otros campos, como el retail o la restauración. Para este caso elegimos a Turull Sorensen, encargados de diseñar las tiendas de Desigual. Ellos nos ayudaron a lograr esa fuerza de atracción que hace que cuando alguien entre en tu espacio tome la decisión de formar parte de él en un segundo”, concluye sonriente De Ramón

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