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Culo veo, culo quiero: inteligencia artificial que te imita

En su afán por parecerse a nosotros, las máquinas ya pueden reproducir nuestros movimientos y acciones e incluso dibujarnos (como lo haría un niño de 4 años)

Getty Images

Narciss es un robot que se mira y no ve nada. Bueno, ve una tostadora. Y un microondas. Y un árbol en un parque. Y una señal de stop por la noche. Y una bicicleta aparcada enfrente de un televisor. Ve hasta a una persona haciéndose un selfie en el espejo. Pero no termina de verse a sí mismo como lo que es: un robot mirándose al espejo.

La instalación del estudio Waltz Binaire -especializado en el diseño de realidades sintéticas- es, entre otras cosas, una prueba contundente de que, para bien o para mal, la inteligencia artificial sigue estando un poco atolondrada. Sin embargo, también demuestra que, pese a tener cero conciencia de sí mismo, Narciss tiene cierta noción de su entorno, de estar en un contexto.

Precisamente esa mirada al exterior es lo que explota Google en su Move Mirror. Este experimento de aprendizaje automático reconoce la posición de una persona en una foto o vídeo y devuelve cientos de imágenes de gente posando igual.

"Es como un espejo mágico que refleja tus movimientos con imágenes de un sinfín de movimientos humanos: desde los deportes hasta el baile pasando por las artes marciales la actuación y mucho más", explican en el portal.

La habilidad de imitar es clave de la inteligencia en humanos y animales

La pasmosa precisión de Move Mirror descansa en realidad sobre el reconocimiento de una lista relativamente corta de partes clave del cuerpo humano. Dentro de cada pose, el modelo detecta diecisiete puntos: nariz, ojos, orejas, hombros, codos, muñecas, caderas, rodillas y tobillos. El resto es ruido. "Esta tecnología no está reconociendo quién está en la imagen. El algoritmo sencillamente estima dónde están las articulaciones". Para poner a prueba el sistema solo necesitas una webcam.

En el centro de investigación en inteligencia artificial de Berkeley (BAIR) han ido un paso más allá. Su robot observa atentamente lo que estás haciendo, se queda con la copla y repite la acción, aunque cambies el escenario. No es tontería esto: "Aprender una nueva habilidad observando a otro individuo, la habilidad de imitar, es una parte clave de la inteligencia en humanos y animales", señala el equipo.

En una de las pruebas de BAIR, el robot está frente a una mesa con un plato, un vaso y un bol. A su lado, un humano se acerca al bol y deja caer un melocotón. Cuando llega el turno de la máquina, el humano cambia de sitio los tres objetos, pero esta no cae en la trampa: deja la fruta en el mismo recipiente.

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El sistema también funciona cuando el robot ve la tarea en otro escenario y desde un punto de vista diferente. Logra empujar una maceta ante una caja de pañuelos, igual que ha hecho el humano en la otra mesa.

"Esta capacidad podría hacernos radicalmente más fácil la tarea de comunicar nuevos objetivos a robots. Sencillamente les mostraríamos qué queremos que hagan, en lugar de teledirigirlos o programarlos". Además, en BAIR vaticinan que al escalar este proceso de aprendizaje, se podrá aplicar a tareas más complejas, que impliquen manipular otras herramientas e incluso la comprensión del lenguaje.

Draw this es el hijo de una polaroid y un sistema de reconocimiento de objetos, y tiene la capacidad artística de un niño de cuatro años. El experimento de Dan Macnish -ingeniero y artista visual australiano- combina el dataset de Google Quickdraw con una red neuronal diseñada para identificar objetos, una impresora térmica y una Raspberry Pi. Podría describirse como una cámara que garabatea instantáneas.

"Una parte divertida de esta cámara es que nunca llegas a ver la imagen original. Apuntas, disparas y sale un dibujo [...]. El resultado es siempre una sorpresa: la foto de una ensalada podría convertirse en un enorme perrito caliente, o una foto con amigos podría ser saboteada por una cabra", señaló Macnish.

Después del experimento de Macnish, la plataforma de edición de vídeo Kawping adaptó el invento a la web y creó Cartoonify. Lo hemos puesto a prueba con el célebre Ecce Homo de Borja, tal y como lo reimaginó Cecilia Gimenez hace ya seis años. La reinvención de la reinvención no es claramente representativa del original. Es más bien un monigote sonriente con el boceto de una tortuga dibujado encima, y parecería que lleva una pajarita en la entrepierna... Pero recuerda en su composición al legado que nos dejó Giménez. ¿Tu yo de cuatro años lo habría hecho mejor?

Ecce Homo de Borja
Ecce Homo de BorjaCecilia Giménez / Cartoonify

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