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Ciberliteratura, más allá del ‘ebook’, la tableta o las redes sociales

La obra que se crea usando la textualidad electrónica no se puede traducir al papel. Novelas escritas como blog, obras de teatro interactivo, videojuegos, poesía código...

Cecilia Castelló Llantada
Tierra de extracción, del peruano Domenico Chiappe
Tierra de extracción, del peruano Domenico Chiappe

Literatura para Facebook o Twitter, obras para móvil, tabletas y redes sociales, eBooks, blognovelas, booktubers… ¿Qué implica la ciberliteratura? ¿Una expresión artística de vanguardia? ¿O es la adaptación natural de la literatura tradicional a un mundo conectado? ¿Será una tabla de salvación digital para la industria? Como todo movimiento complejo puede tener múltiples facetas, niveles y desarrollo.

En esencia se considera literatura digital aquella obra “que ya se ha creado usando la textualidad electrónica, que no se podría traducir al papel. Ha nacido con una dimensión tecnológica”, explica María Goicoechea, coordinadora del proyecto de investigación eLITE (Edición Literaria Electrónica) y profesora de la Universidad Complutense de Madrid. Y es aquí donde llega la primera confusión. “Una interpretación errónea es que literatura electrónica es cualquier texto digitalizado, que se pueda leer en una tableta, en una pantalla”, explica Goicoechea. Es decir, para que una obra se considere puramente digital debe ir más allá, contar con una determinada estructura y reunir, en un mismo espacio, lenguajes y formas expresivas diversas, desde el texto y la música, lo visual o la animación.

Hotel Minotauro, de Domenico Chiappe
Hotel Minotauro, de Domenico Chiappe

Pilares de la literatura electrónica son el hipertexto, que implica una propuesta no secuencial (sino laberíntica), así como el hipermedia (convergencia de medios). Planteamientos que ya recogen creaciones anteriores a la generalización de los ordenadores personales y soportes digitales, como el caso de la poesía sonora del siglo XX, El Aleph de Jorge Luis Borges o Rayuela, de Julio Cortázar.

Pero además de la composición por nodos, la obra digital se complementa con otros recursos que la enriquecen, el autor explora nuevas formas narrativas y de expresión, como efectos sonoros, visuales y de diseño gráfico. Todo con el fin de dar profundidad a la obra, de traspasar las limitaciones que impone el papel.

Lo que parece complicado es establecer categorías: la literatura electrónica abarca creaciones heterogéneas y géneros variopintos, novelas escritas como blog, obras de teatro interactivo, videojuegos, poesía código...

El fenómeno va creciendo, por ejemplo con los booktubers (youtubers que opinan sobre libros)

El proyecto Ciberia Project recoge en una biblioteca una muestra de 60 obras de literatura digital en español, de autores diversos como Marcelo Guerrieri, Gustavo Romano, Benjamín Escalonilla (Generación Tch!), Belén Gache (proyecto Word Market, Radikal Karaoke) o Doménico Chiappe, autor Tierra de extracción y Hotel Minotauro, obra que comenzó a construir en 2013 a partir del guion, textos, música e investigación de un crimen.

Estas obras requieren equipos multidisciplinares, no solo el creador o artista: producción, música, maquetación, programadores...

Pero además de un movimiento cultural de vanguardia, el concepto “va calando” y se amplía a todo tipo de fenómenos o procesos literarios relacionados con lo digital, lo que sería la literatura 2.0. La escritora Silvia Nanclares señala como ejemplos blogs literarios, interacción en redes sociales, la reinterpretación de obras tradicionales con formato digital o incluso el fenómeno de los booktubers (youtubers que opinan sobre libros), que además han logrado atraer a jóvenes a la literatura.

Para esta autora, se produce una influencia mutua entre la escritura digital ( 2.0) y la tradicional (1.0). “Hay una contaminación, por ejemplo se utilizan giros de las redes sociales, a veces la escritura se vuelve más telegráfica, otras se produce una esencialización del mensaje, el apoyo en la imagen...”. El camino, además, puede ser de la escritura tradicional a la digital o viceversa, como el caso de autores que han creado una firma en redes y de ahí han publicado libros.

Desde el punto de vista de la distribución, Valentín Pérez Venzalá, formador de libro electrónico y director de la editorial Minobitia, explica que la literatura electrónica restringida a obras pensadas en formato digital no tienen un mercado como tal. Sí hay demanda, explica, en libros enriquecidos, especialmente en literatura infantil, que se distribuyen en plataformas como Amazon, Apple o La Casa del Libro. “Para aprovechar las ventajas de lo digital se añade a las obras de papel elementos multimedia” y se venden a precio mucho más barato que en papel.

¿Literatura electrónica, digital o 2.0?

En el ámbito literario se utiliza indistintamente literatura electrónica, digital o ciberliteratura, si bien este último término está menos extendido. El concepto literatura 2.0 es más “inclusivo” al hacer referencia a todo tipo de formas literarias en la web.

La narrativa transmedia supone la sinergia entre diversos medios, crea mundos alrededor de una historia y se sirve de soportes diferentes (cine, teatro, eventos...).

El crecimiento del formato electrónico en España se mantiene. Según un informe de Libranda, el crecimiento del libro digital en lengua española en 2016 ascendió al 7% a nivel global y logró una cuota de entre el 10% y el 25% en los libros de mayor éxito.

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Sobre la firma

Cecilia Castelló Llantada
Es redactora jefa de la mesa digital en Cinco Días, periódico donde trabaja desde el año 2000. Licenciada en Economía y Periodismo, ha escrito en la sección de Mercados, en Empresas y, en los últimos años, ha formado parte del equipo que ha impulsado la transformación digital del diario económico decano de España

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