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El cerebro español de la inversión ‘fintech’ en Rakuten

Oskar Mielczarek de la Miel está al frente del equipo que decide en qué ‘startups’ de ‘fintech’ y movilidad invierte el gigante japonés del comercio electrónico

Oskar Mielczarek de la Miel es managing partner de Rakuten Capital. Eso, que es lo que se lee en su tarjeta profesional, dice poco. Tanto es así que puede que el lector no llegue al siguiente párrafo. Pero hay otras formas de contarlo.

De la Miel –origen parcialmente polaco, nacionalidad española, experiencia laboral básicamente anglosajona y residencia actual en Tokio aunque sería más preciso decir que en un avión– es la persona que decide en qué empresas de fintech y movilidad invierte la japonesa Rakuten. Para la prensa deportiva, Rakuten es el patrocinador del FC Barcelona; para la prensa económica, es un gigante del comercio electrónico (en los nueve primeros meses de 2017 facturó, al cambio, más de 5.000 millones de euros) en pleno proceso de expansión global y de negocio

Oskar Mielizarek de la Miel, 'managing partner' de Rakuten Capital
Oskar Mielizarek de la Miel, 'managing partner' de Rakuten Capital

Así que si Rakuten Capital es el brazo inversor de Rakuten, De la Miel es su cerebro, en lo que se refiere a las inversiones en fintech, para lo que cuenta con un fondo de cien millones de dólares, y movilidad. Un cerebro, confiesa, con un problema paradójico: le sobra información.

“La dificultad más grande que tenemos es que en este negocio se necesita información inteligente. Nos limita el tiempo, y necesitamos procesar toda la información que nos llega. Por eso yo recomiendo trabajar con equipos pequeños, y siempre con gente con curiosidad intelectual, con ganas de aprender”, explica este ex directivo de JP Morgan Chase, Merrill Lynch y Barclays en un descanso del South Summit Alianza del Pacífico, una cumple de emprendedores e inversores celebrada este diciembre en Bogotá.

Hay demasiada gente asegurando que tiene entre manos the next big thing, solo a la espera del dinero de empresas como Rakuten. Así que el trabajo de financieros como De la Miel es mirar al detalle los números, e ir más allá.

Prefiero una oportunidad mediocre con gente excelente que una oportunidad excelente con gente mala, porque la gente mala te acabará estropeando la oportunidad”

“Cualquier fondo de capital riesgo se fija en las mismas cinco o seis pautas. Pero nosotros preferimos una oportunidad mediocre con gente excelente que una oportunidad excelente con gente mala, porque la gente mala te acabará estropeando esa oportunidad. Como inversor, paso muchísimo tiempo averiguando qué tipo de individuos gestionan las empresas”.

Siguiendo esas premisas, Rakuten ha invertido en compañías como la insurtech británica PremFina, la startup barcelonesa de envíos Glovo, la fintech californiana Bluevine, especializada en financiación para pymes, y dos rivales de Uber ya valorados en más de 1.000 millones de dólares: Careem, que opera fundamentalmente en Oriente Próximo, y Cabify, centrada en Latinoamérica y la Península Ibérica, en la que Rakuten es el máximo accionista.

Todos son negocios que, en mayor o menor medida, desafían el statu quo. “Hay que romper las reglas, pero de forma inteligente, no brutal”, asegura. “Vivimos en un momento económico que me recuerda al de la invención de la imprenta, y hay que ser iconoclasta, como Lutero”.

Así que sus opiniones sobre el pulso entre la innovación (no siempre ajustada a la regulación) y la regulación (no siempre ajustada a la realidad) son, digamos, luteranas: “Las legislaciones más abiertas nos permiten quitarnos el lastre de instituciones que han abusado de su posición semimonopolística, por ejemplo con comisiones que son un atraco a mano armada. Si el legislador no se mueve con rapidez, hay que encontrar cauces prácticos para cambiar la legislación, o demostrar a ese legislador que debe cambiar la ley. De lo contrario, muchos de los negocios que hoy tenemos ni existirían. Fíjate lo que paso con la libertad de horarios en los festivos”.

Aun desde Tokio, De la Miel está pendiente de lo que ocurre en España, y tiene sus propias opiniones, desde la crisis del calzado frente a la competencia china –“nos fuimos prácticamente al garete por no innovar lo suficiente, mientras que los italianos se las apañaron para sobrevivir”- hasta el excesivo ruido en los vagones de tren. Mantiene el pulso con su país gracias a la prensa y a los podcast de No es un día cualquiera, un programa de RNE que escucha cuando monta el fin de semana en bici. ¿Qué futuro le ve a la economía española? Suena pesimista. “Falla la mentalidad: aún te preguntan si tienes trabajo fijo cuando ya nadie tiene trabajo fijo”.

Charlar con un ejecutivo del principal accionista de Cabify y preguntar por Uber es inevitable, aunque De la Miel se cuide de no citar por su nombre al competidor. “Es una norma básica”, dice con media sonrisa. Da igual: se le entiende todo.

“Grandes empresas del sector de movilidad han tenido un fallo ético. Y ahora la actual dirección tiene problemas en cerrar una serie de grietas porque falta esa base, una cultura en la que no se busque simplemente aprovecharse de la sociedad”, dice en referencia a los escándalos de Uber.

No se trata solo de una cuestión de imagen, sino del futuro del negocio. “En el sector de la movilidad el big data es importantísimo. Empresas de transporte tienen los datos y tienen acceso al consumidor, así que no hay razón por la que no terminen ofreciendo servicios financieros y de pago, e incluso más allá. Y la cultura de cada empresa es su capacidad de generar confianza en el consumidor”.

Ese es uno de dos motivos por los que De la Miel cree que Cabify y Careem, otra de sus participadas, tienen mucho que hacer frente a la todopoderosa Uber, a la que acusa de practicar dumping. El otro es que considera que siguen una estrategia equivocada: “Sugieren que el mercado se gana ciudad por ciudad, pero es una falacia. En primer lugar, porque no lo permitirían las autoridades y además porque el consumidor quiere dos o tres opciones”. Y espera que el tiempo le dé la razón: “Su ritmo de pérdidas [más de 1.400 millones de dólares solo en el tercer trimestre] es insostenible”.

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