‘Startups’ para exprimir el sueño chino
Jóvenes empresas tecnológicas del gigante asiático idean negocios innovadores para aprovechar el goloso mercado que crece al calor de la nueva clase media en el país
Existe la creencia de que China es un país demasiado grande y complicado para que las pequeñas y medianas empresas puedan hincarle el diente a su goloso mercado interno. Sin embargo, el Partido Comunista está incentivando con gigantescas inversiones la creación de ‘start-ups’ destinadas a dinamizar la economía, crear oportunidades laborales, y desarrollar tanto nuevas tecnologías como modelos de gestión.
No hay mejor lugar que Chinaccelerator para descubrir el éxito que está teniendo. Es una de las principales aceleradoras de empresas del continente asiático, a la que acuden las startups que buscan fortalecer su modelo de negocio con un curso de tres meses y ganar volumen atrayendo inversión, y ya ha logrado lanzar 130 compañías. EL PAÍS RETINA se ha reunido con algunas de su última promoción, la decimosegunda, para entender cómo exprimen su particular sueño chino.
Porque el gigante asiático es enorme, sí, pero eso hace que incluso pequeños nichos de mercado escondan grandes oportunidades. “La dificultad está en identificar los primeros correctamente y saber aprovechar las segundas”, afirma Luis Galán, fundador de la consultoría especializada en el ciberespacio chino 2Open.
Hi-in, por ejemplo, se ha propuesto hacer dinero con un grupo muy específico de la población: los estudiantes que se han formado en el extranjero. “Actualmente, 1,6 millones de chinos estudian fuera de sus fronteras. La mayoría regresará al país para desarrollar su carrera profesional, pero desconoce cómo funciona el mercado laboral y el 90% termina decepcionado con el empleo que logra”, explica Carter Zhou, el consejero delegado de la empresa. Sabe de qué habla, porque él mismo es licenciado por la Universidad de Cambridge y sufrió esa frustración.
Zhou cree que la solución está en la tecnología. Concretamente, Hi-in ha desarrollado un sistema de inteligencia artificial para ayudar a los estudiantes a encontrar el trabajo con el que sueñan. “Tenemos una gran base de datos con los empleos disponibles —que se nutre de ofertas públicas y de redes como LinkedIn— y los requisitos exigidos. Cuando un estudiante selecciona su objetivo, el algoritmo estudia sus cualificaciones y determina cuáles son las carencias que debe solventar. Nosotros creamos un plan de seis meses para que obtenga la formación que le falta para ese puesto”, explica el joven empresario.
La tasa de éxito entre los 4.600 estudiantes de 20 universidades que ya han probado el sistema es del 80%. “El negocio está en lo que cobramos a los usuarios y a las universidades, así como en las comisiones que nos dan los proveedores de los cursos de formación”, revela Zhou. Ahora, su próximo reto es ofrecer estos servicios a los profesionales extranjeros que también quieren probar suerte en China.
La segunda potencia mundial ha protagonizado el mayor milagro económico de la historia, que se ha traducido en la creación de una nutrida clase media. Con un creciente poder adquisitivo y muchas ganas de gastarlo, multitud de empresas tratan de cortejarla. Heartland Brothers es una de ellas. Ha diseñado un curioso modelo de negocio que resuelve dos problemas a ambas orillas del Océano Pacífico. “Por un lado, China consume cada año 700 millones de cerdos, pero el 71% de la población no confía en la calidad de la carne local; por otro lado, en Estados Unidos los pequeños ganaderos cada vez tienen más dificultad para sobrevivir, y razas minoritarias de cerdos están condenadas a la extinción”, cuenta Zheng Zhong, cofundador y consejero delegado.
Junto con Rex Kuo, Heartland Brothers —se consideran hermanos, aunque no lo sean de sangre— ha creado un curioso programa para lograr que pequeñas explotaciones del cerdo Berkshire vendan su carne en China y resulten rentables. “A través de las redes sociales como WeChat, el Whatsapp chino, y eliminando por completo a los intermediarios que encarecen el producto, comercializamos esta carne de gran calidad a un precio ligeramente superior al del cerdo local”, añade.
Su intención no es vender carne como en un supermercado. De hecho, su producto estrella es el programa buy a pig (compra un cerdo). “El cliente paga por un animal entero y nosotros se lo llevamos a casa durante todo el año en 25 entregas, cada una con una parte diferente del cerdo”, añade Kuo. “Es una solución sostenible, porque se aprovechan todas las partes del cerdo y proporcionan ingresos constantes a los productores”.
Además de la seguridad alimentaria, la población china está cada vez más preocupada por la salud. Sobre todo por la obesidad, que ha llegado de la mano de la comida rápida. Es algo que se nota en la proliferación de gimnasios. “En las principales ciudades, las grandes cadenas dominan el mercado; pero, en las de segundo o tercer orden, la mayoría son pequeños gimnasios privados con pocos recursos”, explica Alex Li, fundador de WeFlex. Para ayudar a esos últimos, ha diseñado un complejo programa de gestión que ha llamado WeFlex Studio.
“Por un lado, conectamos a los gimnasios y a sus clientes, de forma que puedan gestionar desde sus smartphones todas las actividades. Lo que antes tenían que hacer por teléfono, ahora lo pueden hacer desde nuestra app. Por otro lado, representamos a 400 gimnasios para los que obtenemos condiciones propias de una franquicia en la adquisición de todo tipo de material. Finalmente, ayudamos a los entrenadores personales a que se conviertan en influencers en redes sociales y obtengan comisiones por los productos que venden. Todo con un mismo programa”, expone Li. Su objetivo ahora es lograr 2 millones de dólares para llegar a 5.000 gimnasios a finales de 2018 y convertirse en número uno de China.
Li prevé un crecimiento exponencial de sectores relacionados con el ocio y el consumo en China, y no es el único. “Los chinos somos cada vez más exigentes y buscamos diferenciarnos del resto a través de la adquisición de productos y de servicios exclusivos”, apunta Wendy Wang, consejera delegada de VeeShop, una plataforma ‘online’ que se está abriendo camino con una estrategia peculiar. En el país que más aparatos electrónicos produce y en el mercado del comercio electrónico más saturado, la empresa vende productos tecnológicos extranjeros a través de WeChat.
“Fuera de las grandes marcas existen muchas otras startups que crean aparatos muy interesantes. Aunque pueden estar producidos en China, no están disponibles en el país. Nosotros cerramos acuerdos de exclusividad con ellos para introducirlos en este mercado”, cuenta. En su catálogo hay de todo: desde mascarillas especiales contra la polución hasta lavadoras, pasando por objetos curiosos como un accesorio para imprimir directamente fotos del móvil o una pulsera que sirve para controlar drones moviendo el brazo. “Nos centramos sobre todo en las mujeres y en productos inteligentes del internet de las cosas”, apostilla.
Aparentemente, el sistema funciona. Veeshop ha logrado ventas de más de 300 millones de yuanes (39 millones de euros) en el último año, y ya coopera con gigantes de la talla de Xiaomi o JD. “Pero el futuro está en lo que se conoce como nuevo comercio, que compagina la experiencia offline que no puede ofrecer la web con la conveniencia del comercio electrónico”, avanza Wang.
Los españoles tienen miedo de China y es muy difícil lograr que participen en nuestros programas Oscar Ramos, director de programas de Chinaccelerator
Los responsables de Expopromoter también apuestan por dar a un sector tradicional como el de las ferias un empujón tecnológico. “Hemos creado una plataforma web destinada a llevar público profesional a ferias sectoriales y ayudar a la comercialización de espacios en estos eventos. Sobre todo los pequeños puestos que tanto cuesta vender”, expone la cofundadora Katerina Kachan. “Lo que logramos es que las ferias se llenen, tanto de expositores como de visitantes, pero no con gente de relleno sino con profesionales del sector”. De hecho, Kachan afirma que los organizadores solo les pagan una comisión por cada estand que venden o por cada visitante cualificado que atraen a través de su sistema.
“En general, las empresas que aceptamos en Chinaccelerator están enfocadas al mercado chino y ofrecen soluciones tecnológicas interesantes para evitar redundancias y aprovechar oportunidades que, a veces, pasan desapercibidas”, explica Oscar Ramos, socio y director de programas de la aceleradora. “Desafortunadamente, a pesar de que lo intento siempre, parece que los españoles tienen miedo de China y es muy difícil lograr que participen en nuestros programas. Ojalá eso cambie pronto”.
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