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¿Serán las operadoras de telefonía los nuevos bancos?

Las empresas de telecomunicaciones se están introduciendo en el mundo bancario a través de cuentas, pagos y financiación al consumo

Las fintech están de moda y el sector de enhorabuena. Esta semana leíamos cómo los 35 millones de euros en operaciones de financiación del año 2014 se habían multiplicado hasta llegar a los 205 millones en estos dos últimos años, según el observatorio sectorial DBK. También este verano, la Asociación Española de Fintech e Insurtech estrenaba vertical incorporando los neobanks, los challenger banks y los bank as a service, (bancos como servicio). Esta última iniciativa es importante para el futuro de la banca porque acabará aglutinando todas las alternativas y los nuevos modelos de negocio, gran parte de los cuales están jugando la partida de mobile only.

Registro de pago M-Pesa en una cafetería en Kenia
Registro de pago M-Pesa en una cafetería en Kenia

Es interesante ver cómo, en el mundo de los medios de pago, el móvil se ha convertido en un digitalizador bancario. Ha sido capaz de bancarizar a gente que estaba fuera del circuito financiero sin necesidad siquiera de tener sucursales y minimizando los riesgos de logística asociados a la tenencia y distribución del efectivo. Un ejemplo de este tipo lo encontramos en África con Mpesa, que comenzó como monedero electrónico y que actualmente tiene más de 15 millones de clientes, a los que ofrece la posibilidad de ingresar dinero, transferirlo y pagar facturas desde el móvil.

En muchas regiones del continente africano menos bancarizadas y desarrolladas podríamos considerar a las empresas de telecomunicaciones una amenaza real. Pero, en otros países, ¿será móvil la banca del futuro? ¿Serán las operadoras de telefonía nuestras entidades financieras?

Vivimos pegados a nuestro móvil: ante un atraco, mucha gente preferiría entregar la cartera a su smartphone. Se lo preguntamos absolutamente todo a Google, consultamos constantemente nuestras cuentas de Facebook, Instagram y Twitter y compramos en Amazon. Lo hacemos a través de un móvil o una tablet, por lo que necesitamos una compañía telefónica. Y, de igual modo, aunque no seamos conscientes, muchas de esas interacciones también nos vinculan a nuestro banco. Antes o después, usemos las herramientas que usemos, el mundo financiero siempre estará presente.

En un país con alta bancarización como es España, donde prácticamente el negocio se divide a partes iguales entre las grandes operadoras, ya leemos noticias sobre el futuro lanzamiento de Orange Bank, sobre Telefónica y los préstamos al consumo y acerca de la alianza entre Liberbank y MásMóvil. Poco a poco, estas empresas se están introduciendo en el mundo bancario a través de cuentas, pagos y financiación al consumo.

Ahora, el dato es dinero y la clave para el modelo de banca digital es, en gran parte, el procesamiento de datos. No es necesario recordar la gran capacidad de análisis de datos con la que cuentan las compañías de telecomunicaciones, lo que les otorga importantes ventajas. Tienen la posibilidad de realizar un mejor análisis del riesgo del potencial cliente, pueden establecer una mejor comunicación con este y crear y entregar contenido y experiencias directamente en la palma de su mano.

Quizá las reticencias a introducirse en este negocio se justifiquen con la idea de unos beneficios muy inferiores a lo que la industria está acostumbrada, con la regulación a la que están sometidos —y que en algunos casos podrían chocar con la suya propia—, y con la generación de unos costes de estructura que no les parezcan atractivos en el más corto plazo. Pero en esta revolución, hasta eso es susceptible de cambio. Nos encontramos en un entorno donde se están revisando las regulaciones (PSD2), donde gracias a la tecnología contamos con APIs abiertas, con blockchain y con un futuro donde muchos ya hablan de la banca como servicio y como plataforma. Tal vez este nuevo mundo les permita introducirse en el sector sin necesidad de grandes desembolsos, con una mayor rapidez y, sobretodo, con altas posibilidades de éxito, porque como bien me comentaba Fernando Egido vía Twitter: “Cuando el IBAN se reemplaza por el número de teléfono, la clave estará en la empresa que controle el enlace entre ambos mundos”.

@gabrielaorille es responsable de innovación de Andbank España.

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