Estadísticas al servicio del fútbol o cómo vaticinar lo impredecible
La incorporación de los analistas de datos a los cuerpos técnicos ha modificado los métodos de entrenamiento y el estilo de juego de los equipos
Para la mayoría de aficionados al fútbol, el big data puede quedarse en un mero anglicismo o en algo difuso que no comprenden bien. A fin de cuentas, solo quieren ver ganar a su equipo. Realidad bien diferente es la que viven las plantillas. El análisis de datos se ha asentado en los cuerpos técnicos. Donde algunos ven solo números, ellos determinan patrones de comportamiento de los futbolistas. Virtudes, errores, esfuerzos, visión de juego, precisión de pases… Estadísticas que permiten a los mandamases del banquillo entrenar de una forma u otra. Apostar por el tiqui taca o el catenaccio.
La preparación de los futbolistas adquiere una mayor relevancia si cabe en los días previos al arranque de La Liga, competición que se estrenó este fin de semana. Explica Víctor Paredes, preparador físico del Rayo Vallecano y especialista en análisis de datos de rendimiento, que los números por sí solos no sirven para nada. La clave radica en interpretarlos. “Tenemos cierta obsesión por medir el rendimiento de los jugadores a través del big data. Con esas estadísticas, medidas con un GPS o con las imágenes de vídeo que disponemos, conocemos objetivamente el perfil de cada componente de la plantilla”.
Las nuevas tecnologías son las grandes valedoras de los cambios que está experimentando el llamado deporte rey. Las que explican por qué determinados equipos intentan fomentar el tiqui taca o el catenaccio. Programas de análisis como SportCode, NacSport, Mediacoach y WyScout forman parte del día a día de las plantillas; al igual que un balón o una portería. “Estas herramientas recopilan infinidad de datos. Nos quedamos con los que nos permiten confeccionar una base de datos para hacer estadísticas sobre las variables tácticas y técnicas que quiere el entrenador. Estos números nos permiten saber los indicadores de juego de cada jugador, como los desmarques que realiza por partido o la distancia de sus pases, y del equipo en su conjunto”, añade Paredes.
Como de preparación y partidos no solo viven las plantillas, la utilización del big data va más allá de los terrenos de juego. La confección de los equipos, es decir, las altas y bajas que acometen en los períodos de fichajes, también tienen un poso estadístico en algunos despachos. Salva Carmona, consultor y con seis años de experiencia en el análisis de datos, facilita a los clubes que contratan sus servicios, como el Watford o el Huesca, una ayuda externa determinante para contratar a determinados futbolistas. “Solo en un partido existen hasta 12.000 líneas de código diferentes. Nosotros trabajamos con el mayor paquete de datos de OPTA", una compañía dedicada a recopilar, agrupar, analizar y distribuir datos en directo. "Esto nos permite dar una visión, una vez filtrado lo relevante, que se escapa al ojo humano para tomar decisiones”, asegura.
Uno de los casos más paradigmáticos que ha pasado por las manos de Carmona es el de Nolito cuando fue pretendido en un mercado de invierno por el Barcelona. Tal y como detalla, el conjunto vigués quería buscarle un reemplazo ante su posible salida. La mejor alternativa que le ofrecieron fue la de Sofiane Boufal, por aquel entonces un joven talento desconocido del Lille. “El desborde, la asociación dentro del área rival y la influencia en las zonas del campo eran muy parecidos según nuestros datos. Creíamos que la operación podría cerrarse en unos cuatro millones. Al final, nada de esto ocurrió y Bouffal terminó en el siguiente período de fichajes en el Southampton por 19 millones”.
La figura del analista de datos en los equipos ha adquirido gran trascendencia en los últimos años. Desempeñan su labor acompañados por círculos, números, líneas, barras, bases de datos y figuras poliédricas. El Leganés, que este año afronta su segunda temporada en Primera División, adapta tanto su estilo de juego como los entrenamientos a los guarismos que reúnen. “El fútbol es impredecible, pero, con la información que recabamos con el estudio estadístico, armamos al jugador con el mayor número de experiencias. Los futbolistas entrenan así más mecanismos para solventar determinadas situaciones que ocurran durante la competición con éxito. Esto lo llamamos inteligencia motriz”, argumenta Paredes.
El debate en el fútbol sobre el empleo de datos, pese a su creciente importancia en los cuerpos técnicos, es una constante. En palabras de Carmona, muchos equipos han trasladado esta herramienta al márketing y a la parcela más económica. Reconoce el salto que se ha dado, pero entiende que para algunos entrenadores o directores deportivos este deporte no es una suma matemática. Paredes añade un matiz a esta diatriba: “La ciencia es importante para el fútbol, pero hay que categorizarla. Ayuda a que progrese y evolucione. Lo que no podemos obviar es que la esencia del juego y los partidos se resuelven en situaciones impredecibles”.
Un pase imposible de Messi, un desborde demoledor de Ronaldo, un tiro imparable de Griezmann… todas ellas situaciones para las que no existe antídoto aparente. Escenario bien distinto es el que dibuja la estadística. Gracias al análisis de datos, podemos saber el porcentaje de desbordes de un futbolista por la derecha o por la izquierda. Los kilómetros que recorre durante un partido. El número de veces que desplaza un balón en largo. Los cuerpos técnicos no se han convertido en oráculos de Delfos, aunque sí pueden vaticinar ciertos comportamientos de sus futbolistas y los contrarios. “Cada equipo intenta entrenar para competir y simular los esfuerzos en competición. Si Busquets o Kroos recorren 12 kilómetros a 15 kilómetros por hora, el entrenamiento se convertirá en un simulacro de la competición para maximizar el rendimiento”, concluye el preparador físico del Rayo Vallecano.
Por mucho que los GPS o las nuevas herramientas de las que disponen los clubes faciliten la profesionalización del fútbol, la última palabra siempre la tendrán los entrenadores y jugadores. El Olympique de Marsella, por ejemplo, carece de analista de datos en su cuerpo técnico. Algunos dirán que lo que sucede en el césped es arte. Otros que son esclavos de la estadística. Mientras, el big data gana adeptos en este deporte. Si no, que pregunten en Leganés o, desde esta temporada, en Valencia.
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