El consumo energético, un camino con muchas salidas
Debemos aspirar a implantar energías más eficaces, a un consumo responsable de recursos limitados y a generar un planeta sostenible mientras se sigue usando la tecnología
El consumo y la eficiencia energética ocupan de nuevo los medios de comunicación por la reciente celebración del día mundial del medioambiente y por la salida de EE.UU del acuerdo de París, en especial gracias a aspectos como el consumo y explotación de recursos contaminantes y poco prácticos como el carbón. Esta fuente de energía, inadecuada para la sociedad actual, se sitúa en segundo lugar respecto a consumo mundial con un 29%, sólo por detrás del petróleo, que lidera con un 33%, según datos publicados recientemente por el World Energy Council.
Sin embargo, y pese a que los ojos del mundo están puestos ahora mismo en la optimización de los procesos de explotación de las energías de las que disponemos, las claves del consumo y la eficiencia energética residen realmente en la innovación en energías renovables que, en conjunto, sólo suman un pobre 9,5% del consumo mundial.
Siendo optimistas, las reservas de petróleo y de gas seguramente se acabarán en menos de un siglo, y un recurso tan contaminante y poco eficaz como el carbón no puede plantearse como una alternativa real en un futuro con unas demandas de energía como el que nos espera. Por eso, la hoja de ruta a seguir en consumo energético ha de orientarse a las soluciones innovadoras para los retos que vivimos actualmente, especialmente hacia aquellas centradas en las energías renovables al ser las que más posibilidades ofrecen.
Así, un ejemplo de proceso innovador es la incorporación de nuevos materiales nanotecnológicos en placas solares, que nos permite "jugar" con las características de estas para poder adaptarlas a diversas localizaciones, hacerlas hidrofóbicas y mejorar la eficiencia de conversión hasta en un 45% en comparación con la actual. No es el único tipo de energía donde se están llevando a cabo este tipo de innovaciones: existen esfuerzos por parte de varias startups a nivel mundial para mejorar la eficacia en la producción de biocombustibles, como es el caso de Biogas+, a través de la adición de nanopartículas de hierro para acelerar los procesos de degradación de materia orgánica que generan el biocombustible.
Pasando de la nanotecnología a la ingeniería, encontramos proyectos tan audaces como Vortex Bladeless, una modificación radical de la estructura de turbinas eólicas, que aprovecha la energía generada por el fenómeno de la vorticidad. Este tipo de soluciones innovadoras y disruptivas que, además, nos permiten reducir el posible daño al entorno, son impulsadas por el fondo de Emprendedores de la Fundación Repsol.
La generación de nuevos recursos energéticos no es el único reto al que se enfrenta nuestra sociedad, ya que el derroche de la energía se revela como otro gran problema, con datos chocantes como el hecho de que Occidente desaprovecha más de la mitad de la energía que consume. Por ello, la aplicación de procesos innovadores para maximizar el rendimiento de la eficiencia energética es completamente necesaria, partiendo de la implantación de tecnologías que ya se están desarrollando en laboratorios y empresas de todo el mundo como los sistemas del internet de las cosas, los materiales inteligentes o las innovaciones en almacenamiento energético.
Baldosas "inteligentes" que calientan exclusivamente las zonas ocupadas del edificio sobre las que detectan presión o la instalación de nanosensores que permiten monitorizar las infraestructuras energéticas para reducir los tiempos de reparación y evitar el derroche de energía son algunos de los proyectos reales que están en desarrollo en el fondo de emprendedores de la Fundación Repsol, generando un cambio que no sólo nos beneficia como individuos, sino que convergen en el bien común y social.
Y por último, tenemos el reto de reparar el daño que ya está hecho. Desde 1950, las emisiones globales se han multiplicado un 600%, dato que ha activado la alarma social y ha derivado en una inversión de recursos notable para frenar este avance. Nos encontramos otros proyectos innovadores desarrollados a nivel mundial, como los compuestos químicos que filtran el aire para "capturar" el CO2 y posteriormente licuarlo de modo que pueda ser reutilizado o eliminado por otras vías o la reinversión del CO2 en las propias industrias que lo generaron, para aprovechar su energía térmica.
En conclusión, el camino que deben seguir los ciudadanos, las empresas y, en general, la innovación en materia energética debe ser el mismo: aspirar a la implantación de energías más limpias y eficaces, a un consumo responsable de recursos limitados y a generar un planeta sostenible al tiempo que se dispone de tecnología al alcance de todos. Sólo con una visión global compartida por todos podremos llegar a una situación que ofrezca beneficios en materia de consumo energético y no dañe a nuestro planeta.
Manuel Fuertes es experto en transferencia científica y presidente del Grupo Kiatt. Colabora con el Fondo de Emprendedores de la Fundación Repsol en calidad de evaluador experto en oportunidades de desarrollo e inversión.
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