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Esto es lo que ha de pasar para que un coche conduzca por nosotros

De los avances tecnológicos a dejar decisiones de vida o muerte en manos de una máquina: todo lo que tiene que pasar para que podamos usar el coche autónomo

Getty Images

De repente, la llegada del coche autónomo parece inminente. Ya los hay circulando por determinadas ciudades, como Singapur y por áreas de Boston en pruebas. El sector ha alcanzado una inversión récord de 750 millones de dólares en el primer trimestre del año; el año pasado, se realizaron adquisiciones millonarias por parte de General Motors (1.000 millones de dólares por la startup Cruise), Uber (680 millones por la compra de Otto, empresa de camiones autónomos, en agosto pasado) e Intel (15.000 millones de dólares por la fabricante de sensores y software israelí Mobileye).

Decenas de startups y casi todas las grandes marcas automovilísticas se han lanzado a una carrera vertiginosa en busca de este nuevo disruptor económico, en el que pocos avances se comparten y muchas piezas tienen que encajar. La competencia es tan feroz que Google y Uber se están viendo en los tribunales. Más allá de la lucha por ser los primeros en el mercado, la carrera por poner automóviles inteligentes que se conduzcan solos de manera segura y eficaz en nuestras calles y autopistas pasa por una serie de “metas volantes”:

Para “ver” todo lo que les rodea y lo que encuentran en su camino, lo coches autónomos han de estar equipados con una serie de sensores y cámaras. Los sensores más utilizados, llamados LIDAR, están tan demandados que hay listas de espera de hasta tres meses para comprarlos, según informaba Financial Times.

Imagen de Lidar
Imagen de Lidar

A medida que el sector se expande y más compañías entran en el negocio de la fabricación de sensores estos serán más asequibles. “La robótica autónoma ha mejorado muchísimo en los últimos años. Los sensores eran carísimos. Con la reducción de costes, sin duda el coche autónomo será una realidad mucho antes”, explica Javier Alonso-Mora, doctorado en robótica de sistemas autónomos en el MIT y profesor en la Universidad Técnica de Delft. En nuTonomy, una compañía que ya tiene vehículos sin conductor circulando por las calles de Singapur y Boston, usan una combinación de LIDAR, cámaras y radar.

La información que esos sensores y cámaras recogen se almacena en una inmensa base de datos para que el ordenador sepa qué tiene delante, a los lados, detrás, en cada momento. Además, para su localización, el sistema debe tener una especie de mapa virtual en 3D con toda la información sobre semáforos, señales y calles.

“La clave son los datos. Compañías como Google están acumulando una cantidad impresionante de datos, reglas de circulación, reconocimiento de otros vehículos, obstáculos, etc.”, explica Edward Junprung de Skymind, empresa líder en inteligencia artificial. “Esta acumulación de datos es vital. Los datos son el nuevo petróleo”. Pero no todos son datos. “Es imposible que el input incluya absolutamente todas los imprevistos que surgen conduciendo en una calle cualquiera”.

Lo que nos lleva al siguiente punto: además de crear un mapa virtual de todo lo que le rodea o de todo lo que podría surgir en el camino, el ordenador necesitará saber qué hacer en situaciones que no haya encontrado nunca antes. Necesitará ser realmente inteligente.

Dentro del terreno de la inteligencia artificial y el machine learning, el deep learning es la parte más importante para los coches autónomos. Se refiere a la capacidad de la máquina de entrar en áreas tradicionalmente exclusivas de la mente humana, como reconocer imágenes o entender un juego de mesa. “El vehículo autónomo precisa de esta tecnología. El problema del coche sin conductor es, en su núcleo, una cuestión de que el ordenador traduzca la imagen en un objeto, que sepa interpretar la información que le llega”, explica Junprung, responsable de crecimiento de Skymind. “Lo importante es conseguir que el coche reaccione de manera inteligente a situaciones que no se ha encontrado nunca”.

En nuTonomy llaman a una parte de esta función lógica formal y la explican así: “Es la que otorga al ordenador del coche cierta flexibilidad, la posibilidad de romper determinadas normas de la carretera que no son vitales para superar un obstáculo. Por ejemplo, pasar al carril contrario momentáneamente para adelantar un coche en segunda fila. Son decisiones que los humanos tomamos todo el tiempo, pero que son muy difíciles de incorporar a una máquina”.

La verdadera revolución del coche autónomo será no tener que guardarlo en el garaje.

”Hasta ahora, los coches autónomos que existen se mueven en entornos controlados, o con condiciones meteorológicas muy buenas. En el terreno de la percepción de la nieve, la lluvia, la niebla y los imprevistos es donde más avances se necesitan”, asegura Alonso-Mora.

Esto es lo que les ha pasado a nuTonomy, una de las empresas de vehículos autónomos que más cerca está de poner una flota de taxis robots en el mercado, junto con Uber o Google. Actualmente, sus coches circulan en Singapur, pero cuando han querido ponerlos a conducir en una zona de Boston poco transitada se han encontrado con muchas más dificultades. “Hemos tenido que adaptar nuestro software a las condiciones en Boston, donde se conduce por la derecha, no como en Singapur, y las condiciones de las calzadas son peores, están más viejas, hay nieve... La cultura de la conducción es muy distinta,” enumera su CEO, Karl Iagnemma. “Por ejemplo, en Boston las gaviotas se arremolinan en mitad de la calzada. Nuestro coche no sabía lo que era una gaviota. Nunca había visto una; adaptamos el software para que el ordenador entienda que ha de acercarse lentamente para que las gaviotas salgan volando. Nuestro software primero mapea la ciudad o la zona en la que el coche se va a mover. De esta manera el sistema está personalizado para ese lugar concreto y para las situaciones concretas que se darán en él”.

La mayoría de las startups entienden que la verdadera revolución del coche autónomo será no tener que guardarlo en el garaje. El planteamiento es que existan flotas de coches robot que se puedan llamar a golpe de app, por eso Uber es uno de los principales actores en el sector. “Nosotros trabajamos en un software que potencialmente se podrá instalar en cualquier modelo de coche”, explica Eric Andrus, responsable de comunicación de nuTonomy. “Pero lo cierto es que los coches se pasan el 90% del tiempo aparcados en un garaje”. El objetivo más lógico sería, en lugar de gastar mucho dinero en tener tecnología autónoma en un coche que está aparcado y que solo estaría al alcance de muy pocos, tener la posibilidad de que un taxi sin conductor te recoja y te lleve a donde quieras. Esto mejoraría el tráfico, pues no hay que buscar aparcamientos y se pueden realizar más viajes con menos automóviles.

“Con nuestros algoritmos a gran escala demostramos que los ordenadores pueden gestionar cientos de miles de solicitudes por días y maximizar sus viajes con hasta 10 pasajeros por ruta”, explica Javier Alonso-Mora, que acaba de publicar un trabajo sobre trayectos compartidos con coches autónomos. A los fabricantes de coches (un negocio de billones de euros) esto no les suena tan bien, pero muchos parecen aceptar que el futuro lo traerá y prefieren que les pille preparados. Mientras, los humanos de a pie podemos empezar a soñar con olvidarnos de seguros, revisiones, garajes, y limpiezas (e incluso, potencialmente, atascos) si ese futuro idílico llega.

Pero, ¿cuándo será? ¿Lo veremos en nuestros días? Alonso-Mora es optimista: “En entornos controlados, en autopistas, lo veremos en dos o tres años”, afirma. “Tesla ya tiene en el mercado un sistema de piloto automático para autopistas, aunque no es perfecto. Pero es algo posible en el corto plazo”. En entornos urbanos, la cosa puede tardar más. “A lo mejor empezarán por zonas delimitadas de la ciudad, más controladas”, considera. Pero el paso fundamental tendrá que ver con los humanos, y no con la tecnología. Lo que nos lleva al último punto, y el más importante.

No queremos sustituir a lo conductores humanos por conductores que sean iguales a los humanos, sino por un sistema mucho más eficaz y seguro.

Karl Iagnemma

“El principal problema del coche autónomo va ser un problema de ética. De cómo toma decisiones”, explica Junprung, de Skymind. “Ante la potencial muerte de dos individuos, cómo decide el coche a quién salva”, plantea crudamente. “Creo que estas cuestiones éticas van a provocar que se legisle contra los vehículos autónomos. Los problemas técnicos se resolverán, pero la principal barrera será la moral humana”. Por este motivo, Junprung se sitúa en la parte más pesimista de las previsiones: “Creo que tienen que pasar por lo menos 10 años para que se conviertan en algo común. Creo que mucha gente no va a estar cómoda con la idea de que el coche se conduzca solo”.

“Los humanos tomamos riesgos controlados continuamente cuando estamos al volante. Un montón de nuestras decisiones tienen que ver con lo que prevemos que el otro coche va a hacer”, explica Alonso-Mora. Dejar esto en manos de un ordenador puede convertirse en un salto de fe insalvable para quienes todavía peleamos con el GPS (porque nos sabemos una ruta mucho mejor) y nos desesperamos con el estilo de conducir del taxista que nos lleva al aeropuerto (porque se para en todos lo semáforos en ámbar). Pero como todos los grandes avances de la humanidad, bastará que unos pocos den el salto y les funcione, para que poco a poco se normalice.

En nuTonomy han visto cómo los pasajeros de sus coches autónomos en Singapur han pasado del recelo a la comodidad en un periodo corto. “Algunos ponen nombre a los coches por su estilo de conducir”, asegura Iagnemma. “Pero no queremos sustituir a lo conductores humanos por conductores que sean iguales a los humanos, sino por un sistema mucho más eficaz y seguro. Es un listón muy alto”. Todos los expertos aseguran que el coche autónomo significará una mayor seguridad en carretera (ya que desaparecen problemas como conductores ebrios, distracciones con mensajes de texto, quedarse dormido al volante).

Tanto Alonso-Mora como Junprung ven un futuro intermedio en el que los coches necesiten conductor, pero vengan con ordenadores incorporados que sean cada vez más inteligentes. “Modelos como el autopiloto de Tesla, que frenan por ti, que hacen el vehículo más seguro”, afirma Junprung. Una solución sería el ordenador que, en un coche conducido por un humano, consiga aprender de las decisiones del humano y construya sus algoritmos a partir de esa experiencia. Y, coinciden todos, mucha más colaboración entre las diferentes empresas que investigan. “Al final estos avances se producen más rápido cuanto más gente los investiga y comparte los resultados”, opina Alonso-Mora. Aunque, de momento, no parece estar en la mente de quienes están invirtiendo millones para ser los primeros.

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